La Arcadia feliz de Guille García-Hoz, el refugio donde cambia el ritmo y coge fuerzas para seguir creando, se encuentra en un antiguo secadero de pimientos en la comarca extremeña de La Vera. El diseñador lo ha convertido en una casa de gran personalidad, que se deja mimar por un entorno natural privilegiado. Paredes de piedra abrazan un interiorismo que aúna muebles con historia y muchas piezas de Ikea, en una colaboración que ha producido magníficos resultados.
Guille García-Hoz e Ikea, ¿cómo surge esta unión?
Durante el confinamiento por la Covid-19 no podía dejar de pensar en proyectos, en cosas por hacer, y se me ocurrió entonces ponerme en contacto con esta marca para sacar adelante alguna idea interesante. Al final, esa propuesta tomó la forma de mi casa. Ikea siempre me ha resuelto muy bien mis proyectos de decoración, con muebles de hechura y diseño fantásticos, y excelente servicio. Además, ahora están reeditando sus clásicos.
La vivienda tiene una bonita historia de amor detrás…
Sergio –mi marido– y yo éramos dueños de un perro, Fú –en la cocina hay un cartel para recordarlo–. Cuando lo adoptamos, tenía ocho años y lo pasaba muy mal en la calle. Se peleaba con otros perros. Así que alquilamos una casa en Candeleda (Ávila), aquí al lado, para que estuviera tranquilo y, tiempo después, compramos y rehabilitamos esta.
¿Hay muchos recuerdos en su interior?
Sí, y fantásticas casualidades, como las puertas verdes. En Candeleda me encontré por la calle con una persona que transportaba unas puertas antiguas. Me encantaron y cuando se las fui a comprar, me dijo: «¿Sabes que son de la casa en este pueblo de tu amiga Natalia?». No solo estamos hablando de recuperar, de sostenibilidad, sino de tener un poco de mis seres queridos aquí conmigo. Es una constante: cuadros o muebles que personas muy unidas a mi han dejado en esta vivienda. Es como si estuvieran siempre presentes.
Sostenibilidad y recuperación: palabras clave.
Claro, porque quería algo verdadero. Una casa debe contar la historia del lugar donde se encuentra, de lo que fue, como lo hace esta. Si una pared tiene que estar despellejada, pues que lo esté. Muros antiguos, contraventanas recuperadas… añadir sobre lo construido sin borrarlo. Diálogo y contraste. Que se note lo que había.
Esos elementos tienen mucho carácter.
Defino esta vivienda como la del tacto. Es una alternancia de texturas lisas y otras con relieve. Natural e industrial. Paredes de piedra frente a marcos de ventanas y puertas en aluminio negro. Muros encalados y fibras, en contraste con la escalera y las vigas de hierro. Carisma y fuerza.
Y con todas esas aportaciones, la casa es…
A pesar de estar en el campo, no quería una vivienda de estilo rústico total ni wabi sabi. He pretendido huir del ultracuquismo rural. No al efecto Port Aventura y sí a poner en valor sus virtudes antiguas.
¿Por qué esta zona?
En Candeleda tenemos amigos, personas muy involucradas en el mundo de arte, a pesar de que no íbamos buscando vida social. Más bien, desconexión, recargar pilas para idear nuevas líneas creativas. Aquí todo se ralentiza, baja la velocidad y la mente se refresca.
www.guillegarciahoz.com
Vía: ELLE Decor ES
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