"¿Qué es la elegancia? ¡Agua y jabón!". Quién nos iba a decir que esta frase, una de tantas citas geniales del fotógrafo -por nombrar una de sus múltiples facetas- Cecil Beaton iba a presidir de forma literal nuestras vidas. Pues bien, así ha sido y no tienen más que ver a Pierpaolo Piccioli en el saludo final al término del desfile primavera-verano 2021 para constatar que todo ha cambiado… Y, de momento, no parece que para que todo siga igual. Salvo, quizá, por una cosa. La colección de Valentino es tan bonita como de costumbre y es más que probable que al verla, y por primera vez en meses, haya deseado la ropa de forma compulsiva.
"Westminster es la elegancia en persona: nunca lleva nada nuevo", cuenta Coco Chanel en El aire de Chanel. "El hombre más rico de Inglaterra y quizá de Europa", añade, "llevaba las mismas americanas desde hace 25 años". El duque se antoja el mejor ejemplo a seguir hoy. Y, desde luego, si busca una chaqueta que le dure un cuarto de siglo, que sea la de Dior.
Hablando de la nueva colección de Maria Grazia Chiuri, la diseñadora admite que el confinamiento y las reuniones por Zoom le han obligado a crear una "nueva silueta Dior, fundamentalmente a partir de tres prendas, la chaqueta, la camisa y el pantalón" y que dista mucho de la tradicional de la casa -piense en el opulento New Look-, pero que confía refleje nuestro nuevo estilo de vida. "Cruzo los dedos", comentó. Abajo, un ejemplo de este "atuendo apto para las reuniones de Zoom", kimono y turbante incluido.
Si, con todo, no pierde la esperanza de que todo cambie para que todo siga igual, lo suyo es Chloé. Los vestidos de Natacha Ramsay-Levy son todo lo que puede desear -femeninos, delicados, especiales…- pero, además, la diseñadora ha extraído también la correspondiente lección de la pandemia: a la pregunta ¿cómo vestiremos en el futuro?, ella responde con camisolas plisadas, encaje de Valenciennes, cuellos bordados, túnicas de algodón, volantes, croché… Lo que necesitamos para levantar cabeza, vaya.
Si necesita algo más explícito que la broderie anglaise, no se preocupe: he aquí el vestido Hope de Chloé, inspirado en la obra de la artista estadounidense Corita Kent.
Una de las consecuencias –menos graves, eso sí– del confinamiento fue el cierre de las peluquerías. A Isabel Marant poco pudo importarle. La diseñadora francesa dejó de teñirse las canas hace tiempo, fue una precursora en una tendencia estética a la que se ha acabado sumando hasta alguien tan poco sospechosa de descuidar su aspecto como la reina Letizia. La imagen de Marant al final de su desfile, con sus cabellos plateados recogidos en un moño quinatesencia del chic francés -piensen en el de Edmonde Charles-Roux– resulta tan inspiradora como su propuesta para la temporada que viene. "Para mi, la moda trata de disfrutar la vida. Tiene que ser positiva, liberar la energía de la gente y dejar atrás las malas vibraciones". Una frase que pide mármol.
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