Hace unos días Sarah Ferguson confesó la ilusión que le hizo aparecer en uno de los capítulos de The Crown, donde pudo verse interpretada por Jessie Aquilina mientras ultimaba los preparativos de su boda con el príncipe Andrés. La duquesa de York tuvo suerte y los guionistas de la serie pasaron por alto su primer encuentro con la reina Isabel II, un momento que al parecer fue tan desastroso como el fin de semana lleno de fallos de protocolo que Margaret Thatcher, otro de los personajes de la cuarta temporada, pasó en el castillo de Balmoral tras verse obligada a cumplir con este ritual de paso.
En el caso de Sarah Ferguson, tenía 24 años cuando fue invitada por la familia de su entonces novio a Sandringham House. Los padres de la duquesa, Ronald y Susan Ferguson, ya habían alternado en este mismo lugar con la familia real británica y le dieron unos cuantos consejos sobre la manera adecuada de comportarse en presencia de la reina Isabel II, pero aun así Sarah Ferguson acudió a Sandringham hecha un manojo de nervios y no paró de meter la pata. Así lo aseguró este fin de semana la experta en realeza Ingrid Seward en When Fergie Met The Monarchy, un programa especial de la cadena británica Channel 5 dedicado precisamente al paso de la duquesa de York por la Casa de Windsor.
El comienzo no pudo ser peor. “Cuando [Sarah Ferguson] entró en la sala de estar de Sandringham, tropezó con uno de los corgis de la reina y derramó su bebida”, contó la periodista en el programa.
Luego, llegó el momento de los saludos. Lo correcto es comenzar con una reverencia a la reina Isabel II y seguir por el resto de miembros de la familia real presentes según su rango y edad, pero Sarah Ferguson se hizo un lío y procedió de una manera mucho más democrática. “Estaba tan aturullada que pensó: ¿quién es toda esta gente? Así que les hizo reverencias a todos. Sabía que al menos así no daría un paso en falso”.
Ferguson, sin embargo, no salió del todo mal parada de Sandringham, donde a pesar de su torpe comienzo logró ganarse la simpatía de su exsuegra. “La reina adora los caballos y ella aprendió a montar cuando era solo una niña. El hecho de que pudiera acompañarla en sus paseos a caballo fue un gran plus”, destacó por su parte el editor de The Daily Mail Richard Kay, otro de los expertos participantes en el programa.
Peor fue, de todos modos, la salida definitiva de Sarah Ferguson de la familia real británica. Según se recordó también en el especial de Channel 5, los duques de York y sus hijas, las princesas Eugenia y Beatriz, estaban pasando el verano con la reina y el duque de Edimburgo en el castillo de Balmoral cuando, a finales de agosto de 1992, un tabloide publicó unas fotos en las que se veía a un empresario de Texas besándole los dedos del pie a Sarah Ferguson. Dicen que desde entonces Felipe de Edimburgo se la tiene jurada a su exnuera y que mientras él viva, los duques de York, quienes siguen viviendo juntos pese a estar divorciados desde hace casi treinta años, no podrán casarse por segunda vez.
Por lo menos, no hará falta ya que a Sarah Ferguson le presenten a su suegra.
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