Crítica de ‘Amor para adultos’: un divertido thriller sobre infidelidades y asesinatos

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        Leonora (Sonja Richter) se sube la cremallera de su capucha roja para correr. Los truenos retumban. Va a ser una noche oscura y tormentosa, y ya sabes lo que pasa cuando alguien sale a correr en una de esas. Un narrador cuenta: «Casi todos los asesinatos tienen que ver con el amor«, dice. Es Holger (Mikael Birkkjaer). Está en un jardín de té con su hija (Katinka Petersen), contando la historia de un caso policial en el que estuvo. Un asesinato, por supuesto, hecho para que parezca un atropello. Christian (Dar Salim) se sienta al volante de una furgoneta blanca. Enciende el motor. Le pasa por encima a Leonora mientras corre por una carretera oscura y húmeda. Esto no es algo que uno haga normalmente a su esposa.

        Retrocede, unos días antes. Christian y Leonora discuten. Es de noche. Él acaba de recibir un mensaje de texto, los ha despertado y ella quiere saber el quién y por qué. Hace tiempo que las cosas no van bien entre ellos. Él tiene una empresa de construcción y ella era una joven violinista que lo dejó todo -carrera, amigos- para cuidar de su hijo enfermo Johan (Milo Campanale) durante muchos años. Ahora tiene 18 años, está a punto de graduarse y por fin se recupera, caminando con una sola muleta. Leonora tenía razón en sus sospechas. Christian ha estado pensando en Xenia (Sus Wilkins), la arquitecta de su actual proyecto de trabajo, y no deja de decirle y de repetirle que se va a divorciar de Leonora para que puedan estar juntos definitivamente.

        Mientras tanto, Leonora se enzarza en una discusión con el dependiente de una gasolinera sobre el lavado de coches que requiere una tarjeta que debe pagar para llenarla con un número par de créditos aunque el lavado cueste una cantidad impar, algo que parece un detalle de usar y tirar, pero más vale que a estas alturas sepas que hay que hacer esas suposiciones.

        A Leonora se le deben dar bien las matemáticas, ya que empieza a sumar dos y dos sobre su marido y Xenia. Un poco de acoso en Facebook y la visita al trabajo de él, donde lo ve haciendo un poco de lo suyo, lo confirman. Prometo que no estoy cotorreando demasiado, porque una vez que damos con el gancho narrativo, que ya vimos en las primeras escenas, es cuando la trama se vuelve demasiado jugosa como para resumirla. En fin, Leonora se enfrenta a Christian. Resulta que ha estado falseando los libros en el trabajo. Si se divorcia de ella, pues bien, ella lo delata y él puede disfrutar de la rara visita conyugal con Xenia. Ahora Christian tiene lo que un policía como Holger llamaría «motivo», para hacer crujir a su mujer bajo los neumáticos de la furgoneta, mientras la hija de Holger escucha atentamente

        ‘Amor para adultos’: crítica de la película

        Es una de esas tramas autocontenidas y ordenadas en las que nada deja de ser digno de mención, por insignificante que sea un detalle. Es una película artificiosa, sin duda, pero al menos está bien pensada y bien urdida, contada con claridad visual y narrativa y con profesionalidad, repartiendo desarrollos convincentes (y tal vez uno o dos giros) con regularidad, pero nunca de forma demasiado atroz. La directora Barbara Topsoe-Rothenborg no está interesada en la ambigüedad, sino que se mantiene relativamente directa y evita la exagerada e involuntaria tendencia de, por ejemplo, Deep Water.

        Bueno, no le interesa demasiada ambigüedad. Detrás de las fachadas de los personajes hay suficiente para preguntarse cómo han llegado a este nivel de compromiso moral, qué les ha hecho ser quienes son y si alguien puede vivir consigo mismo. El resultado es lo suficientemente pulposo y jugoso como para engancharnos y atraparnos.


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