La trayectoria de Regina King no deja dudas acerca del compromiso político de la ganadora del Oscar a la Mejor Actriz Secundaria por ‘El blues de Bale Street’. Nacida en 1971 en Los Ángeles, King debutó en el cine con ‘Los chicos del barrio’ de John Singleton, un título icónico del cine afroamericano de los años 90, aunque el éxito popular le llegó de la mano de series televisivas como ‘American Crime’, ‘Seven Seconds’ o ‘The Big Bang Theory’, en la que interpretó a la jefa de recursos humanos de la universidad en la que trabajaban Sheldon Cooper y sus colegas. ‘El blues de Bale Street’, donde interpretó a la suegra de un joven afroamericano injustamente encerrado en prisión, la devolvió a la senda de un cine con conciencia social. Un interés por la política que tuvo su continuidad en la serie ‘Watchmen’, donde King encarnó a Angela Abar, la heredera enmascarada de una dinastía de ciudadanos afroamericanos sublevados contra los prejuicios raciales. Con este historial, no debería sorprender que ‘One Night in Miami’, el debut en la dirección cinematográfica de King (que ya había dirigido episodios de series como ‘Shameless’ o ‘The Good Doctor’), sea una obra de marcado carácter político.
Uno de los aspectos que sorprende de ‘One Night in Miami’ es el rigor con el que King plantea la adaptación de la obra de teatro homónima escrita por Kemp Powers, que además escribe el guion de la película. Con una sobriedad encomiable, y esquivando la tentación de disimular el origen teatral de la propuesta, King encierra al espectador en una habitación de hotel en la que cuatro grandes figuras de la cultura afroamericana de los años 60 dirimen sus vínculos de amistad y sus diferencias. Los protagonistas de la historia son el ministro religioso y activista Malcolm X (interpretado por Kingsley Ben-Adir), el boxeador Cassius Clay (Eli Goree), el jugador de fútbol americano Jim Brown (Aldis Hodge) y el cantante Sam Cooke (Leslie Odom Jr.). El encuentro entre los personajes es una ficción, pero su amistad fue real, y la película consigue capturar con emoción y vivacidad los dilemas ideológicos y vitales que debieron enfrentar estas cuatro leyendas de la comunidad negra. En el film, Clay, convertido en Campeón del Mundo de los Pesos Pesados esa misma noche, sopesa su reconversión al Islam y su “transformación” en Muhammad Ali; Malcolm X busca su lugar como líder del activismo negro cuando estaba a punto de romper con la Nación del Islam; Brown se plantea abandonar la NFL para emprender una carrera como actor de Hollywood; y Cooke se pregunta cómo introducir en su repertorio musical una carga mayor de conciencia política.
‘One Night in Miami’ arranca con un breve prólogo donde se nos presentan las circunstancias en las que los cuatro protagonistas del film llegan a Miami el 25 de febrero de 1964. Con los personajes en posición, sobrados de carisma, la película se recrea en unos diálogos que van desmenuzando los sueños, anhelos y temores de los personajes, que jamás aparecen como figuras unidimensionales, sino que emergen como seres humanos cargados de contradicciones, hombres atrapados entre la grandeza de su éxito, de su propio mito, y las limitaciones impuestas por una maquinaria social empeñada en recordarles su singularidad, su condición de excepciones a la regla. En este sentido, ‘One Night in Miami’ aborda de manera directa, sin rodeos y con pocas concesiones, cuestiones capitales de la experiencia afroamericana: el debate entre la necesidad de alcanzar una autonomía económica o un reconocimiento social y político, la disyuntiva entre intentar derrocar un sistema opresivo o intentar cambiarlo desde dentro, o el modo de lidiar tanto con el racismo como con el paternalismo de cierta América blanca progresista. Temas que el guion de Powers aborda con locuacidad y que King pone en imágenes desde la distancia justa, sin abusar de los primeros planos, jugando con los movimientos de los personajes, que, dentro de la habitación de hotel, parecen animales encerrados en una jaula, seres humanos en busca de la libertad.
Por último, resulta necesario resaltar el festín actoral que ofrece ‘One Night in Miami’, con un grupo de jóvenes intérpretes que llenan la pantalla de pasión. Para este crítico, resultan especialmente destacables las interpretaciones de Goree, que hace justicia a la energía volcánica de Clay, y de Odom Jr., que después de poner Broadway patas arriba con su encarnación de Aaron Burr en el musical ‘Hamilton’, hace lo mismo en la gran pantalla domando la voz aterciopelada de Cooke y enarbolando la bandera del orgullo del pueblo afroamericano. ‘One Night in Miami’, que lleva el sello de Amazon Studios, será recibida como una valiosa aportación al movimiento del #BlackLivesMatter. Un reconocimiento justo para una película que nos abre las puertas a la dimensión humana de cuatro mitos inmortales de la cultura negra.
Vía: Fotogramas ES
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