Es cierto: cuanto más caros pagamos los cosméticos, más nos preocupamos por la dosis que utilizamos. Sin embargo, en los productos más prosaicos como el champú, el acondicionador, la hidratante facial o la corporal vamos un poco a ojo. Y nos pasamos. Este descontrol no solo va en contra de nuestro bolsillo, sino que puede restarle efectividad al cosmético mismo. Por eso hemos consultado a los expertos cuánto exactamente hemos de aplicar para conseguir resultados y no desperdiciar ni quedarnos cortas. Y nos han sorprendido. ¿Por qué la jerga de la belleza sigue utilizando medidas tan vagas como «unas gotas» o «una nuez» si los que saben tienen tan claras las cantidades?
Vamos con los detalles. Esta es una apreciación suele ser cierta: nuestro pelo requiere mucho menos champú del que usamos. De hecho, los expertos de Redken aclaran que suelen usar el equivalente a una moneda de dos euros: lo mínimo. Emulsionan el producto en las palmas de las manos y lo concentran en la raíz, limitándose a añadir más agua para extender el champú. El acondicionador depende de la cantidad de pelo. Como regla general puede servir usar la misma cantidad que de champú en la raíz y a partir de ahí ir añadiendo para cubrir la totalidad de la extensión de la melena.
Pasemos al desmaquillante: basta con una pequeñísima cantidad,equivalente a una moneda de 20 céntimos de euro. Eso sí: por la noche se recomienda repetir la operación de limpieza dos veces. El serum y la hidratante, dos productos caros, si tienen una mínima densidad, basta con extender la cantidad equivalente a una moneda de diez céntimos del primero y una gota del tamaño de un guisante de la segunda. El contorno de ojos también requiere extremar la medida: basta con el equivalente a un grano de arroz en cada ojo. Generosidad con el protector solar: una cucharilla de postre para cara, cuello y escote y reaplicar cada dos horas. Si no logras una buena cobertura, este producto no te progeterá como debe.
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