Pixar siempre ha tenido la habilidad de hablar a través de sus películas animadas de los temas más profundos del ser humano, ya sea el vacío que deja una pérdida, el amargo adiós a la infancia o por qué la tristeza es tan necesaria como la alegría. Con ‘Soul‘, siguen cimentando ese camino de lecciones vitales que han marcado a toda una generación, a la que ahora ponen frente a una pregunta imposible: ¿cuál es el sentido de la vida?
Dirigida por Pete Docter y Kemp Powers, el filme cuenta la historia de Joe (con la voz en inglés de Jamie Foxx), un profesor de música que sueña con convertirse en un pianista de jazz a tiempo completo. Aunque su madre no deja de decirle que tiene que poner los pies en el suelo y encontrar una alternativa, el protagonista sigue luchando hasta que un día le llega su gran oportunidad: la gran saxofonista Dorothea Williams (Angela Bassett) le invita a unirse a su banda. Sin embargo, con toda la emoción del momento, Joe se despista, cae por una alcantarilla abierta y su alma (representada como un ser azul celeste) se prepara para cruzar al Más Allá. Pero él se resiste y acaba en un limbo donde se forman las personalidades humanas antes de aterrizar en sus respectivos cuerpos.
Allí le confunden con un mentor y le asignan a la rebelde 22 (Tina Fey), una protopersonalidad que hace tiempo que se rindió en su intento de encontrar el último elemento que le falta para poder viajar a La Tierra y habitar un cuerpo humano: una razón para vivir. Una chispa que la conecte con la vida y sus miles de posibilidades. ¿Podrá Joe ayudarle a encontrarla y, de paso, descubrir la manera de volver a recuperar su vida para llegar a tiempo al concierto con Dorothea?
[A continuación se comentan spoilers del final de ‘Soul’]
¿Cómo acaba ‘Soul’?
La historia de ‘Soul’ llevará a la pareja protagonista hasta la Tierra, aunque no como lo habían imaginado: el alma de 22 ha acabado en el cuerpo de Joe, mientras que el alma de Joe está en el cuerpo de un gato. En esa situación, que crea momentos divertidísimos, tendrán que encontrar a Moonwind (Graham Norton), el espiritista que les ayudó la primera vez, para solucionar la situación. Finalmente, acabarán siendo descubiertos por una de las autoridades del Más Allá, que se dio cuenta de que algo pasaba cuando se le descuadraron los números al principio de la historia.
De vuelta en el limbo, ven que 22 ha conseguido por fin su pase a la Tierra, pero no saben exactamente cuál es el propósito que ha descubierto. Un enfadado Joe le echa en cara que no ha encontrado ninguna razón para vivir, que solo se ha apropiado de las suyas porque estaba habitando su cuerpo. Esos reproches dejan destrozada a 22, que le entrega su «billete» al planeta y vuelve a su escondite, convencida de que nunca encontrará lo que anda buscando. Joe no se lo piensa dos veces y vuelve a su cuerpo, toca en el concierto de Dorothea y empieza a saborear su sueño. Pero el regusto que deja es amargo. Algo anda mal: su idea de la vida estaba totalmente equivocada. Como le revela uno de los Jerrys, la «chispa» no es una meta que alcanzar en la vida, sino el amor por la vida en sí mismo.
Consciente del error que ha cometido, viaja mentalmente a la conocida como La Zona (como lo hace Moonwind) para encontrar a 22, que se ha convertido en uno de esos monstruos consumidos por la ansiedad y la depresión. Se ha dejado llevar por la tristeza después de siglos de tutores que la han hecho sentir como una inútil sin futuro que no merece existir, siendo Joe la gota que ha colmado el vaso. Pero él está listo para enmendar su error: consigue por fin transmitirle la inspiración que necesitaba, le devuelve sus insignias y le hace entender que sí está preparada para la vida humana. Y es momento de que así lo haga.
