Desde que empezó el nuevo milenio han sido muchos los diseñadores que han intentado que los hombres vuelvan a llevar falda, e incluso algunas revistas han bautizado a la prenda como ‘mirt’, el acrónimo de ‘men skirt’ (falda de hombre en inglés). Pero si echamos mano de los libros de historia, este término sería un redundancia, ya que hombres y mujeres han compartido vestuario hasta bien entrado el siglo XIII.
Durante los imperios egipcio, griego y romano la prenda principal eran metros de tela (a semejanza de un pareo) en diversos tamaños que se ceñían al cuerpo. Se podía llamar shenti, quitón o toga pero siempre era llevado por hombres y mujeres con ligeras diferencias según su ocupación o clase social. Los pantalones estaban reservados para los soldados y no se popularizaron en Europa hasta que llegaron los pueblos bárbaros del norte. Primero se llevaron bajo las túnicas, luego las mismas se fueron acortando hasta que se convirtieron en camisas, dejando ver por primera vez estos bombachos que ya solo llevaban los hombres. Una vez que las faldas desaparecieron de los armarios de los hombres sólo nos quedó Escocia y sus kilts para verlos enseñando las rodillas y peleándose con el viento. Imposible olvidar los impecables estilismos de Sean Connery o el Príncipe Carlos durante los años 90.
Lo cierto, es que las faldas escocesas nos han dado mucho juego a lo largo de los años, también en versión mucho más punk. Vivienne Westwood es la responsable. La diseñadora londinense, encargada de reinventar los símbolos de Gran Bretaña y hada madrina de varios movimientos underground, ha subido a la pasarela en varias ocasiones a hombres con falda.
En España hemos podido ver recientemente a Nacho Duato, Joaquín Cortés o al influencer Pelayo Diaz posar con faldas -por no hablar de Miguel Bosé-, aunque siempre en contextos artísticos. Aunque para artísticos los modelazos que se marca el actor Billy Porter en cada alfombra roja que pisa. Difícil olvidar la espectacular falda con volumen combinada con un smoking que lució en la ceremonia de los Oscars de 2019. De la mano del diseñador Christian Siriano nunca ha dejado de sorprendernos en lo que para ambos es, más que una decisión estética, un claro acto de activismo político y social. Todavía falta tiempo, si es que el momento llega, de que veamos a cualquiera de ellos ir a por el pan con esta prenda.
Quién si se ha atrevido a ir vestido con falda (¡y tacones!) al supermercado, a cenar, e incluso al trabajo es el ingeniero informático Mark Brian. Un americano afincado en Alemania que desde hace cuatro años ha incorporado a su vestuario estas prendas. Se describe como heterosexual, casado y amante de los porches y las mujeres bonitas. Desde su perfil de Instagram comparte a diario sus looks donde mezcla taconazos de vértigo con americanas y corbatas. Su particular lucha, dice, contra los estereotipos de género.
Quién sabe si mucha gente seguirá el ejemplo de Brian en los próximos años o si definitivamente la falda conquistará el armario masculino como ya lo hizo el pantalón con el de las féminas. Mientras tanto, seguiremos suspirando con Harry Styles, que tiene bien puesto, hasta el apellido.
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