QUÉ HA PASADO
• Guillermo y Estefanía pasan una noche juntos.
• Hayan el cadáver de Juan Zúñiga en casa de Maica.
• Fernando salva el bufete.
Justo está abatido tras su ruptura con Isabel pero, con la bondad que lo caracteriza, incluso le aconseja volver con Fernando: “Solo deseo que seas feliz”. Por si fuera poco, también anima a su rival a regalar a su esposa un viaje romántico por Italia.
Mientras, el inspector Figueras continúa con los interrogatorios sobre la muerte de Juan Zúñiga y acumula sospechosos: Beltrán, después de que Virginia contara que lo vio con él; Maica, por ser la beneficiaria del seguro de vida; y Marcelino, por haber ocultado que le llevaba comida.
Manolín y Emma siguen entusiasmados con la máquina recreativa de El Asturiano, hasta que se dan cuenta de que no son los únicos que juegan.
“Un tal AAA nos dobla en puntuación. ¿Quién será?”, se preguntan extrañados.
La mala reputación que le ha creado Visi empieza a afectar anímicamente a Benigna. Al verla, Socorro se preocupa por ella pero esta cree que lo único que pretende la hermana de Abel es sumarse a la causa y malmeter .
Será Sebas quién le quite esa idea: “Te equivocas. Habla maravillas. Está contando a todo el mundo que gracias a ti se terminó la droga en el barrio y que has hecho mucho bien”.
La situación económica del despacho se estabiliza, al revés que la vida sentimental de sus empleados: Justo no levanta cabeza y Guillermo se ha quedado prendado de Estefanía después de acostarse juntos.
Por su parte, Abel se da cuenta de que es mejor tener cerca a Beltrán que ser su enemigo: “Quiero pedirte disculpas. Eres mi familia y no el malo de esta historia. Por tus recomendaciones vuelvo a tener la consulta llena”. Satisfecho, su cuñado lo invita a pasar un día en el picadero “como en los viejos tiempos”. Aunque este rechaza la invitación, el teniente sí se va y allí asegura a Montero, el matón que lo protege, que él no tuvo nada que ver con el asesinato de Juan Zúñiga: “Sé que tengo todas las papeletas y debo buscarme una coartada”.
Ese mismo día, Maica recibe una carta con malas noticias. “Como heredera universal de su marido pasa a asumir sus deudas”, lee a Gorka, con quien vuelve a estar muy unida. Asustada, cree que van a quitarle el obrador y le preocupa decirle a Fabián que ya no puede pagar su matrícula para estudiar mecánica.
Sorprendidos, Emma y Manolín descubren que “el rey de los marcianitos” no es otro que Pelayo: “¿Cuándo lo haces? Si siempre estas detrás de la barra”.
Aunque al principio niegasu ‘vicio’, el tabernero acaba reconociendo que se queda una vez bajan la reja del bar.
Desde hace días, Marcelino nota a Manolita especialmente ausente y aprovecha la soledad de la noche para preguntarle el motivo y animarla: “Tranquila, Beltrán pagará por la muerte de nuestra hija y la de Juan Zúñiga. Te lo juro”.
Pero ella, mirándole fijamente a los ojos y temblando contesta: “No, no puede pagar por nada porque a ese hombre lo maté yo”. Confundido, pregunta: “¿Cómo? ¿Qué has hecho?”.
Y ella sigue: “Era la última oportunidad de hacer justicia por la muerte de Marisol”.
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