Por el titular pensaréis que voy a hablar de esas personas que te piden contacto en LinkedIn (el nuevo Tinder, por cierto), y a las que rechazas porque no conoces de nada ni tienen nada que ver con tu vida profesional.
Pero no. Hoy me gustaría destacar que con esto de la cuarentena hay una ola de personajes del pasado que de repente aparecen de nuevo: amistades perdidas, ex novios, ex rollos. Personas con las que tuviste un contacto cercano y que de repente se esfumaron o simplemente os distanciasteis. Sencillamente, acabó, sin más dramas.
Ha sido esto de tener que quedarnos encerrados en casa, y que de puro aburrimiento nos haya dado por ordenar y ver álbumes de fotos, y recordar a esa persona a la que quizá ignoraste un poquito de más, y que con la distancia has caído en la cuenta de que era una tía estupenda. Y agarras el teléfono y ves que no tienes el suyo. El de las agendas de entonces era de cuando ni había móviles. Tampoco la tienes en tus redes sociales. Y buscas y rebuscas hasta que encuentras a un amigo común. Le asaltas, le pides su teléfono. Ese amigo común, que es mu largo, se ofrece nada más que a pasarle tu teléfono a ella, y que sea quien decide si te llama o no.
Sospecho que a muchos y a muchas se os ha aparecido así de repente una persona de la que hacía años que no sabíais nada.
A mí también, y es a mí a quien mi amigo me ha contado que me está buscando este hombre de mi pasado, porque según dice, tiene un paquete para mí. ¡Qué excusa más tonta! Tengo un perfil (profesional) muy alto en las redes y cualquiera puede averiguar dónde mandarme un paquete, y hasta llamarme por teléfono.
Pero no es eso, le conozco bien. Y ni siquiera es una de esas revelaciones de “me he dado cuenta de que era la mujer de mi vida y quiero decírselo”, no, es algo infinitamente más prosaico: quiere volver a darme la turra con sus cosas y sus escritos, y su yo yo y porque yo. Se le queda corto el público que tiene en casa.
No os equivoquéis, me ha llamado o escrito gente con la que hacía meses o incluso años que no hablaba, para saber de mí, cómo estaba, y eso me ha gustado mucho, me ha hecho sentirme querida. También yo he agarrado el teléfono y he tenido largas conversaciones con amigos lejanos. Esas conversaciones que no tenía antes porque iba como geisha por arrozal (como dice mi querida Amanda Peñuelas).
Pero hay que saber distinguir entre la preocupación y el cariño sincero, y el que te va a dar la turra como ha hecho toda su santa vida. Brasas no, please, que bastante tenemos con lo nuestro.
pd (Tú no le vas a llamar, ¿verdad?, porque yo tampoco)
#diasextraordinarios
#QuedaosEnCasaOnoVamosaSalirEnLaVidaCoño
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