Desde que tomase el control de la dirección creativa de Balenciaga, Demma Gvasalia ha logrado dar un aire completamente diferente a la firma. El aire desenfadado de sus fotos de Instagram, prendas o accesorios que recuerdan a la cultura pop de los 90 o la estética de Matrix se han convertido en ya en signos característicos del ADN de la marca. Gracias a todo ello, Balenciaga se ha posicionado como una de las firmas de moda preferidas de los millennials.
Teniendo en cuenta el rumbo artístico que ha tomado la etiqueta fundada por Cristóbal Balenciaga no es de extrañar que sus maniquíes también hayan sufrido cambios notables. Los maniquíes de Balenciaga ya no poco tienen que ver con esas figuras blancas, minimalistas y alargadas, muchas veces sin cabeza que sirven para crear una ligera idea de cómo sienta la ropa. Ahora son tan realistas que muchos compradores se han llevado un susto al verlos en las tiendas de Madison (Nueva York) y Sloane (Londres).
La tienda neoyorquina de Madison Avenue es justamente la más moderna de la firma y la que Balenciaga ha convertido en la más emblemática. En ella, Demna ha transformado un espacio de más de 1.000 metros cuadrados con su visión modernista de la firma. El interior es totalmente de vidrio, el espacio está repleto de pantallas envolventes que proyectan cielos azules, hay esculturas flotantes con piezas de archivo de Balenciaga y, por supuesto, la colección de maniquíes. Estos están impresos en 3D, de ahí su realismo. Además, no están hechos de manera aleatoria, se trata de réplicas casi idénticas de modelos que han desfilado por las pasarelas de Balenciaga en el pasado.
Las respuestas en redes sociales no se han hecho esperar y los usuarios de Twitter coinciden en que, a pesar de asombrosos, pueden llegar a asustar un poco.
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