Zhang Yimou inaugura San Sebastián: cinco obras maestras y las mujeres fuertes y luchadoras que las protagonizan

Zhang Yimou ha sido el encargado de inaugurar la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián con su trabajo más reciente, One second. Tratándose, con toda probabilidad, del cineasta chino con mayor repercusión internacional, a sus 69 años Yimou ha dirigido un total de 25 largometrajes. Dos temáticas -en multitud de ocasiones, hilvanadas- coronan todo su cine: una mirada poética y estéticamente apabullante sobre el mundo de las artes marciales, por un lado, y, por el otro, una visión intimista, simbólica y siempre envolvente sobre la vida en la China rural, ya sea con el telón de fondo de la Revolución Cultural de los 60 o durante los oscuros tiempos del feudalismo.

En sus mejores películas, Yimou -también fotógrafo- se ha decantado siempre por otorgar el papel principal a mujeres fuertes pero arrinconadas; personajes femeninos valientes y luchadores, presas del momento y el lugar en que les ha tocado vivir, señalados por la sociedad como meros objetos de cambio, y sobre los que Yimou ha sabido arrojar una mirada profundamente humana, comprensiva y redentora. Con motivo de la presentación en Donosti de One second, en Vanity Fair repasamos las cinco obras maestras (no están todas las que son, pero, sin duda, sí son todas las que están) en las que Yimou otorga voz a las mujeres chinas.

1) Sorgo Rojo (1988)

A lo treinta y siete años de edad, Zhang Yimou presentaba su ópera prima en Berlín, logrando alzarse con el Oso de Oro a la Mejor Película. En ella se concentraban ya muchos de los elementos característicos y recurrentes de su poética: el gusto por el uso expresivo y simbólico de los colores (un multicromatismo protagonizado aquí, como tantas otras veces en su cine, por el color rojo), la preponderancia de la imagen como recurso narrativo sobre la palabra o el diálogo, el regreso a la naturaleza como exaltación de la vida y el papel central de la mujer asiática que sufre, pero sobrevive.

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Drama rural ambientado a finales los años 20, hasta la llegada de la invasión japonesa de Manchuria, Sorgo Rojo narra la historia de Jiu-er, una joven oprimida y triste (Gong Li, actriz recurrente en el cine de Yimou) que es obligada por su padre a casarse con el propietario de una bodega de vinos de sorgo, a quien se la otorga a cambio de una mula. Antes de contraer matrimonio con éste, atemorizada y cargada de dilemas, la muchacha terminará por enamorarse de un trabajador, bruto pero humilde y sencillo, que la llevará a transitar por un camino completamente inesperado para una joven de su tiempo y clase social.

2) Ju Dou: Semilla de crisantemo (1990)

Yimou continuaba transitando la senda abierta en Sordo Rojo, abordando aquí la historia de Ju Dou (de nuevo Gong Li interpretaba al desamparado personaje principal), una joven cuya felicidad había quedado completamente lastrada por un matrimonio de conveniencia con un hombre despótico y cruel. La posibilidad de un amor correspondido y real se aparecía un día ante ella, a fin de evitar arremeter contra el honor de su familia y sus antepasados, Ju Dou se vería obligada a ocultarlo.

Ju Dou

Como en su primer film, Yimou gustaba de nuevo por, desde un uso expresivo de la imagen y el color caracterizados en este caso por la saturación y el claroscuro, abordar la historia del pueblo llano, trayendo al frente sus tradiciones, sus rutinas y la ambientación de las calles en las que hacen vida. Una cinta intimista y trágica en el sentido shakespeariano, codirigida por Yang Fengliang y donde Yimou presenta un oscuro retrato de la vida feudal en China.

3) La linterna roja (1991)

Al año siguiente de abordar la historia de Ju Dou, Zhang Yimou rodaba la que continúa siendo, para muchos, su mejor obra: La linterna roja. Un relato tan desolador como bello acerca de los celos, odios y envidias que se entretejen entre las esposas de un hombre rico y poderoso; un drama cruel donde un grupo de mujeres oprimidas por la institución matrimonial terminarán por ser víctimas de la más maquiavélica versión de sí mismas en un amarga y deshumanizante competición.

Ganadora del BAFTA a la Mejor Película de Habla No Inglesa, del León de Plata al Mejor Director en el Festival de Venecia y del Mejor Film Extranjero en los Premios David Di Donatello, entre otros galardones, La linterna roja es la película donde la poética de Zhang Yimou alcanza su mayor expresión por la sutileza, inventiva visual y habilidad narrativa de las que hace gala como cineasta.

4) El camino a casa (1999)

Ambientada en la década de los años 50, el décimo largometraje de este cineasta chino resultó ganador del Gran Premio del Jurado en Berlín y del Premio del Público en Sundance. El camino a casa se articula a la manera de un cuento sobre el choque frontal entre lo viejo y lo nuevo; un relato universal sobre el peso de -y el respeto hacia- las viejas tradiciones.

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Un film de escasos diálogos centrado en los sencillos quehaceres y rutinas de una joven de aldea, donde el director lleva al extremo su economía narrativa para, haciendo escasos alardes formales -sin por ello carecer de una conmovedora belleza plástica- y evitando toda acción superflua, abordar desde la más absoluta honestidad la historia de amor de un joven maestro y una ingenua campesina en tiempos del maoísmo.

5) Amor bajo el espino blanco (2010)

La película más laureada de la producción reciente de Yimou cuenta la historia de Jing, una colegiala urbanita que, durante la Revolución Cultural, se ve obligada a mudarse a un pueblo para ser reeducada según un nuevo criterio. Consciente de la importancia de su futuro -con su padre en la cárcel, su papel será crucial en el porvenir de su familia-, caerá perdidamente enamorada del hijo de un militar de alto cargo, de nombre Sun.

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De nuevo, Zhang Yimou aborda desde una mirada delicada y poética la cuestión del amor imposible, tantas veces víctima en su cine de las insalvables diferencias de clase, ambientando de nuevo el film en la opresiva y controladora etapa de la Revolución Cultural. De menor calado y fuerza que sus obras maestras anteriores, Amor bajo el espino blanco permitió a Yimou regresar al olimpo de los cineastas orientales tras varias producciones de menor repercusión y calidad.

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