Ángel Gabilondo: exfraile, padre de dos hijos y enamorado de su novia desde hace 25 años

Ángel Gabilondo (San Sebastián, 72 años) ya no va a misa, pero sigue siendo corazonista. "No todo vale, no todo da igual", se lee en la web del colegio del Sagrado Corazón de Jesús, orden donde el candidato socialista a la Comunidad de Madrid fue fraile y más tarde profesor. El lema encaja a la perfección con su estilo a pesar que dejó la institución a los 30 años, cuando perdió la fe e inició una carrera académica que le llevó a ser catedrático de Metafísica y rector de la Universidad Autónoma de Madrid.

En esa universidad conoció a Carmen Gallardo, doctora en Filología Clásica y su pareja desde hace más de 25 años. Antes, Gabilondo estuvo casado con Paloma Olmedo, madre de sus dos hijos. El mayor, Hugo Gabilondo es neurobiólogo y trabaja para la farmacética Lilly. El pequeño, Román, es diseñador. Ambos intentaron disuadirlo de entrar en política cuando en 2009 lo llamó José Luis Rodríguez Zapatero para ser ministro de Educación. Desde entonces, ha pasado más de una década en la que Gabilondo se ha curtido en política, y ahora vuelve a ser candidato a la Comunidad de Madrid por tercera vez.

La primera lo reclamó en 2015 Pedro Sánchez a pesar de que no tiene carné del partido, ni lo quiere. Es lo que lo libra de las guerras internas y es un buen salvavidas cuando la prensa le pregunta por ellas. "No entro en cuestiones orgánicas", replica con su tranquilidad habitual. Por eso dice Sánchez en Manual de resistenciaque lo rescató en 2015 para la política porque Gabilondo "no sólo es una referencia política, sino moral e intelectual para los madrileños".

Sus propias normas

Sobre ese carácter poco polemista, dicen quienes lo conocen que no son las polémicas lo que esquiva, sino el barro. Para explicarlo, sus compañeros recurren a su condición de "intelectual", suponiéndole a esa condición un poder sobre el carácter. Pero para comprobar que dar clase o publicar libros no conduce necesariamente a la templanza, no hay más que observar a Pablo Iglesias, también autor y profesor universitario, que acaba de anunciar que deja la vicepresidencia del Gobierno para optar también él a ser presidente de Madrid. Con su presencia en el ruedo electoral, los analistas auguran una campaña muy dura.

Gabilondo no ha caído nunca en la tentación de atacar de manera personal a sus oponentes. Y ha mantenido el tono reposado en momentos muy complicados. Algunos de sus defensores lo achacan a lo que aprendió en su casa paterna de San Sebastián: el quinto de los ocho hijos de Joxe Ignacio y María Luisa vivió en una familia con gente de todas las sensibilidades políticas –anarquistas, comunistas, nacionalistas…– y a sus padres los describe él mismo como "perdedores" de la Guerra Civil. Pero en un panorama donde la espectacularización de la política ha alcanzado cotas en ocasiones difíciles de creer, Gabilondo se ha convertido en carne de chistes y memes. "No soy tan estúpido como para que me parezca divertido que se rían de mí", respondió en referencia a este asunto a el diario El País hace unos días.

Qué hace un intelectual en política

Gabilondo, hijo de un carnicero y un ama de casa que no recibieron educación, es un intelectual. Pero no al estilo de los románticos, los ilustrados ni los de la Restauración, a quienes según el historiador Santos Juliá se los podía ver más pegados al poder que fiscalizándolo. Gabilondo tampoco hace una crítica total a la clase política –una de la supuestas tareas de un intelectual– porque forma parte de ella, pero cuando decidió meterse "en la boca del lobo", como le dijo su hermano mayor, el periodista Iñaki Gabilondo, marcó unos límites y no se los ha saltado. Quizás por eso, su perfil se ajuste más al que Juliá enmarca en "la tradición socialista, que está ahí como una especie de guardián contra el oportunismo y el sectarismo".

Juliá en un trabajo titulado Los literatos sin pueblo: la aparición de los ‘intelectuales’ en Españaachaca a los intelectuales en general cierta "aversión a lo concreto" que Gabilondo aprendió a superar cuando en 2009 casi logró un pacto de Estado de Educación con el PP.Al final de una larguísima negociación María Dolores de Cospedal dio un portazo y se negó a firmarlo. Una persona que estuvo en algunas de esas reuniones cuenta a Vanity Fair que cree que esa fue la primera vez que Gabilondo "vio la diferencia entre la política y los políticos".

Muy distinto a sus rivales

No sería la última vez, pues el vasco se ha encontrado en su carrera política con un tipo de rival muy parecida: duras, partidistas y además de conocedoras, muy pendientes de cómo funcionan los medios de comunicación y la opinión pública. La primera fue Cospedal, abogada del Estado, parte de la cúpula del PP y poco dada a las reflexiones o los discursos sesudos que sí le gusta de dar Gabilondo. Luego llegó Cristina Cifuentes, que ha demostrado dominar las cámaras y las redes sociales como pocas políticas de su edad y estilo. Y en 2019, una factoría de trending topics: Isabel Díaz Ayuso, a quien Gabilondo ganó en votos, pero un pacto entre la popular y Ciudadanos dejó al catedrático sin presidir Madrid. "Ayuso tiene del trumpismo la manera de tratar la verdad y los medios", ha declarado él sobre la manera en que la todavía presidenta de Madrid aborda la política. Ahora, además, tendrá enfrente a Iglesias, otro experto en copar el espacio mediático.

Por contra, a Gabilondo le definen los suyos "como un hombre de paz". La frase la acaba de pronunciar José Luis Ábalos destacando la necesidad de su candidatura para "rebajar la tensión y el tono en Madrid". Las declaraciones del ministro de Transporte y secretario de Organización del PSOE resultan llamativas teniendo en cuenta que él ha sido el artífice de la moción de censura que provocó que Ayuso anticipara los comicios madrileños y no hay duda de que el ambiente político se ha puesto patas arriba debido a esa decisión, además fallida. Pero Gabilondo, a quien lo que más le gusta es pasar su tiempo libre leyendo y paseando en la localidad gaditana de Zahara de los Atunes, no responde a los elogios y describe a los rivales, pero no a los compañeros: otra ventaja de no tener carné del PSOE.

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