Hace un par de semanas, con motivo del 15º cumpleaños de la princesa Leonor, recordamos que esa fue la edad a la que su abuela conoció a don Juan Carlos. No fue un amor a primera vista. Según cuenta el escritor Màrius Carol en el libro Un té en el Savoy, la primera impresión que se llevó doña Sofía de “Juanito” fue la de ser “un príncipe un tanto gamberro y atolondrado”, y tuvieron que pasar siete años para que se fijara en él. Sin embargo, doña Sofía fue una niña enamoradiza. Cuando tenía 11 años, la reina incluso llegó a anunciarles a sus padres su compromiso de boda con un niño americano algo mayor que ella.
Así se lo contaba la reina Federica de Grecia a la mujer del general estadounidense George Marshall, el famoso secretario de Estado de la administración Truman, en una carta fechada en febrero de 1950. Recuperada este fin de semana por la cuenta de Instagram /reinasofiaarchive, la curiosa misiva da cuenta del agrado con el que los tres hijos de los reyes helenos habían recibido “la enorme caja de chocolates” que les habían enviado los Truman.
“Se comportaron como si nunca antes hubieran visto chocolate. Los tres se sentaron en el suelo y empezaron a meterse los chocolates en la boca con ambas manos”, le cuenta en la carta la reina Federica a Tupper Brown Marshall, tercera esposa del general.
Los Marshall también habían obsequiado a los tres príncipes con unos “pequeños bolígrafos”, y como para corresponder su gesto la reina le pasó a relatar a señora Marshall algunas anécdotas sobre sus hijos. A sus nueve años, el entonces príncipe Constantino había empezado a asistir a sus clases en un internado, mientras que la princesa Irene tenía solo siete y estaba muy apegada a su madre: un día, le había dicho que “cuando todavía estaba en el cielo” había visto a Federica en la Tierra y le había gustado tanto que le había dicho a Jesús que quería que esa adorable mujer fuese su madre. Doña Sofía, por el contrario, ya había comenzado a fijarse en los chicos.
“Sofía, mi hija mayor, nos ha anunciado a sus 11 años su compromiso con un niño americano de 13, un niño encantador llamado Allan Minor”, escribe Federica. “Sus padres son unas personas terriblemente agradables. Él es encargado de negocios (chargé d’affaires) cuando Grady (el embajador de Estados Unidos en Grecia) no está aquí. Están tan encantados como nosotros, aunque nos preguntamos si esto acarreará algún conflicto internacional. Lo más extraordinario es que, si bien “los prometidos” son bastante felices estando juntos, no sufren NADA cuando están separados. ¡Qué conveniente respecto a los adultos!”, bromea la que fuera suegra de don Juan Carlos.
Además de esta curiosa anécdota, la carta de Federica de Grecia revela la buena y provechosa relación que durante años mantuvo con el matrimonio Marshall.
Según cuenta el historiador Forrest Pogue en una de las biografías del general, la madre de doña Sofía y George Marshall se conocieron en 1947 por mediación del primer ministro británico Winston Churchill. Federica de Grecia se encontraba en Londres con motivo de la boda de la reina Isabel II con Felipe de Edimburgo y pidió entrevistarse en su apartamento del hotel Claridge’s con el impulsor del Plan Marshall. Quería conseguir su ayuda para paliar las devastadoras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en Grecia.
Una vez que Marshall dejó de tener influencia en el gobierno de Estados Unidos, Federica de Grecia comenzó a cartearse también con el presidente Eisenhower y, después, con J. F. Kennedy. A este último la madre de doña Sofía llegó a pedirle que la dejara ir de astronauta en uno de los primeros viajes espaciales, pero esa es otra historia.
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