“De mí se ha dicho que soy fría, esnob y distante. Pero los que me conocen saben que no soy nada de eso. Y de ser algo, soy justo lo contrario”. Así trataba de autodefinirse Grace Kelly, la princesa de Mónaco, la madre, la esposa, la amante, la mujer que hizo de Hitchcock el eterno buscador de rubias, la actriz que lejos de pecar de distante mantuvo idilios con un gran número de sus compañeros de reparto. Pero tal y como ella misma afirmó, los que la trataron saben que su compleja personalidad distaba mucho de la simple y prototípica imagen de niña buena que la persiguió durante toda su carrera. Nos gustan las ecuaciones que tienen solución. Nos gustan las estrellas cuya imagen podemos entender y controlar.
En cualquier caso, Grace parecía disfrutar de esa inocente mentira en la que vivía y se presentaba ante los medios con el moño italiano, los pendientes de perlas, los pantalones de pinzas de cuadros vichy y el cárdigan verde agua perfectamente abotonado. Y qué maravillosa sorpresa era descubrir que detrás de esa gélida aristócrata había una mujer cercana y parlanchina que adoraba flirtear. Qué fantástico descubrimiento era desabrochar todos y cada uno de los botones de ese cárdigan y no hallar ni un recatado vestido ni una combinación.
© Ilustración: Mar Lorenzo/ Fotografías: cortesía de Rouje y Getty Images.
La moda es misterio. Es jugar a ser quien eres y no eres, y en esa construcción, encontrarte. Y el cárdigan no solo se ha convertido en una pieza esencial en la partida, sino en una de esas prendas que toda la industria de la moda al completo ha abrazado con independencia de su significado: sí, Grace Kelly lo convirtió en patrimonio de las chicas buenas, pero Marilyn Monroe nos enseñó a llevarlo una talla más pequeña para marcar todo lo que había que marcar (que era mucho) y Winona Ryder (y Miu Miu, y Susie Cave y Dita Von Teese) hizo de él un tesoro de chicas que hablan poco, leen mucho y tienen la piel muy pálida. Pocos modelos pueden presumir de contar con tantas versiones de sí mismo y de haber trascendido su objetivo inicial. Quizá los vaqueros y el vestido negro, pero ellos juegan en la liga de las prendas extraordinarias y al cárdigan todavía le queda un poco para ingresar en la misma.
Look de Prada.© GettyImages.
Este otoño-invierno, la historia de esta rebeca que puede ser ancha o amplia pero siempre se abotona en el centro promete escribir un nuevo capítulo: el cárdigan como máximo exponente del nuevo lujo a través de ediciones limitadas, costosos bordados y adornos en forma de joya; y como como pieza clave de estilismos de fiesta, un territorio que nunca antes se había atrevido a transitar. Quizá sea el último y definitivo paso para alcanzar el estatus de pieza icónica que más tarde o más temprano está abocado a alcanzar o quizá su éxito sea tan efímero como el de una canción del verano cualquiera. Las chicas buenas y malas, y pálidas, y sensuales, y calladas, y parlanchinas que están por venir lo decidirán.
De momento: juguemos a ser quien queramos ser con estos 10 cárdigans de Zara, Mango y compañía que son lujo y son tendencia.
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