El 26 de marzo Stefano Palatchi cumplía 60 años y como la situación de confinamiento no permitía grandes fastos, después de los aplausos de las ocho en su balcón de la barcelonesa calle Ganduxer, se arrancó de manera espontánea a cantar el Toreador de la popular Carmen de Bizet con su voz profunda de bajo operístico con 35 años de trayectoria musical. “No tenía nada preparado pero me salió celebrar con el vecindario mi aniversario en estas circunstancias en las que hemos de estar todos unidos”, me explica vía telefónica el hermano del fundador de Pronovias, Alberto Palatchi. La respuesta del barrio fue fantástica. Aplaudieron, corearon el “Toréador, en garde!, Toreador!, Toreador!…”, y Stefano, emocionado, decidió que aquello debía tener continuidad “para agradecer a todos los servicios sanitarios, transportistas, cajeras… lo que están haciendo por nosotros, se lo merecen todo”.
Una zarzuela en la terraza en su aniversario de boda
La fortuna hizo que al día siguiente tuviera una buena excusa para lanzarse de nuevo al ruedo porque era su noveno aniversario de boda con Helena Nogales, la gestora cultural y también su manager, de la que se enamoró hace 15 años. Le dedicó el My Way de Sinatra y también una pieza de la zarzuela española italianizada Marina, aquella que dice: “Yo, tosco y rudo trabajador, pulir quisiera mi áspera voz. Pero es tan torpe mi corazón que expresarte no sabe lo que te quiero yo”. Toda una declaración de amor, que Helena filmó y colgó en la cuenta de Instagram del cantante, como lleva haciendo desde el primer momento.
Desde entonces, cuatro o cinco días por semana “más no porque no quiero abusar de la paciencia de los vecinos”, su imponente voz resuena en este barrio de la zona alta de la ciudad, y me consta que más de uno que habita en calles próximas hace coincidir el paseo de su perro con la serenata para poder disfrutarla mejor. A veces elige una pieza de ópera, aunque la mayoría son clásicos de siempre entonados por grandes como Tony Bennett o Bing Crosby, “porque son más conocidas y es más fácil cantarlas con micro”. En los últimos años Stefano ha desarrollado un repertorio como crooner con influencias de los standars del jazz y de chansonniers como Chevalier y Trenet, en el que asegura se siente muy a gusto, aunque se lo ha trabajado intensamente porque requiere una impostación de la voz, una técnica y hasta una actitud distinta a la ópera.
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En contacto con su hermano Alberto por teléfono
Vale la pena escucharlo entonar con su preciosa voz grave el My Way de Sinatra, cuyo final es tan potente que hasta emocionó a su hermano Alberto cuando le envió por Whatsapp el video cantándolo en el balcón. “¡Qué grande eres, maestro!”, le dijo por teléfono. “Alguna vez hasta ha llorado oyéndome cantar como crooner pero solo con instantes intensos, ¿eh?, los que son grandes y espectaculares como el final de My Way. Como todo gran empresario es un hombre duro, no es fácil de emocionar”, comenta Stefano, que admira y quiere a su hermano mayor (“nos llevamos 10 años y me hizo un poco de padre”), del que destaca que ha sido un gran trabajador desde que era muy joven, y ha sabido dirigir muy bien su vida empresarial.
También tiene muy buena opinión de su exmujer, Susana Gallardo, “que ahora es feliz con su marido Manuel Valls, un hombre encantador y tremendamente culto; eso es lo mejor, que haya paz y que todo el mundo sea feliz”. Estos días Stefano está en contacto con su hermano en la distancia. “Al principio lo hacíamos por videoconferencia pero a mí no me gusta nada, soy más de una buena conversación por teléfono”.Es curioso como los dos siguieron caminos muy distintos en la vida.
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“Aprendí mucho viviendo en un kibutz israelí y en la Legión”
Hijos de Alberto Palatchi Bienviste, el empresario con orígenes sefardíes que llegó de Turquía a Barcelona con una maleta de bordados y montó en 1922 la tienda El Suizo, mientras Alberto siguió y expandió el negocio familiar llegando a convertirlo en un imperio nupcial, con Pronovias a la cabeza, Stefano optó por seguir su vena creativa y aventurera. “Ya de adolescente era muy mal estudiante, y mi padre me puso a trabajar en la tienda vendiendo trajes de premamá y de fiesta, pero era un pintas tremendo y a los 18 años, como me echó de casa, me fui a vivir 10 meses a un kibutz comunista en Israel”, me explica con una naturalidad y una simpatía tremendas.
Se siente tan orgulloso de su experiencia en la comuna agrícola –“aprendí mucho y además hablo un poco de hebreo que me sirve para comunicarme con mis colegas israelíes”– como de su paso voluntario de dos años por el Tercio Gran Capitán Primera de la Legión en Melilla, una experiencia en las antípodas de la anterior. “Fue una machada, decidí irme allí en vez de pasar un servicio militar tranquilo en Barcelona, y eso me enseñó mucho en la vida”. No puedo evitar preguntarle si cantaba Soy el novio de la Muerte. “¡Por supuesto! Era auxiliar de instrucción y por mi buena voz, entre mis atribuciones estaba la de enseñar a cantar a los legionarios”.
