“Exhibir en el Château de Chenonceau, el Castillo de las Damas -en el valle del Loira francés-, era una elección obvia” dice Virginie Viard sobre su último desfile, dedicado el talento de los artesanos que trabajan para Chanel. Diseñado y habitado por mujeres -incluidas Diane de Poitiers (la poderosa amante del rey Enrique II) y Catalina de Medici (cuyo emblema era un monograma compuesto por dos C entrelazadas, como el de la firma francesa)- ha sido el escenario escogido por la diseñadora francesa, que cogió el testigo de Karl Lagerfeld tras su muerte en febrero de 2019, para presentar la colección Métiers d’art 2020/21. Uno de los shows más especiales de la firma ha sucedido en uno de los momentos más convulsos para el mundo, ergo, también, para la moda. El lujo no escapa a la realidad (el público, por primera vez, era una única persona: la actriz e imagen de la marca Kristen Stewart) ni a los mercados (las mejores previsiones por el impacto de la pandemia hablaban de una caída de las ventas en el sector entre el 20% y el 30% este año), pero hoy hemos visto que Chanel mantiene intactas las sólidas bases en las que se apoya. Y eso es mirar al futuro.
Esas bases son detalles tan aparentemente pequeños como un botón-joya, un bordado hecho a mano, un sombrero a medida o un encaje artesanal. Pequeños en apariencia, cuidado, porque sobre ellos se ha construido la esencia, la imagen y el imperio que es hoy Chanel. Durante las últimas dos décadas la casa francesa ha ido comprando algunas casas de artesanía que funcionaban como proveedoras, asegurando su supervivencia. Les dio un futuro, pero también un impresionante desfile anual: desde hace más de 15 años, todos los meses de diciembre celebra su talento con una colección especial. ¿En qué prendas se ha visto hoy su mano? En “un vestido largo de encaje negro compuesto por celosías rematadas con tachuelas realizado por Lemarié; en la parte superior de un vestido de damasco bordado íntegramente por Lesage; en las sandalias de plataforma plateadas brillantes de dos tonos y las botas negras cónicas con puños doblados y tacones altos fabricados por Massaro. ¡Y en un gran sombrero negro de Maison Michel, para un look muy Milady! También le pedí al Atelier Montex que hiciera bordados del castillo al estilo de un juguete infantil en strass. Porque me gusta que todo se mezcle, todas las épocas diferentes, entre el Renacimiento y el Romanticismo, entre el rock y algo muy femenino, todo es muy Chanel”, describe Viard ante la prensa.
Esas dos últimas palabras -“muy Chanel”- resumen a la perfección la continuidad del mensaje estético de Viard. La marca se ha esforzado durante años en que Chanel no se convierta en un adjetivo para describir nada más de lo que sucede fuera de su firma, con algunos recordatorios a medios de comunicación, anunciantes y miembros de la industria sobre el buen uso de su nombre (nada de decir que “una chaqueta Chanel”, si no está fabricada por ellos, o que tal prenda está “chanelizada”), pero lo cierto es que los códigos que la identifican son tan reconocibles, tan identificables y tan personales que Chanel es un adjetivo excepcional. “Muy Chanel” son los leggings que asomaban bajo los largos abrigos y las faldas asimétricas del desfile, porque llevan a 2020 el enfoque pragmático de Gabrielle Chanel. “Muy Chanel” son los zapatos bicolores que llevaban las modelos a sus pies, esta vez con tacones casi planos pero con una dosis de fantasía en forma de brillantina. “Muy Chanel” son los rombos que han impregnado la colección, de vestidos a faldas, y que toman el motivo más reconocible de la marca -el acolchado matelassé- de una nueva forma. Una falda larga de tweed geométrico con flecos, looks en blanco y negro, unos bordados florales inspirados en los jardines de este castillo. “Muy Chanel” han sido, también, los chalecos, vestidos y mangas de punto, con un aspecto tan reconfortante como lujoso.
Muy pocos diseñadores, y menos marcas aún, impactan tanto en las vidas de las personas como para convertirse en un adjetivo. Por ello no erramos al decir que es “muy Chanel” mantener la artesanía como una parte esencial del lujo, ni que es “muy Chanel”hacer de ella un plan de futuro. En 2021 la marca inaugurará una superestructura al noroeste de París, un edificio llamado 19M y diseñado por el arquitecto Rudy Ricciotti, donde agrupará a todos los talleres de Métiers d’art. No sabemos cómo será el mundo entonces, ni cómo vestiremos, pero sí podemos contar con que su desfile de artesanos volverá a cerrar el año.
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