La búsqueda de calma y serenidad en un mundo en el que priman las prisas, el estrés y el vivir constantemente en el futuro (y apegados al pasado), se hace tan necesario como respirar, y es justamente eso, respirar, pero de forma consciente, lo que te va a volver a conectar contigo misma y a traerte más equilibrio y paz a tu vida.
¿Qué es un pranayama?
Respirar es algo que hacemos de forma automática, sin pensarlo, es una función natural del cuerpo que se realiza sin prestarle atención. El pranayama o respiración consciente va a hacernos pensar en la acción de respirar, a estar presentes en el momento de coger aire y llenarnos de vitalidad y en el de exhalar y vaciar de aire los pulmones. Es una herramienta que, aunque parezca que es simple, te va a ayudar a reconectar, a combatir el estrés e incluso a aliviar el dolor.
La respiración es importantísima para el cuerpo ya que los órganos se oxigenan gracias a esta acción y les ayuda a deshacerse de toxinas y sustancias dañinas. La respiración consciente no es solo una moda, es una antigua técnica para cuidar la mente, aportando calma y quietud a todo ese ruido diario que se genera, a ayudar a tomar el control del cuerpo y de ordenar ideas dando claridad y enfoque y también una forma de aportar bienestar y salud al organismo.
Cómo practicar la respiración consciente
No es necesario que estés habituada a la práctica del yoga donde se realizan distintos pranayamas, puedes realizar técnicas de respiración consciente en modo principiante, en tu propia casa o espacio que elijas, y beneficiarte de lo que esta respiración profunda puede aportarte, mejorando así la salud física y mental, y minimizando el estrés y la ansiedad.
Isabel Manso, profesora de yoga del hotel Barceló Portinax nos da las claves para practicar pranayama, un conjunto de técnicas de respiración que consta de tres movimientos, inspiración, expiración y retenciones, y cuyo propósito es controlar aquello que en yoga se llama prana, la energía vital que se encuentra en todo ser.
Busca un lugar tranquilo y alejado del ruido donde puedas tener cinco o diez minutos de paz. Puedes crear un ambiente idóneo a través de elementos como luz tenue, aceites esenciales, música, relajan, velas… esa atmósfera especial te ayudará a concentrarte en la respiración.
Siéntate en el suelo en una postura cómoda, puedes usar cojines, o bien túmbate boca arriba con los brazos a lo largo del cuerpo un poco despegados y con las palmas de las manos hacia arriba, las piernas un poco separadas dejando caer los pies hacia los lados. Busca una postura cómoda y sin tensiones, si tienes problemas de lumbares puedes colocar una almohada detrás de la parte baja de los muslos y detrás de las rodillas.
Cierra los ojos, relaja los músculos, también la mandíbula y el rostro, y empieza conscientemente a inspirar de forma tranquila y profunda por la nariz, llena el abdomen y siente como se hincha. Coloca las manos en el vientre para que puedas sentir como se llena y se vacía. Empieza a liberar el aire de tus pulmones exhalando por la nariz hasta que tu ombligo se hunda y se acerque a la columna vertebral, ayudándote a vaciar de aire tu cuerpo y cualquier energía estancada en el aparato digestivo. Concéntrate y cuando notes que tu mente comienza a jugar con pensamientos vuelve al aquí y ahora llevando la atención de nuevo a la respiración, las veces que sea necesario, sin juzgar, al principio serán más veces y luego irás cogiendo el hábito y podrás concentrarte de una manera más profunda.
Es un momento para ti, permítete esos instantes de relajación que oxigenan tu cuerpo y te ayudan a aportar luz y orden a tus pensamientos, serenidad y equilibrio a tu mente y bienestar a tu cuerpo. Namasté.
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