Los duques de Sussex y su hijo Archie ya están en Sudáfrica. Tras un largo vuelo procedente de Londres, la familia al completo aterrizó en el aeropuerto de Ciudad del Cabo tras un vuelo nocturno de British Airways. En el aeropuerto, el pequeño, de casi cinco meses, acaparó todas las miradas por el gorrito de lana que, en brazos de su madre, lucía encantado. Mientras que Archie permanecía en la residencia de la pareja en este viaje con su niñera, Harry y Meghan comenzaron su agenda oficial con una visita a la localidad de Nyanga. Allí, fueron recibidos por unos niños y un grupo de música y danza tradicional.
Encantados y muy colaboradores con su comité de bienvenida, los duques de Sussex recibieron los besos y abrazos de los presentes e, incluso, se animaron a bailar de la mano de algunos de los miembros del grupo musical.
Para su primera visita en Sudáfrica, Meghan eligió un cómodo estilismo compuesto por un vestido estampado midi y unas alpargatas. La duquesa de Sussex eligió el modelo Dalitso de la firma Mayamiko que ya aparece agotado en la web de la marca. Lo combinó con sus alpargatas de cuña de la firma española Castañer, concretamente el modelo Carina que también ha conquistado a su cuñada, Kate Middleton.
En Nyanga, Harry y Meghan visitaron ‘La Mesa de la Justicia’, una ONG perteneciente a la Queen’s Commonwealth Trust, de la que la pareja son son presidente y vicepresidenta, respectivamente. Durante su recorrido descubrieron el programa de ‘Empoderamiento de las Niñas de Mbokodo’ a la que la duques de Sussex les dedicó unas tiernas palabras. «Como miembro de la Familia Real quiero que sepáis que estoy aquí como madre, como esposa, como mujer de color y como vuestra hermana», declaró.
Tras hacer referencia a su origen racial, el público estalló en un aplauso y es que Meghan se ha ganado al pueblo de Nyanga con su cercanía y naturalidad al igual que su marido que ya dijo que su estancia en Sudáfrica sería muy especial por lo que este país significó para su madre, Diana de Gales.
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