El pasado fin de semana, cuando los raperos sevillanos SFDK llegaron al festival BioRitme para actuar, se encontraron con una sorpresa inesperada: debían recibir un curso de formación de género, como el resto de artistas del cartel. Se negaron, y se les permitió actuar. Pero, durante el concierto, una asistente acudió al Punto Lila (donde se denuncian las posibles manifestaciones de machismo dentro del festival) y puso una queja argumentando que el contenido de las letras de la banda de rap estaba hiriendo su sensibilidad.
La respuesta de la organización fue fulminante: se dirigieron al equipo de SFDK y volvieron a ofrecerles asistir al curso, recibiendo la misma respuesta: no. Según los responsables del festival, «los mánagers del grupo cuestionaron, ridiculizaron y deslegitimaron la comisión de género del festival» y, en consecuencia, se les comunicó que nunca volverían a ser contratados por BioRitme.
El veto ha desatado una oleada de críticas en las redes sociales, y también entre los músicos. «Evidentemente, es necesario tomar conciencia sobre las desigualdades de género», apunta Lichis. «Pero eso de exigir la asistencia a un cursillo de formación, impartido por gente que no se sabe si son especialistas, y si no te censuro y no vuelves al festival… Esa no es la manera. Lo malo es que cualquier voz crítica con la forma en que se están tratando algunos aspectos de la lucha de género, se arriesga a ser tachado de machista, como mínimo. Además, hay hay una actitud peligrosa, que es la de tratar de aprovechar que los músicos tienen mucho público y de que cualquier cosa que se diga sobre ellos tiene altavoz. Se aprovecha de forma ligera, y da igual quien caiga, lo importante es concienciar».
Adriá Salas, el cantante de La Pegatina, no quiere «entrar a valorar este caso concreto», pero asegura que le «encantaría que hubiera cursos de formación siempre». En cualquier caso, este periódico ha confirmado que no hay nada parecido en festivales como DCODE, Mad Cool, Sonorama o Download, y la asociación Mujeres en la Industria de la Música, muy activa en este terreno, tampoco conoce ningún otro festival donde se obligue a los artistas a asistir a un curso de estas características.
«Es una decisión de un festival, que no habla en nombre del movimiento feminista ni lo representa. Es un evento privado que puede equivocarse como le dé la gana», opina Víctor Cabezuelo (de Rufus T. Firefly), que añade: «Utilizar estas noticias para manchar el movimiento feminista me parece mezquino y oportunista». Pero no se trata de manchar nada, sino de señalar errores, excesos que afectan a la libertad artística. Cuando la formación no es voluntaria, es adoctrinamiento.
Del feminismo al absurdo
«Es que es un disparate, ¿a dónde vamos a llegar?», opina Andreas de O’Funkillo sobre el curso. «Como dicen los Ilegales, vamos a vivir rodeados de “ofendidos profesionales”». Precisamente, su líder, Jorge Ilegal, achaca estos fenómenos a que «la tendencia ahora es ser prohibidor vocacional». «Poco favor al feminismo hacen estas situaciones absurdas», apunta Sr. Chinarro. Desde el mundo del heavy también han llegado apoyos para SFDK. «Cualquier censura es una ventana que se cierra para que la brisa de la libertad airee esta habitación tan cargada de vendettas políticas. Todo mi apoyo a SFDK y todo aquel músico al que quieran dejar mudo por pensar distinto», dice Txus de Mägo de Oz.
Ramoncín, experto en el tema a su pesar, cree que «las cosas están cambiando hacia una dirección que no me gusta nada, y la cosa va a ser muy dura, porque la función del arte en la sociedad es meter el dedo en la llaga. “Marica de terciopelo” se la canté a un franquista en directo, en 1978, ante una audiencia de 19 millones de personas, reivindicando el colectivo LGTBI cuarenta años antes de todo esto que está ocurriendo. Me parece alucinante. Las cosas han cambiado y hay que decirlas de otra manera, pero de ahí a evitar que alguien actúe…».
Zatu, uno de los componentes de SFDK (que por cierto tiene varias canciones contra el machismo), se lamentaba en Twitter de que la polémica afectase a personas cercanas «desmerecidamente». «Siento que os comáis toda esta mierda», tuiteó el rapero, que a última hora de la tarde de ayer reaccionó al segundo comunicado del festival: «Ayer me hicieron llegar la noticia de que se iban a disculpar con nosotros, y hoy me levanto con esta broma». En efecto, BioRitme no sólo no se disculpó, sino que señaló al «sensacionalismo de los medios» como culpable de empeorar la situación. Pero las miles de reacciones en contra en las redes no son sensacionalismo. De hecho todos esperamos con impaciencia un tercer comunicado, en el que se anuncien las medidas que se tomarán contra los programadores que contrataron a un grupo tan machista.
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