No, no estás en casa porque estés mala, te encuentres mal, estés deprimida o cualquier cosa acompañada de negatividad. Lo estás porque eres una persona responsable, solidaria y quieres ayudar a una situación que de primeras no es normal para nadie, pero que si no ponemos nuestro granito de arena, puede ser mucho peor para todos. Así que vamos a pensar en positivo y empecemos por arreglarnos para estar en casa. Sí, para estar en casa, teletrabajar, cuidar de los hijos, ver películas de Netflix o leer todas las revistas de Hearst si no tienes ninguna otra obligación.
Y es que, aunque no te lo creas, seguir con la rutina diaria, pero adaptada a las nuevas necesidades marcadas por el coronavirus, es fundamental para normalizar la situación. Es decir, que si cada mañana te levantas, te metes en la ducha, te vistes y te maquillas para ir al trabajo, lo ideal sería que hicieras lo mismo antes de sentarte delante de tu portátil en tu salón, pero adaptado al nuevo escenario.
Si lo piensas bien, lo bueno de trabajar desde casa es que puede vestir como si cada día fuera un casual day (y olvídate del pijama a lo Bridget Jones, por favor). Pantalones jogger, de algodón, estar descalza con tus calcetines preferidos, o ponerte camisetas y una sudadera puede ser la opción más viable. Y para aquellas que detesten el chándal incluso de puertas para adentro, un buen pantalón fluido de punto y una casmisa ‘oversize’ será el uniforme casero perfecto. La ropa de algodón te permitirá estar cómoda y moverte libremente y no tienes porqué renunciar a estar estupenda. Recuerda que estar en casa no es sinónimo de descuidarse ni un momento 😜
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