Durante 18 capítulos ha sido la otra mitad de Berto Romero en Mira lo que has hecho, comedia sobre la aventura de la paternidad que llega a su final en su tercera temporada. Eva Ugarte nos cuenta cómo ha sido esta experiencia ficticia como madre de familia numerosa y cómo ha lidiado con las obsesiones del cómico dentro y fuera del set de grabación.
¿Qué descubriremos de Sandra en esta tanda definitiva?
Evoluciona gracias a los niños, las responsabilidades de la casa… En general la temporada tiene un toque más sereno e intenso. Y muestra la cara y cruz de los personajes. Si para Sandra su seguridad eran la familia y el trabajo [es anestesista], esta vez se tambalea porque, efectivamente, también se equivoca.
¿Se te dan tan bien los niños como a ella en la ficción?
Cuando estás cerca de los pequeños la carga energética es mucho más grande. Pero durante el rodaje estaban vigilados por sus padres o tutores, y aun así no paraban de saltar de un lado para otro. Hemos hecho mucho trabajo con ellos, y eran muy profesionales.
En la serie se habla mucho de la educación de los hijos. ¿Es una invitación al debate?
Yo creo que es importante que hagamos esa reflexión. En la ficción se aborda mucho el uso de las pantallas entre los niños, las inseguridades de los padres… Es el reflejo de lo que le ocurre a esta generación, y si les ayudamos a descubrirlo mientras se ríen, ¡mucho mejor!
Berto mantiene el juego psicológico con el espectador. ¿A ti también te ha confundido?
No, no, eso no me ha pasado. Pero cuando empecé a trabajar con él, supe que me iba a retar y a sorprender. Le gusta jugar con la mente de todos, espectadores y también compañeros de reparto. Pero si el juego está bien inventado, acaba divirtiéndote.
Has formado pareja de hecho con él. ¿Fue dura la despedida?
El último día de rodaje tuve una sensación de paz, casi de muerte, de extenuación, después de haberlo dado todo en tres temporadas. Nos ha llevado a límite. Pero me llevo a un gran amigo, como alguien de la familia. A veces tengo más confianza con él que con otros más cercanos.
¿Con qué te quedas de él?
Berto es de los que te atrapa y te sumerge en su mundo. Te implica en todo lo que hace. Me ha mostrado las tripas de su maquinaria y yo le he subido a la montaña rusa. Yo creo que ha sido una relación muy bonita porque nos dimos la mano desde el principio y nos hemos complementado en este viaje.
Aparte de Madres, ¿tienes algún proyecto?
Pronto se emitirá la segunda temporada en Amazon Prime Video. La profesión de médico que me persigue. ¡Y también la maternidad! [encarna a la ginecóloga Paula Artigas]. Y tengo ganas de recuperar la normalidad, y sobre todo esa libertad que hemos perdido.
La satisfacción de Berto
Está satisfecho de haber cerrado su primera serie, “una historia que se ha escrito sola”, dice Berto Romero, quien se ha dedicado a convertir “fragmentos de vida insignificantes o muy íntimos en escenas emocionantes”. Mira lo que has hecho espera que sea el inicio de su proceso como escritor de ficción. Mientras, sigue lidiando en casa con sus tres hijos de la vida real.
¿El desenlace llega con la madurez de los personajes?
Sí, se trataba de construir su versión más adulta y descubrirlos como padres. Por eso mi personaje aparece más serio, no está generando comedia todo el rato. Y también al de Eva lo vemos más frágil.
¿La comedia pasa a un segundo plano?
Mi principal exigencia es no infravalorar al espectador. Y por mucho que queramos reírnos, no iba a renunciar a jugar con la psicología de los personajes. Había que darles la vuelta. Por eso veremos cómo aquel cómico que empezó haciendo monólogos absurdos en televisión acaba en un plató siendo el único cuerdo.
¿Sigues jugando a la confusión?
Todos somos distintas personas según la situación que vivamos. Me lo he pasado muy bien creando esta serie. Me gusta chinchar y jugar a la confusión, aunque tuve momentos al escribir esta temporada que pensaba que me estaba pasando. Hasta nombro a mis hijos reales para figurar que son falsos…
Esta vez los hijos crecen y toman protagonismo. ¿Ha sido fácil trabajar con pequeños actores?
Ha sido un gusto porque hay que actuar de otra manera, convertir cada escena en juego y hacer que sea lo más fácil posible, respetando mucho los horarios y las normas de trabajo infantil.
¿Ese ha sido el mayor reto?
El rodaje ha sido complejo, muy gordo. Además de los niños, había escenas con muchos figurantes o con complicaciones técnicas porque se rodaba una guerra o una escena futurista…
Descubrimos el origen de la vocación de tu personaje. ¿Cómo se produjo el tuyo?
Conté mi primer chiste en el colmado de mi pueblo, Cardona (Barcelona). Le pedí al tendero que me cortara el queso muy fino y lo hacía con tanto esmero, que le dije que lo quería fino no rayado, y entonces se rio. No supe exactamente qué había pasado pero fue un instante mágico.
¿Hacer esos viajes en el tiempo te ayuda para hacer chistes?
Hay una intención al explotar al Berto niño. Creo otra serie paralela que nos permite viajar a los años 80. Son muy agradecidos,puedes hacer chistes muy incorrectos por los que ahora te llevarían a la Audiencia Nacional.
En la ficción Berto se ve envuelto en un circo mediático. ¿Qué has querido mostrar?
No doy mi opinión sobre la televisión, trabajo en el medio pero nunca me ha interesado mucho. Apoyo la de autor como la de Buenafuente. No me gusta nada esa tele que no escucha, está histérica y ha confundido el entretenimiento con la vacuidad. Es una trituradora de carne.
Como en la serie, eres padre de familia numerosa. ¿Has querido abordar la educación de los hijos?
Sí, Mira lo que has hecho plantea eso, revisar tu mundo de niño, analizar a tus padres, corregirlos y hasta enmendarles la plana. Me ha quedado una serie generacional de tanto mirar cara a cara a la vida.
Háblanos de Eva. ¿Con qué te quedas de ella?
Ha jugado a tope conmigo. Yo me tomo esto muy en serio, me arriesgo y me implico mucho, y Eva es excepcional como persona y como actriz. Esta ha sido mi primera serie y ella me enseñó a enfrentarme a determinadas secuencias.
¿Te ha servido de inspiración la pandemia?
No, no me ha servido ni para reflexionar. Ha sido como caerse por una escalera. Tengo tres pequeños en casa y todo ha cambiado. ¿A mejor o a peor? Diferente. Y aún sigo en shock.
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