Nos encantaZara Home, comprar en H&M hogar y la funcionalidad de Ikea. Pero enterarnos de que Duralex está a un paso de cerrar, aunque jamás hayamos comprado uno de sus míticos platos Paris o uno de sus inconfundibles vasos Tumbler, es como sentirnos un poquito más viejos. La empresa francesa de vajillas fundada en 1945 se ha declarado en quiebra después de años encadenando deudas, y ahora busca comprador. ¿Aguantará el tirón Duralex o se convertirán las vajillas de nuestras abuelas en un objeto de coleccionista?
Duralex son los platos de vidrio ahumado donde mi abuela preparaba las meriendas de los domingos, y el vaso en el que mi abuelo se bebía de trago un café solo, negrísimo y sin azúcar después de levantarse de la siesta. Estas vajillas guardan recuerdos de padres, hijos y nietos gracias a esa fórmula de vidrio templado casi irrompible que hacían posible que durara décadas. Una falta de obsolescencia programada, por así decirlo, que prácticamente es imposible de encontrar hoy en día.
Más allá de la nostalgia, muchas personas están priorizando la reutilización y las compras de segunda manoen aras de controlar ese consumo compulsivo que tanto mal hace al medio ambiente y que se sustenta en una mano de obra maltratada.
Nada de esto es nuevo, claro. Cuando nuestros abuelos compraban Duralex (cuyo nombre, por cierto, viene de la frase en latín Dura lex, sed lex -la ley es dura, pero es la ley-) lo hacían con la convicción de que pasarían muchos años hasta que renovaran su vajilla.
Y con esta filosofía creaba Duralex, con varios de sus modelos incluidos en museos como hitos del diseño: hace décadas se exponen en el Museo de las Artes Decorativas de París y desde hace unos años pueden comprarse sus productos en la tienda del MoMA de Nueva York. El penúltimo James Bond, Daniel Craig, bebía del icónico Picardie en Skyfall. Incluso se llegó a decir que circulaba una foto con Osama Bin Laden bebiendo de un vaso Duralex.
En los últimos tiempos, las vajillas de Duralex se han reformado introduciendo nuevos colores, packaging sostenible y haciéndose disponibles a través de una tienda online. Los próximos seis meses serán cruciales para la compañía, que aún sigue pagando a sus 250 empleados de la fábrica de Orléans y que depende de la aparición de un comprador para subsistir.
De momento, y antes de que se conviertan en pieza de coleccionismo, se pueden seguir adquiriendo sus productos a través de la web (o en las alacenas de las abuelas).
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