A las 6 de la mañana hora española (13:00 horas de Tokyo) del 22 de octubre de 2019 arrancó la ceremonia de entronización de Naruhito. Han pasado casi seis meses desde la discreta coronación que le convirtió en el 126 emperador de Japón el pasado 1 de mayo. Por fin llegó la hora de sacar pecho, tronos y kimonos para lucir su monarquía y sus milenarios ritos de origen sintoísta ante el mundo entero. En tan solo media hora de ceremonia, protagonistas y testigos se han sentido trasladados a una época en la que el emperador de Japón era considerado una divinidad.
La gran ceremonia, a la que han asistido representantes de Estado y casas reales de más de 195 países (incluidos los reyes de España), se ha desarrollado en la imponente Sala de los Pinos del Palacio Imperial, donde tienen lugar las audiencias y eventos más importantes de la corte japonesa. Es la única sala del palacio con suelo totalmente de madera. Tiene un área de 370 metros cuadrados compuesta poe 87 tablas alineadas de madera de zelkova de 80 centímetros de ancho por 5,4 metros de largo y un grosor de 4,5 centímetros.
Pese al tamaño de la sala, no todos los invitados han vivido de primera mano los pormenores de la ceremonia. Durante la entronización de Akihito, el padre de Naruhito, en 1990, se intentó minimizar la distancia entre los invitados y la pareja imperial colocando unas sillas en el patio central frente a la majestuosa sala. En esta ocasión, debido a la lluvia, los asistentes han sido ubicados en el interior del palacio, ocupando tanto la sala principal como las habitaciones y corredores aledaños en los que se instalaron 30 monitores de entre 42 y 200 pulgadas que han retransmitido toda la ceremonia.
Las voces más críticas alegaban que ver la ceremonia a través de un vídeo, por muy directo haya sido, le restaba solemnidad. El gobierno respondió en su momento que el nivel de definición de las pantallas ha permitido observar con total claridad y gran nivel de detalle todo lo sucedido.
Esas pantallas han sido lo más moderno de un ceremonial que se repite idéntico con cada cambio de emperador desde el periodo Heian (entre los años 794-1185). Naruhito ha entrado en la sala ataviado con su sokutai, el ropaje de gala utilizado por el emperador y los nobles de la corte desde el siglo IX y reservado actualmente solo para las bodas imperiales y la ceremonia de entronización. Su diseño tiene características de origen chino y está compuesto por unos pantalones blancos de damasco (un tipo de tejido de seda muy elaborado) y una voluminosa túnica naranja, que oculta tres exquisitos kimonos superpuestos. El ropaje se complementa con un delgado cetro llamado shaku y una corona ceremonial que recibe el nombre de kanmuri.
El trono
Tras su lenta y majestuosa entrada, el emperador ha ascendido al colosal trono con dosel (takamikura) construido en 1915 para la ceremonia de entronización de Yoshihito. El diseño del trono, realizado en brocado de seda con una altura de 6,5 metros y un peso de 8 toneladas, representa el mitológico descenso a la tierra del nieto de la diosa del sol Amaterasu, enviado para gobernar Japón. Dentro de la estructura del trono se encontraban las tres reliquias sagradas que representan el poder temporal de cada emperador: una espada, un espejo y una joya sagrada recibidas por Naruhito en la coronación que tuvo lugar en mayo.
Lo más curioso de este trono es que cada emperador sólo se sienta en él una vez en su vida: el día de la ceremonia de entronización. El resto del tiempo, se conserva en la sala Shishinden del palacio imperial de Kioto. Su delicado desmontaje, traslado y montaje de Kioto a Tokio y viceversa se lleva una buena partida de los presupuestos relacionados con la transición entre emperadores.
El kimono
Detrás del emperador, ha entrado en la sala su consorte la emperatriz Masako, luciendo el juni-hitoe que ya vimos en su boda en 1993. El nombre de este complejo y elegante kimono significa “traje de 12 capas”. Todas las capas están confeccionadas en seda, incluida las prendas íntimas de seda blanca, y cada una tiene su propio nombre. El conjunto se cierra con una capa final o túnica y el peso total ronda los 10 kilogramos. Masako se ha sentado y ha permanecido en silencio durante la ceremonia en el michodai, el trono construido para la consorte, igual de elaborado pero más pequeño para no competir en majestuosidad con el takamikura del emperador.
Ambos tronos podrán ser admirados por los turistas de forma gratuita en el Museo Nacional de Tokio del 22 al 25 de diciembre y del 2 al 19 de enero de 2020. Después serán enviados de vuelta al Palacio Imperial de Kioto donde se conservarán hasta la ceremonia de entronización del próximo emperador.
El discurso
Desde su privilegiada posición sobre el takamikura, Naruhito ha dado un breve discurso anunciando su ascenso al trono. Acto seguido, el primer ministro Shinzo Abe, situado de pie frente al trono, ha tomado la palabra para felicitar al nuevo monarca e invitar a los asistentes a entonar la ancestral congratulación. Con los brazos en alto ha gritado tres vences “banzai” (que significa 10.000 años de vida al emperador) y ha esperado que los invitados le secundaran en el único momento participativo de todo el ritual.
Tras los 30 minutos de ceremonia, los emperadores se han bajado por primera y última vez de sus respectivos tronos y se han cambiado los atuendos clásicos por ropa occidental para realizar el desfile y recibir su tan esperado baño de masas. El mal tiempo ha llenado de paraguas los 4,7 kilómetros de recorrido y el coche oficial, un Toyota Century convertido en descapotable siguiendo los deseos del nuevo emperador, ha tenido que circular con su capota lamentablemente cerrada. La diosa del sol Amaterasu, no ha hecho acto de presencia en el día más mediático de la vida del nuevo emperador.
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