Nunca te fíes de las apariencias ni caigas en el error de comparar tu vida con la de los demás. Más que nada porque incluso aquellos que parecen tenerlo todo de cara a la galería también pasan por momentos de dificultad que ponen su mundo patas arriba. Por ejemplo, Brad Pitt, que sorprendía hace dos años admitiendo que se refugió en la bebida para superar su divorcio con Angelina Jolie.
Una época oscura que puso en peligro su carrera y su familia de la que el actor, afortunadamente, ya está totalmente rehabilitado. Eso sí, no solo bastó con su decisión de dejar el alcohol. Además de una fuerza de voluntad de hierro para no recaer, Pitt tuvo que pedir ayuda para lograr su objetivo. Y aunque sus seres queridos más cercanos se la ofrecieron, para él lo más determinante fue entrar en un grupo de alcohólicos anónimos a los que ahora, por primera vez, da las gracias de manera pública en una entrevista con el New York Times.
Allí habla de Ad Astra, la película que presentó hace unos días en Venecia y cuyo rodaje coincidió en pleno proceso de divorcio y lucha legal por la custodia de sus hijas. Unos meses que el actor recuerda llenos de soledad que le llevaron a caer en el alcohol.
“Por aquel entonces estaban pasando cosas en mi familia. Dejémoslo así”, afirma Brad, que se muestra totalmente honesto sobre lo mal que lo ha pasado a raíz de eso. “El hecho es que todos llevamos dentro mucho dolor, pena y pérdida. Nos pasamos la mayor parte de nuestro tiempo ocultándolo, pero siempre están ahí dentro de ti. Y tarde o temprano tienes que abrir esas cajas”, explica.
Cuando él lo hizo, obviamente, no le gustó lo que encontró dentro de ellas. Y viéndose al borde del abismo, Pitt decidió dejar a un lado las palabras de su padre con las que creció (“Sé fuerte y nunca muestres a nadie que eres débil”) y, nada más firmar el divorcio, ingresó en un grupo de alcohólicos anónimos para solucionar su problema.
Un acto valiente sobre todo tratándose de una estrella de su calibre, que se arriesgaba a que cualquier miembro de esos encuentros filtrara sus confesiones a la prensa. Pero no fue así. “De repente me encontré sentado en una sala rodeado de hombres que estaban contando sus problemas a desconocidos de la manera más honesta y abierta que nunca he visto”, recuerda.
“Era un espacio seguro donde nadie te juzgaba por lo que habías hecho, y por lo tanto, tú tampoco te juzgabas a ti mismo”, afirma. “Fue una catarsis. Me sentí realmente libre al poder enseñar mi lado más feo sin miedo a lo que pensaran, lo valoré mucho, sentencia Pitt, que desde entonces no ha vuelto a probar el alcohol. "Había llevado las cosas tan lejos como pude, así que eliminé mis privilegios para beber", concluye.
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