Hay que remontarse al comienzo del siglo XX para poder hablar de la historia del modelaje, una profesión que, pese a su popularidad actual, no fue considerada como tal hasta bien entrada la década de los veinte. Un hecho en el que Marion Morehouse tiene grandes méritos.
Nacida en 1906, esta estadounidense es considerada la primera top model comercial, es decir, la primera maniquí en ser reconocida por la sociedad y aclamada por el público por dicha profesión. Fue descubierta por la industria a mitad del siglo 20 y rápidamente se convirtió en una de las más aclamadas de los grandes fotógrafos de la época, entre ellos el famoso Edward Steichen. Él mismo llegó a catalogarla como «la modelo más grande que había retratado».
Morehouse era una mujer alta, muy delgada, de cabello oscuro, ojos marrones deslumbrantes, y rostro angelical que cumplía a la perfección el canon de belleza que comenzaba a despuntar en aquella década de los treinta y que apostaba por la mujer libre y moderna. Un estereotipo que rompía con los ideales del comienzo de siglo y que poco después se asentaría con firmeza en los años posteriores.
Todo ello le llevó a convertirse en una musa, un icono para rostros inmensamente populares en aquel momento, y que años más tarde situarían su nombre en lo más alto, como es el caso de Coco Chanel. Lejos de las damas de alta clase social, aristócratas o célebres artistas que destacaban en el siglo XX, Marion consiguió labrarse un futuro y ser una persona influyente gracias a su oficio como modelo. Una labor difícil que se convirtió en un camino a seguir para sus sucesoras.
Tras triunfar en la industria, conoció al que sería el gran amor de su vida, el poeta Edward Estlin Cummings en 1932 y desde ese momento, sus caminos no iban a separarse. Poco después, Marion pondría punto y final a su carrera como modelo, a finales de la década de los treinta, y comenzaría a descubrir nuevas pasiones, entre ellas la fotografía. Finalmente, Marion Morehouse fallecía en 1969 en Nueva York dejando tras ella una huella que todavía permanece intacta.
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