Lo contaba el pasado lunes en ‘Sálvame’ el hijo de Lorenzo Sanz: las pérdidas de familiares por el coronavirus están contando con un plus de tristeza y dolor, porque no pueden entrar a despedirse de ellas y porque los velatorios, por razones sanitarias y para evitar el crecimiento de contagios, han quedado suprimidos. Las despedidas son frías y solitarias, como la vida de muchos españoles desde que se decretara el estado de alarma.
Otra de los miles de ciudadanos que han experimentado esa desoladora sensación y experiencia es Tamara Falcó, que el pasado viernes perdía a su padre, el marqués de Griñón, también por esta pandemia que ayer rozaba las 3.000 víctimas mortales. Carlos Falcó se iba un día después del Día del Padre, y con una bonita dedicatoria de su hija en Instagram.
«Ayer fue S. José y se me olvidó postear… Esta foto describe mi relación con mi padre… Papi tú no tienes Instagram, pero como siempre te enteras de todo lo que hago, que sepas que te quiero y eres el mejor padre que jamás podría desear», se puede leer al lado de una imagen de pequeña en la que Carlos la sostiene en el aire. La última imagen que encontramos en su red social. La última noticia que teníamos de ella.
Hasta hoy, que la revista ‘Lecturas’ ha publicado en su portada la imagen de Tamara, con una mascarilla de alta protección, guantes de plástico y vestida de riguroso luto. Una foto en la que solo se le ven unos ojos que son el reflejo de una profunda tristeza. La lógica y normal que siente una hija cuando pierde a un padre con el que tenía una relación tan estrecha como ella con el suyo.
La instantánea muestra a Tamara, que sufrió un ataque de ansiedad cuando le dieron la noticia mientras cumplía con el confinamiento, llegando al crematorio Sur de Madrid, donde se le ofreció un pequeño rsponso de apenas cinco minutos a Carlos, antes de ser incinerado. Una despedida atípica por las medidas excepcionales que aumentan el drama que ya es de por sí perder a un ser querido de manera exprés. Sin besos, abrazos ni gestos de consuelo. Y acompañada por dos de su cuatro hermanos de padre, Manolo y Xandra.
Está previsto que, una vez el pais retome la normalidad, se realice un funeral para poder despedirse en condiciones del marqués de Griñón. De la misma manera, sus hijos esparcirán sus cenizas donde él quería, en su finca toledana Casa de Vacas. Hasta entonces, su madre, Isabel Preysler, está siendo el soporte en el que desahogarse mientras asimila la pérdida.
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