Desde siempre, en la industria de la moda, septiembre es como el mes de enero para el resto del mundo. El momento en el que empieza todo. En esos 30 días marcas y diseñadores presentan al público (y, más importante aún, a sus compradores) sus propuestas para el verano siguiente a través de sus fashion weeks: ese vestido tan bonito que no has parado de llevar en los últimos meses fue concebido hace más de un año por las personas que mueven los hilos de las tendencias. Y en este escenario, Nueva York, la primera semana de la moda de las big four (le siguen, en este orden desde hace 50 años, Londres, Milán y París) ha sido durante décadas el pistoletazo de salida de cuatro semanas asociadas al glamour y a cierta frivolidad que en realidad mueven un negocio global de 406.000 millones de dólares, con todo lo que eso implica. Un ciclo inamovible, el del prêt-à-porter, que hasta ahora había sobrevivido incluso al llamado fast-fashion y a la nueva (trepidante) velocidad a la que consumimos ropa. Pero entonces llegó 2020, una terrible pandemia con una evidente crisis detrás y la moda, como tantas otras industrias, ve cómo se tambalean sus cimientos. El show no quiere parar pero, ¿podrá continuar?
El Council of Fashion Designers of America (CFDA, organizador de la semana de la moda neoyorquina oficial) acaba de anunciar el próximo calendario oficial de desfiles de NYFW, que se celebrarán entre el 13 y el 17 de septiembre. Tres días, en realidad, porque el primero tan solo se presentarán la colección de Jason Wu y un desfile conjunto de tres diseñadores emergentes englobados en la plataforma Harlem’s Fashion Row. Ambos eventos se enseñarán al mundo de manera virtual, a través de la plataforma digital Runway360, “que permite a las marcas la flexibilidad de mostrar sus colecciones en una variedad de formatos y en un momento más convenientes, y que involucra a la prensa nacional e internacional, a los consumidores y a los minoristas, la mayoría de los cuales no pueden viajar a Nueva York actualmente”, ha informado la organización a través de una nota de prensa. Aunque no especifican cuáles, aseguran que esta edición será de un híbrido entre desfiles presenciales y online, y que apoyarán a aquellos diseñadores y marcas que no puedan hacer sus presentaciones ahora mismo (muchos no han podido trabajar en las colecciones por el confinamiento, el pasón del negocio y el cierre de fronteras) cuando decidan hacerlas.
Sin embargo, lo más llamativo no es lo innovador del formato, sino los nombres que no están en el calendario. Marc Jacobs, Ralph Lauren, Pyer Moss, Michael Kors, Oscar de la Renta, Proenza Schouler, Telfar, Brandon Maxwell, The Row, Vaquera, Christopher John Rogers, Batsheva o Prabal Gurung son algunos de los referentes de esta pasarela y no aparecen en la lista. Con perspicacia, la periodista de moda del New York Times Vanessa Friedman, citaba en Twitter quién sí que estaría: “¿Marchesa?”, se preguntaba sobre la marca de Georgina Chapman, exmujer de Harvey Weinstein que desapareció unas temporadas del circuito tras el escándalo y el divorcio de su marido.
Tal y como apunta Friedman, la desaparición de la semana de la moda de Nueva York no parece estar en el horizonte por el momento, pero sí una evidente señal de que este sistema bianual de desfiles y compras (también se celebra en enero) está palideciendo. Algunos usuarios en Twitter comentaban al respecto que esta es una gran oportunidad para volver a ser relevantes en el futuro, y que ya consumimos moda de una manera muy diferente a cuando los desfiles lo eran todo. Además, en el calendario siguen manteniéndose algunos pesos pesados como el citado Jason Wu, Tom Ford o Carolina Herrera.
Lo que no se repetirá, al menos esta vez, es el frenesí que el ecosistema de la moda vivía hasta ahora en estos días. Tal y como cuenta la diseñadora Rebeca Minkoff(habitual de NYFW) en Business of Fashion, en sus presentaciones solía contar con unos 800 invitados. Ella es una de las pocas que mantendrán sus desfiles presenciales, con un aforo muy limitado. Desde 2015 muchos desfiles se llevan a cabo en las plantas baja, 2, 5, 6,7 y ático del edificio de los Spring Studios de la ciudad. Este año tan solo podrá haber 50 invitados por show y el ascensor estará limitado a cuatro usuarios al mismo tiempo. Ni rastro habrá de la carpa de entrada, que apelotonaba a cientos de invitados, modelos, celebridades y profesionales.
El experimento de Nueva York determinará si es posible lograr que la gente preste atención a una semana de la moda digital. Ya antes de la pandemia NYFW luchaba por atraer el tipo de marcas globales que arrastran consigo a una multitud internacional de editores, compradores y celebridades, tras la espantada en las últimas ediciones de relevantes firmas como Alexander Wang, Victoria Beckham o Delpozo. Veremos cómo reaccionan después Londres, Milán y París.
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