Renée Zellweger cuenta toda la verdad sobre aquella famosa foto de 2014 en la que su cara era irreconocible

En 2014, Renée Zellweger se convirtió en noticia muy a su pesar. Todo el mundo hablaba de ella yno precisamente por su interpretación en una película, sino por el aspecto que lucía cuando reapareció en un photocall después de un tiempo alejada de los focos. ‘¿Qué se había hecho en la cara?’ era la pregunta que se repetía en todos los medios. “Nada", insistía ella. Pero nadie la creyó y ahí quedó ese momento grabado a fuego en la cabeza de la gente.

Fue años después, cuando regresó oficialmente al cine tras seis años de hiato, cuando la actriz demostró que, efectivamente, su cara apenas había cambiado. Que lo que ocurrió aquel día fue una curiosa casualidad en la que la luz, el maquillaje y el ángulo en el que se tomaron las fotos le jugaron una mala pasada.

Claro que aunque no hubiera sido así, aunque realmente hubiese pasado por el cirujano, tampoco teníamos ningún derecho a juzgarla. Pero bueno, eran otros tiempos y quizás precisamente por eso, porque ahora aquello es solo un recuerdo lejano en su biografía, Renee ha querido aclarar todo al respecto.

“Siempre hay un juicio de valor sobre nosotras a ese respecto”, explica en una entrevista en el New York Magazine con motivo del estreno de Judy, el biopic sobre Judy Garland que protagoniza.

“Es como si de alguna manera fuera eso fuera un reflejo de tu carácter, ya seas una buena persona, una persona débil o una persona auténtica. Y la implicación de que esos rumores significaban que de alguna manera necesitaba cambiar algo en mi vida porque no estaba funcionando… Eso me pone triste”, afirma.

“Yo no miro la belleza de esa manera. Y no pienso en mí de esa manera. Me gusta mi peculiaridad extraña, mi mezcla de cosas extravagantes”, continúa diciendo para contestar por qué nunca se haría una operación para cambiar su aspecto físico.

“Eso es lo que me permite hacer lo que hago. No quiero ser otra cosa. La primera vez que me contrataron llevaba mis jeans azules, botas vaqueras y mi cabello alborotado. Empecé a trabajar así. No tuve que cambiarme para trabajar. ¿Para que iba a tratar de encajar entonces un estereotipo que no me pertenecía? No tiene sentido”, sentencia. Misterio resuelto.

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