En julio del año pasado, Jeanne Damas, perfecta embajadora del ansiado estilo effortless francés, apareció en la semana de la moda de París luciendo un bolsito de estilo retro, de rafia entrelazada (tejida a modo de crochet) que se convirtió en el centro de todas las miradas. Durante aquel verano, Jeanne lo volvió a llevar en más ocasiones, demostrando la versatilidad del mismo. Ayer mismo, en el desfile de Jacquemus, Jeanne volvía a a apostar por el bolso, un año después, demostrando que es uno de sus favoritos. El bolsito, que era de su propia firma, no tardó en agotarse en la web de Rouje, pero ya quedó para siempre en la retina de las más fashionistas.
Este verano, con la vuelta a primera plana de la artesanía y por ende, el crochet, han resurgido los bolsos creados con esta técnica. Entre todas las firmas, hay una recién nacida, llamada Croixet, que ha logrado hacerse ya un hueco en Instagram gracias a sus creaciones artesanales realizadas a mano en Alicante (y que no nos cabe duda, Jeanne Damas elegiría).
A pesar de su juventud, Croixet tiene claros sus valores: «Nuestros bolsos son confeccionados bajo pedido y en especial para ti. Apostamos por la moda sostenible y de calidad, rescatando el encanto del crochet con pequeños diseños y colores veraniegos para que los combines como más te guste.», se lee nada más entrar a la web. Con este firme alegato sorprende el precio más que competitivo de los bolsitos (de 30 o 35 euros dependiendo del modelo).
Andrea Boix, una joven alicantina de 27 años, es la creadora de esta firma. Según nos cuenta, Croixet nació en plena cuarentena y de la relación entre su abuela y ella: «La marca nació de un entrañable tándem abuela – nieta (yo) y del tiempo que pasamos juntas durante el confinamiento alicantino. Siempre me quedaba fascinada al verla hacer ganchillo sin parar y, así, un día cualquiera, nos pusimos manos a la obra y empecé a diseñar mi primer bolsito. Tenía claro cómo sería: tamaño mini (siempre salgo con lo puesto) y color lavanda, mi favorito. «.
Andrea cuenta que el resultado fue tan bueno que se animó a emprender su propia firma«en la que apostar por la moda hecha a mano, de manera sostenible y de calidad.», sentencia.
La estética naïf y el toque afrancesado bañan todo. Tonos pastel, fotografías acompañadas de frutas estivales y sobre todo, un producto con historia, que habla de slow fashion, tradición, personalidad y corazón.
Actualmente cuentan con dos modelos, el Albaricoque (de forma triangular) y el Mandarina (de forma cuadrada). Asimismo, cada modelo está disponible en varios tonos pastel e incluye dentro una bolsita de tela con cierre de cuerda que se fabrica también de manera local.
¡Lo quiero!
¡Lo quiero!
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