En primavera, las flores están por todos lados, también en el armario. Y aunque a Miranda Priestly no le parecieran nada rompedoras en El Diablo Viste de Prada, bien es cierto que cada año llegan con alguna fórmula que da un giro de tuerca al clásico estampado floral. Este año, sin ir más lejos, además de instalarse (cómo no) en los mini vestidos de la temporada, las flores se adueñan también del joyero de la temporada dando forma a pendientes de carácter maximalista, collares de aspecto naïf y anillos noventeros.
Margaritas, tulipanes o rosas se convierten así no solo en protagonistas de las tendencias en joyería y bisutería, sino en los accesorios capaces de transformar incluso los looks más sencillos.
A pesar de haber invadido las novedades de las firmas por completo, en pasarelas no han sido las joyas más populares, habiendo hecho únicamente pocas pero llamativas apariciones, como es el caso de los collares y pendientes florales de Carolina Herrera.
El éxito les viene dado debido a la corriente enfocada a las joyas de aspecto infantil que lleva posicionándose como todo un must estival desde hace ya varias temporadas. Lo que comenzó siendo una fiebre por los collares de bolitas multicolores, ha ido avanzando, recuperando otras joyas de los años 90 y llegando a dar forma a gargantillas con forma de flores, grandes pendientes en 3D de flores o anillos de plástico multicolores con una flor como protagonista.
Asimismo, las joyas florales también han aparecido de forma sutil en el street style, especialmente en formato pendiente. Además de las opciones de resina o plástico, en Instagram están arrasando los de margaritas hechos de crochet, un diseño que Liza Minelli ya lucía hace décadas.
Pendientes, collares y anillos de inspiración floral
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