¿Y qué pasa con Joe? Este momento final le ha hecho mirar de frente a sus propias obsesiones y los muchos errores que ha cometido en su vida. Ahora está en paz sabiendo que ha hecho lo correcto, que vivió como supo y como pudo, que tocó con Dorothea y que ayudó a un alma a encontrar su camino. Cuando está caminando hacia el Más Allá, uno de los Jerry le intercepta para darle las gracias por lo que ha hecho y transmitirle lo impresionados que están por su papel como tutor. Por ello, le ofrecen una oportunidad única: retomar su vida donde la dejó. Y acepta con la promesa de aprovechar cada segundo de la vida. A la tercera va la vencida.
Lo que le espera al hombre después de este momento es un misterio y queda a la imaginación de los espectadores. Quizás siguió desarrollando su carrera como pianista de jazz, recién empezada, pero desde un lugar más sano y menos obsesivo. Quizás rechazó la oferta de Dorothea y aceptó el trabajo a tiempo completo en el instituto, como quería su madre, para llevar una vida más estable y tranquila, aprendiendo a disfrutar de otras cosas. Sería una opción bastante lógica teniendo en cuenta que, con 22, ha aprendido no solo el sentido de la vida, sino también cómo un buen profesor puede marcar la diferencia. Y no nos cabe duda de que llamó a su exnovia para intentar arreglar aquello que estropeó.
¿Cuál es el sentido de la vida? La gran reflexión de ‘Soul’
Cuando Joe cumple su sueño, siente una sensación extraña. Pensaba que se sentiría más alegre, más satisfecho, completo. Sin embargo, la sensación de vacío sigue ahí. Dorothea identifica rápidamente su problema y se lo explica con una historia en la que un pez le pregunta a otro más viejo dónde puede encontrar el océano, y le contesta: «¿El océano? Estás en él ahora mismo». El joven se extraña y le contesta: «¿Esto? Esto es solo agua, lo que yo quiero es el océano». El protagonista no necesita más explicaciones para entender qué ha ocurrido: se ha obsesionado tanto en su vida para conseguir una meta inamovible que, al llegar a ella, se ha dado cuenta de que no es ahí donde residía el secreto de la felicidad, y que de nada ha servido alcanzarla si todo lo demás en su vida (su familia, sus amigos, él mismo) es un auténtico desastre.
A veces, la única manera de encontrar respuestas es haciendo las preguntas correctas. El problema de los protagonistas de ‘Soul’ es, principalmente, no entender qué significa esa «chispa» . Joe piensa que la suya es su amor por el jazz, pero se equivoca. Piensa que 22 encontrará la pasión por la vida tocando un instrumento, aprendiendo a bailar salsa o pintando sobre un lienzo. Pero la «chispa» no es una actividad, ni un objetivo vital, ni una expresión artística. Es el amor a la vida. Es sentir el viento en la cara y cómo el pulso se acelera cuando corres, experimentar el cosquilleo del amor o el sabor increíble de un trozo de pizza. Esa «chispa» no es solo algo que 22 tiene que entender, es también algo que muchos olvidamos demasiado a menudo, absorbidos por el trabajo u obsesionados con alcanzar metas que confundimos con la felicidad.
Nos hemos convertido en una sociedad que valora más el destino que el camino, donde parece que todos debemos estar encaminados hacia un gran propósito. Pero la realidad es que vivir es suficiente, tiene que serlo. En una escena de ‘Soul’, el protagonista se sorprende al descubrir que su barbero, que es increíblemente feliz y talentoso en su oficio, en realidad quería ser veterinario. El camino que nos lleva a sentirnos plenos y felices no siempre es el que nos habíamos marcado en un inicio, pero tenemos que ser lo suficientemente flexibles como para entender que la satisfacción se encuentra en muchos otros lugares. Que no tenemos que ser fieles a lo que contestamos cuando nos preguntaron qué queríamos ser de mayores, o a la línea de estudios que escogimos en Bachillerato o en la universidad.
Como decía Docter en una entrevista:
Vía: Fotogramas ES
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