De vender ropa a debutar en el Liceo con Lohengrin
Al regresar se dedicó a hacer de actor, y aunque dice que era muy malo, participó de secundario en Victoria de Antoni Ribas con Helmut Berger y Paco Rabal, y en Asalto al banco Central, protagonizada por José Sacristán. Su entrada en el mundo lírico llegó también por entonces, a mediados de los años ochenta, curiosamente de la mano de Josep Simorra, sastre fundador de las tiendas de ropa Simorra y también barítono, que lo escuchó cantar en casa de la profesora Maya Maiska, le impresionó y le concertó una cita con el director artístico del Liceo, Lluís Andreu. “Empecé con Lohengrin en la temporada 85-86 y hasta hoy”, recuerda Stefano que estuvo un tiempo compaginando su faceta de cantante con su trabajo en la empresa familiar. “Lo dejé en 1997 cuando ya me era imposible seguir porque estaba en el Metropolitan Opera House de Nueva York”. Había encontrado su lugar en el mundo: “Lo mío es cantar, los negocios me hubieran hecho millonario, pero ahora soy millonario en felicidad, aunque he de decir que sé lo que cuesta conseguir las cosas en la vida”, dice desde su soleado piso barcelonés.
“Plácido Domingo puede ser un seductor pero nunca un acosador”
En sus proyectos estaba cantar La Traviata en el Teatro Real de Madrid junto a Placido Domingo este mes de mayo. “Ahora debía estar ensayándola, no sé qué va a pasar con todo esto”. Es el segundo golpe que recibe la producción después de la cancelación de la participación de Domingo (que se recupera de coronavirus en su casa de Acapulco) por las acusaciones de acoso recibidas. “Es un tema que me duele profundamente, llevo 30 años cantando con él por el mundo, con una excelente relación y es una persona impoluta. Nunca he visto nada extraño. Puede ser un seductor al estilo Bertín Osborne o Arturo Fernández, pero nunca un acosador sexual, me parece muy injusto lo que le ha pasado, que acabe así la carrera de un español universal”.
Coincide en su visión con Ainhoa Arteta, a la que quiere mucho y con quién también ha trabajado muchas veces. La soprano saludó su primera actuación en el balcón con un “bravo” escrito en mayúsculas en Instagram. Palatchi obtuvo un Grammy Latino precisamente por una grabación operística realizada con Plácido Domingo en 1999. También lo nominaron a los Grammy en 2004, (fue fantástico compartir fiestas en Los Angeles con Steve Wonder y Jennifer Lopez”), aunque la voz que le cautiva desde siempre es la del tenor Jaume Aragall.
“Mi madre me llamó Stefano porque sonaba operístico”
Stefano y Alberto tienen dos hermanas, Roser, y Florita, que también es una apasionada del jazz.Igualmente, las dos hijas mayores del crooner, Tatiana y Claudia, de 28 y 25 años, nacidas de su primer matrimonio, cantan con buen tono aunque se dedican al mundo de la empresa, “y les va muy bien”. Tal vez siga sus pasos su pequeño Stefano,que con solo 8 años lo acompaña al piano en algunas de estas mini actuaciones solidarias.“Mi padre me tuvo con 57 y yo lo he tenido con 52, pero ahora son otros tiempos”, reflexiona en voz alta. Su aspecto es muy juvenil, y se cuida: “Me gusta ir al gimnasio y ahora que no podemos hago estiramientos por la mañana para proteger mi espalda mientras veo las noticias”.
De su hijo dice que “es un fenómeno; canta alguna cosita, es un niño muy movido y estos días de confinamiento jugamos a dardos, a pelota en el pasillo, hacemos los deberes… Irá bien que los niños puedan salir un poco a partir del 27”. El pequeño se llama como él, “aunque yo en el DNI consto como Esteban porque nací en la época de Franco y Stefano no estaba permitido”. Como un presagio que se cumpliría, su madre eligió ese nombre por su sonoridad, porque junto a Palatchi le parecía que era muy de cantante de ópera, “y menos mal que no nací niña o me hubiera puesto Bianca Yasmin como la hija de Rita Hayworth y el Aga Khan”, ríe el bajo, que describe a su progenitora, Roser Ribera, como una mujerbrillante, bella, elegante y culta, nada menos que una mezcla de Aline Griffith, Lola Flores y María Dolores Pradera “con un punto de Montserrat Caballé porque cantaba de maravilla y grabó algunos discos”.
Una actuación muy especial con su pequeño Stefano
Vinculado siempre a proyectos y galas solidarias, Palatchi teme al coronavirus por una grave neumonía que tuvo hace tres años “que parece que me la provocó un virus de la Edad Media”, y está dispuesto a colaborar en lo que le sugieran para erradicar la pandemia, como el tenor amigo suyo David Alegret, que la semana pasada cantó delante del precioso hotel Cotton House para los enfermos de Covid-19 que residen allí temporalmente.
De momento, el balcón es su escenario. Y prepara con mimo sus intervenciones. Por ejemplo, cantar You make feel so youg de Frank Sinatra junto al pequeño Stefano vestidos los dos iguales al estilo que, su amigo el joyero Emiliano Suárez (con quién trabaja en el proyecto Ópera Garage, con el que pretenden acercar el bel canto a nuevas audiencias) define como ‘chatín’, en clara referencia a Arturo Fernández: jersey rodeando el cuello y camisa clara. You make me feel so Young. You make me feel like spring has sprung … “Esta actuación será un recuerdo de padre e hijo que guardaremos toda la vida”.
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