La muerte de Mila Ximénez ha dejado un vacío en todos. La periodista vivió intensamente. En su época en Marbella, cuando estaba casada con Manolo Santana, era una habitual de los saraos, donde era una más de la ‘Jet set’. Luego, su estrella decayó, pero resucitó a finales de los noventa. Ya no le iba tanto la vida social, pero no despreciaba una fiesta.
Novedosa, intranquilizadora, inédita, sorprendente y chocante calma chicha en la actividad social madrileña, algo difícil de soportar tan dadas al traje largo. No hay fiestas, saraos, reuniones ni agasajos postineros como los que exaltó Perico Chicote en un pasodoble, yo diría que hoy ya convertido en casi melancólico himno ciudadano. Aquello de «en Chicote, un agasajo postinero» exaltado musicalmente por Agustín Lara, ¡Ay!, pasó a la historia y el actual calendario festero no ofrece ni calidad ni cantidad. Padecemos, pasamos y sufrimos auténtica pero no asumida, aunque alarmante, crisis social, tan diferente de aquellos gloriosos tiempos, que no eran los del cuplé, pero aunque casi. Documento de un Madrid socialmente siempre ávido de novedades y muy preocupado y cuidador de la estética indumentaria. Eso que generaba lucimiento, riqueza, aparatosidad ybeneficios.
Nada que ver con lo actual realmente preocupante. Se añoran con melancolía aquellas tardes-noche de los hoteles Ritz y Palace, también los fiestones en la discoteca Joy Eslava y los estrenos teatrales donde parecía obligatorio ir bien vestido. Todo lo contrario de lo presente, muy dado al descuido. Una lástima a la que nadie frena ni pone remedio. Es tristísimo, muy lamentable y sucede ante la dejadez y despreocupación oficiales, seguramente ocupados en otras cosas que no sonla imagen ciudadana.
En su tiempo, Barcelona creó ejemplo como ‘ciudad de ferias y congresos’ pero tristemente Madrid no está a la altura. A ver si lo remedian. Aunque tengo mis dudas, recelos y temores. No parece preocuparles nada, cosa que no ocurre con Mila Ximénez, ex de Manolo Santana, nuevamente tristemente de actualidad. Qué bien que se vendía y promocionaba. Sacó buen partido a su parece que inacabable y prolongada desgracia sentimental, qué manera de exprimirla…
Mila no tenía medida, pero merecería un monumento por su empuje, resistencia e insistencia, constancia, perdurabilidad ysacar provecho obsesionada por su hija Alba, a la que no crió, y Manolo. Habría que pedirle lecciones para resistir y vender lo que ella, y siempre estar de cuerpo presente. Se ve que no descansa en paz.
«Quiero morir bien. A los 70 sería supereducado morirse. Es una edad muy elegante, sólo me preocupa el dolor de los míos o que me vieran enferma», soltó hace un año sin perder sonrisa de lo mas cáustica e irónica este rostro finalista de grandes realities como ‘GH VIP’ y ‘Supervivientes’. Fue una imprescindible, combativa y carismática de Telecinco durante veinte años. Genio y figura, pues eso, ya pueden decir de ella.
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