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Georgie Dann falleció el 3 de noviembre a los 81 años. Fue el más aplaudido autor de la mal llamada ‘canción del verano’. Nadie se le asemejó ni llegó a competir con este francés de buena familia que llego a tener diez títulos sonando simultáneamente y compitiendo entre sí, supuso una apertura de algo nuevo en el mundillo de la canción ligera que revolucionó el genero dándole personalidad. Fue el indiscutible rey de la canción animadora de los veranos gracias a títulos como ‘El chiringuito’, ‘Carnaval, carnaval’ o ‘La barbacoa’.
Nacido en París en l940, era originario de una familia de artistas, de ahí que dudase dedicarse a la canción ligera donde, sin embargo y poco convencido, comenzó como intérprete. Lo hizo para ir tirando y mantenerse hasta que llegasen tiempos mejores, nunca estuvo convencido de su facultad compositora. Tuvo que convencerse al ver repetirse los éxitos tales como ‘Carnaval, carnaval’, ‘La barbacoa’ o ‘El chiringuito’, sin duda los más sonados. Éxitos lógicos en alguien con gran formación musical que tocaba varios instrumentos, aunque se especializó en el clarinete y decidiese dedicarse en los primeros tiempos al jazz y lo clásico.
Tras esa primera época, en seguida se orientó hacia músicas más rentables incluyendo la canción infantil aunque nunca dejó de presumir de sus años como saxofonista de Gene Vincent, el histórico del ‘rock &roll’. Al principio se dedicó a versionar en castellano títulos populares de Francia como ‘Capri c´est fini’ o ‘Aline’.
Tras cinco años en nuestro país, en 1969 dio con el primer gran éxito. Encontró la fórmula con ‘Casatschok’ luego seguido por ‘Juanita Banana’, gran éxito de Luisito Aguilé y ‘Porque un pijama’, hasta que chocó con la censura franquista por exaltar que «era mejor dormir sin ropa». Por hablar más de la cuenta al actuar, en Gandía lo denunció la Guardia Civil y fue castigado por «alteración del orden público».
Así era aquella España donde crecimos como pudimos y nos dejaron. La carrera de Georgie Dann revivió en 1975 con ‘El dinosauro’ y ‘La rana’, dos boberías que apenas gustaron. Siendo anulados por el boom de ‘El bimbó’, una manera de aprovechar el tirón turístico que entonces estaba en su mejor momento. Casi lo hicieron un himno playero. Tuvo olfato para crear e idear. Consiguió ver ‘El bimbó’ editado en otros mercados aunque Georgie siempre se quejaba de que en España no se valoraba su oferta profesional.
Se hizo imprescindible de los éxitos de temporada y enseguida fue el rey con un espectáculo que incluía media docena de bailarinas y hasta fuegos artificiales si el presupuesto lo permitía, que no era habitual. ‘El chiringuito’ fue su indirecta respuesta a la polémica por la legalidad de esos establecimientos playeros que transformaron nuestro vivir. En seguida vinieron ‘La barbacoa’, las alegorías eróticas bastante solapadas como ‘El conejo’, ‘La almeja’ o ‘La morcilla’. Era una España inefable siempre buscando el doble sentido como en las revistas de Colsada a fin de disfrazar lo evidente pero tan escandalizable y penado.
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