Siempre recordaré la primera vez que vi la playa de Tulum, en México. Azul celeste, cristalina, metros y metros de arena blanca, nada más que el cielo y algún barquito en el horizonte. Yo estaba medio embobada, cuando, de repente, mi madre soltó: "pues como la de Mallorca, vaya". Casi nueve mil kilómetros de distancia, doce horas maldurmiendo en un avión entre escalas y esperas, dos horas en autobús desde Cancún, un jet lag insoportable y ahí estaba mi señora madre afirmando sin ápice de duda y con total honestidad que la playa de Alcúdia en Mallorca, a veinte segundos andando desde el portal de casa, era tan o más bonita que la caribeña. En ese momento no dimos crédito, pero con el tiempo y con algunos otros sellos en mi pasaporte, casi me veo obligada a darle como de costumbre la razón a mamá y a suscribir un verso del grupo catalán "Els amics de les Arts": que volver siempre es lo mejor de la aventura. Y que como en casa, en ningún sitio.
Este año no nos queda más remedio que quedarnos en casa – es decir, en España -. O puede que sí haya opciones pero no queramos hacerlo porque, por suerte, no tenemos necesidad alguna de escapar en busca de la tranquilidad y la belleza porque estas residen con nosotras. En nuestro país hay planes y paraísos para todos. ¿Que queríamos ir a San Diego a surfear? Pues nos quedamos en Somo, Cantabria. ¿Que queríamos bucear en aguas transparentes? Pues pillamos el primer vuelo hacia Mallorca. ¿Que queríamos dormir en medio de la nada en la selva amazónica? Pues reservamos una parcela en las Islas Cíes y desaparecemos del mundo.
Eso sí, siempre (¡siempre!) con el bañador más bonito del mundo. Y si puede ser hecho en España, mejor que mejor.
La ruta definitiva del verano.© Ilustración de Mar Lorenzo Sales
Y es que hay tantas playas preciosas donde perderse (y encontrarse) como bañadores de sello patrio con los que hacerlo. Cada destino tiene sus peculiaridades, su perfil de chica, sus exigencias. En las playas atlánticas se agradece el neopreno y en las mediterráneas, el colorido. En la Costa Brava son más de colores pastel y en las de Cádiz, de tonos vibrantes.
1. En la playa de Somo… Un bañador de neopreno para las surferas.
2. En la Cala Sant Vicenç de Mallorca… Un bañador de una marca local, Suro Swimwear.
3. En la calita de Begur, Girona… Un bañador de rayas multicolor.
4. En la playa de Valdevaqueros de Cádiz… Un bañador chillón con volantes para ser la mejor vestida del Tumbao.
5. En el pueblo de Ribadesella, en Asturias… Un bañador discreto para las chicas que buscan ahí el refugio a todo tipo de excesos.
6. En la Playa de los Genoveses, en Almería… Un bañador animal print para perfilarse entre la nada.
7. En la cala de Benirràs, en Ibiza… Un bañador tan bonito y especial que pueda transformarse en body.
8. En la Praia de Rodas, en las Islas Cíes… Un bañador con escote profundo, para aprovechar todos los rayos de sol.
9. En Calpe, Alicante… Un bañador blanco e influyente, para salir mejor en las fotos en las casas rosas más famosas de Instagram.
10. En la Concha, en San Sebastián… Un bañador ilustrado y sostenible.
© Cortesía de Eme
Un bañador de Eme. Comprar.
Que sustituir el avión por el autobús o el tren no sea dramático, sino ilusionante. Que quedarse en casa no sea un problema, sino una oportunidad. Que comprar el bañador en una marca española como Suro Swimwear, Mi&Co, Como un pez en el agua o Brownie sea el (mejor) plan que precede a las (mejores) vacaciones.
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