La reina Isabel II ha pronunciado su tradicional discurso de Navidad este año, de forma excepcional, desde Windsor, donde ella y el duque de Edimburgo pasan estas atípicas navidades distanciadas por la pandemia. Sentada en su escritorio, delante de un bonito e iluminado árbol de navidad, la reina ha vestido un traje púrpura confeccionado por su modista personal Angela Kelly, y ha escogido de entre sus muchas joyas dos muy significativas. El broche de concha madreperla que ha prendido de su vestido está formado por hileras de diamantes y una piedra singular, y de él cuelgan varias hileras de diamantes. Diseñado por Courtauld-Thomson y fabricado en 1919 en Londres, perteneció a la reina madre y debía tenerle un cariño muy especial porque lo llevó en múltiples, incluso en su cumpleaños número 100. Desde que Isabel II lo heredó lo ha lucido en momentos señalados, como la boda de Zara Phillips con Mike Tindall o la inauguración de una escultura en memoria de su madre.
La reina lo acompaña por un collar de perlas de tres vueltas. Tiene varios de un importante valor sentimental y los utiliza con frecuencia. Fue la primera gran joya que recibió la reina cuando aún era princesa. Tenía nueve años cuando su abuelo, el rey Jorge V -el primer rey británico en trasmitir un mensaje navideño por radio-, regaló, por su Jubileo de Plata en 1935, este collar a la princesa Isabel y a la princesa Margarita, de cinco años, uno de dos vueltas.
Otro de los collares de perlas de tres hileras la reina le tiene un gran aprecio fue un regalo de su padre, el rey Jorge VI, cuando tenía 21 años. Lo llevó en su primer discurso navideño televisado en 1957, cuando todavía tenía 31 años y solo hacía cuatro que había sido coronada reina tras el fallecimiento del monarca.
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La reina británica de 94 años ha centrado su mensaje de este año en la pandemia y en las consecuencias para la sociedad de manera colectiva e individual, y aunque ella suele reunir una serie de fotografías en su escritorio como manera de hacer presentes a otros miembros de la familia real, en esta ocasión solo hay una imagen y es de quien la ha acompañado todos estos meses en Windsor: el duque de Edimburgo. La foto en la que el príncipe Felipe aparece vestido con camisa y un jersey azul y una pose informal, pertenece a su álbum privado y se cree que se tomó en Sandringham en 2002. Es, sin duda, una forma de agradecer que la haya acompañado en este raro 2020 a punto de concluir. La reina, que ha recordado a quienes han fallecido como consecuencia del virus, ha querido que su mensaje sea de aliento a su pueblo. "Sorprendentemente, un año que necesariamente ha mantenido a las personas separadas nos ha acercado, de muchas maneras", ha dicho y ha agradecido a los trabajadores de salud y a los voluntarios y a los jóvenes su solidaridad.
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El mensaje de Isabel II ha sido ese "simple abrazo o apretón de manos" que no pueden recibir quienes se mantienen aislados por la pandemia. "Si estás entre ellos, no estás solo. Permítanme asegurarles mis pensamientos y oraciones", ha dicho sin alusiones a la situación política del país o a su propia familia. La reina y el príncipe Felipe pasan solos la Navidad por primera vez desde 1949 cuando ambos viajaron a Malta. Este año, además, ha cancelado todas las celebraciones navideñas y su estancia en Norfolk.
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