Lo dijo hace 10 años: “¿Por dónde y cómo empiezo? Sabía que no podría pretender ser él… Quiero hacer algo más ligero y menos angustioso. Siempre estará el espíritu y la esencia McQueen, pero soy una mujer, así que quizá sea el acercamiento desde el punto de vista de una mujer”. Sarah Burton fue nombrada directora creativa de la firma creada por Alexander McQueen tres meses después la muerte del diseñador, el 11 de febrero de 2010. Ella acabó la colección con el equipo y la presentaron en septiembre. No lo tuvo fácil en ese primer reto ni después: la sombra de su mentor, además de jefe y amigo, era alargada. McQueen –a quien conoció por su tutor de estudios en la Saint Martins, Simon Ungless, amigo del diseñador–, era uno de los grandes icónos en una época de culto a los creadores que relevó al culto a las top models. Sarah Burton no lo tenía fácil, pero ha convertido la firma en una de las más rentables del grupo Kering (Gucci, Balenciaga, Saint Laurent, Bottega Veneta…) con discreción de diplomática, ejerciendo de modista exquisita y cumpliendo con maestría el propósito de crear un mundo menos gótico y oscuro.
Todo lo que usamos en el desarrollo y diseño de las colecciones se guarda. Nunca tiramos nada».
Como para el resto de la industria, el momento actual es delicado y no hay lugar para cometer errores, aunque Burton parte con la ventaja de no tener que improvisar en sus compromisos con la sostenibilidad o el desarrollo equitativo del sector. Charlas, talleres y exposiciones son algunas de las actividades que organiza desde hace algo más de un año en su espacio de Bond Street, en Londres; además de programas de colaboración, como el vestido bordado Dancing girls, creado con estudiantes de la Saint Martins. “Me encanta la idea de gente que tiene tiempo para hacer cosas juntos, para reunirse y conversar, para reconectarse con el mundo”, afirma la diseñadora, de 45 años. Miembro de la Orden del Imperio Británico y casada con el fotógrafo David Burton, es poco amiga de salir a escena pública, incluso durante el revuelo mediático por el vestido de boda de Kate Middleton con el príncipe Guillermo, en 2011.
Con su programa de Upcycling, trabaja con artesanos locales para reconvertir tejidos de colecciones anteriores o muestrarios (como en la colección de esta primavera-verano). “Todo lo que usamos en el desarrollo y diseño de las colecciones se guarda. Nunca tiramos nada”, dice. Además, con McQueen Fabrics Donation, proporciona tejidos a estudiantes y otros colegas. “Es muy inspirador. Me recuerda cuando era estudiante y lo duro que es no poder afrontar la compra de telas para tu colección final. Recuerdo lo afortunada que fui cuando empecé a trabajar en McQueen y Lee [como lo llamaban] me facilitó las telas», recuerda. Y asegura: “Siempre me ha inspirado la naturaleza; es el hilo conductor de todo lo que hacemos en McQueen”.
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