Isabel II tenía 42 años cuando se embarcó en un largo viaje hacia Latinoamérica. La travesía, que duró casi 20 días, fue la única que realizó durante el año 1968 y durante la misma visitó tan solo dos países: Brasil y Chile. Dato que contrasta directamente con los 15 países que visitó en 1966, algunos de ellos en más de una ocasión.
A su llegada al país, a bordo de un avión VC10 que la acompañó durante su visita de estado a Latinoamérica, la reina Isabel y el duque de Edimburgo fueron recibidos por el presidente brasileño Artur da Costa e Silva, que moriría tan solo un año más tarde y su mujer, Iolanda Barbosa. La reina quedó sorprendida con la arquitectura moderna del país recién construido, que se mezclaba con los aspectos más tradicionales de la región. Una de sus primeras visitas fue al palacio de la Alvorada, residencia oficial del presidente.
Durante el día, Isabel II disfrutaba relajadamente del turismo y la cultura del país, pero por la noche se convertía en reina, desempeñando sus labores con discursos, cenas oficiales y tiaras elegantes. En uno de los eventos de recepción, la reina estaba radiante y animada, hecho que coincidió con la actuación de más de 2.000 artistas brasileños bailando samba. La anécdota que nos deja este recuerdo es un entrañable vídeo de la reina, en el que se deja llevar por el compás de la música durante unos segundos y que nos hace pensar que estaría deseando saltar a la pista de baile y unirse a la fiesta.
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Uno de los momentos más especiales del viaje, pero también de los más tristes, fue el acto de conmemoración de la II Guerra Mundial. Una ceremonia simbólica en la que dejaron caer pétalos de flores, ‘the petals fall’, para recordar a los soldados caídos en la guerra. Otra de las ceremonias tuvo lugar en el palacio de Itamaraty, donde celebraron con un banquete y un discurso de la reina la unión de los dos países.
El medio de transporte utilizado para trasladar a la reina por el país fue mediante lujosos Rolls Royce. El gobierno estaba en posesión de dos modelos diferentes del coche, que fueron estrenados por el entonces presidente Getúlio Vargas, en 1953. Unos coches que también llevaron el rey Balduino de Bélgica o al presidente francés Charles de Gaulle.La reina utilizó el modelo abierto, desde el que pudo incluso levantarse y disfrutar saludando a la gente que la recibía en las calles.
La forma que tuvo Brasil de agradecerle su visita a la reina de Inglaterra fue agasajándola con un obsequio muy especial. En concreto, dos perezosos, animales normalmente confundidos con los osos perezosos, pero que no tienen nada que ver. Un broche final para una visita que fue todo un éxito en las relaciones del país.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en su visita al Reino Unido en el año 2006, recordó a la reina lo agradable que fue tenerla en el país en 1968, instándole a volver. Parece que Brasil no está en los planes de la reina, pero Isabel se mostró convencida de la buena relación entre los dos países, admitiendo “son buenos amigos”.
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