Quién es quién en la Operación Kitchen y por qué ha estallado ahora

El caso Kitchen, la pieza número 7 del entramado Villarejo, acaba de relanzar el caso Bárcenas a la actualidad española. El titular del Juzgado de Instrucción Nº 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón intenta esclarecer el uso de fondos reservados –reconocidos por el Ministerio del Interior en 2018– para espiar al extesorero del PP, Luis Bárcenas. Y, a petición de uno de sus protagonistas, ha levantado el secreto de las actuaciones que han llevado a un bombazo: el ex secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, ha implicado a dos nombres clave de los Gobiernos y la cúpula del PP del Mariano Rajoy: desde Jorge Fernández Díaz hasta María Dolores de Cospedal. Mientras, el Partido Popular de Pablo Casado recuerda que ninguno de los personajes de esta historia tiene relevancia hoy en la organización.

Los protagonistas (y papeles secundarios)

Francisco Martínez:

Hasta ahora, el menos mediático de todos los nombres que han rodeado a los casos de Bárcenas y Villarejo desde sus inicios. Cuatro SMS recibidos en su móvil entre julio y octubre de 2013, y registrados ante notario el año pasado, han servido para lanzar a los titulares a este funcionario, abogado y profesor, que fue diputado entre 2016 y 2019, aunque lleva toda su vida profesional ligado al Congreso.

Martínez, de 45 años, es madrileño, está casado, tiene tres hijos, habla inglés y francés, y es doble licenciado en Derecho y Empresariales por la Pontificia de Comillas, aunque optó desde el principio por la vocación pública: en 2004 se convierte en letrado de las Cortes Generales, con el número uno de su promoción, donde actuaría como director de Relaciones Internacionales de la Secretaria General del Congreso desde 2005. Su labor como organizador de la agenda internacional de la cámara baja le llevó a ser condecorado en 2011 por el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Con la llegada del PP al poder en 2011, Martínez fue elegido por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz para ser su jefe de gabinete en 2012. Un año después, y siempre dentro de Interior, Fernández Díaz le nombró secretario de Estado de Seguridad, el segundo cargo más importante del Ministerio. Y sería su propio jefe el que le mandaría los SMS que implican a Interior y a parte de la cúpula del PP en el presunto espionaje a Luis Bárcenas, el extesorero del partido que lleva años acusando a la cúpula popular de Rajoy de ser cómplices en uno de los mayores escándalos de corrupción del partido.

Enrique García Castaño ‘El Gordo’:

García Castaño es, indirectamente, uno de los dos responsables de que Martínez acudiese en verano de 2019 a un notario a registrar los SMS de Fernández Díaz. García Castaño también fue el responsable de la Unidad Central de Apoyo Operativo, los que dentro de la Policía Nacional se encargan de las tareas de vigilancia especial y espionaje doméstico. Un cargo que el relato judicial dice que aprovechó para montar un entramado criminal junto al excomisario Villarejo, desde mucho antes de que Martínez o Fernández Díaz llegasen al Ministerio del Interior. Incluyendo el pago de 54.000 euros en dinero negro de Villarejo a García Castaño para la compra de una vivienda.

En su defensa, García Castaño declaró ante el juez instructor del caso Kitchen, la pieza derivada del Caso Bárcenas abierta en 2018, que Martínez, entre otras cosas, había recibido un pendrive con información sustraída ilegalmente a Bárcenas. Esa declaración acabó con la imputación, en enero de este año, de Martínez. El primer alto cargo del Ministerio del Interior en tiempos del Gobierno de Rajoy en ser imputado por el caso Kitchen. Y la razón por la que Martínez pidió el levantamiento del secreto de las actuaciones. Ésa fue su oferta al juez cuando se acogió a su derecho a no declarar en enero: si quería su colaboración, el caso debía hacerse público. García Castaño ya había advertido por privado a Martínez que él haría lo que tuviese que hacer para defenderse. El ex número dos del Ministerio del Interior, tras hablar con jueces y sacerdotes, llegó a la conclusión de que él también debía hacer lo propio, si no quería ser el nuevo chivo expiatorio del partido.

Jorge Fernández Díaz:

Fernández Díaz dejó de ser ministro en 2016, en parte porque las sospechas sobre su gestión y en parte porque sus encontronazos con Soraya Sáenz de Santamaría llevaron a Rajoy a sustituirle por Juan Ignacio Zoido –juez y ex alcalde de Sevilla, delfín de Javier Arenas, con buenas relaciones con Cospedal– . Con él también se fue Martínez (le sustituiría otro político afín a Zoido y Cospedal). Poco antes de su marcha, en Vanity Fair le entrevistamos cuando todavía estaba reciente otro escándalo de supuesto espionaje desde el Ministerio: a los partidos catalanes, en una conversación filtrada por el director de la Oficina Antifraude.

Para bien o para mal, Jorge Fernández Díaz dejó buena marca en el Ministerio en apenas una legislatura: condecoró por igual a la Virgen de Guadalupe y a Villarejo, al que siempre ha negado conocer en profundidad; diseñó la aún vigente “ley mordaza”; se enfrentó a los peores años del terrorismo yihadista… Y eso que su carrera previa, tanto como diputado en Cataluña, como en los distintos cargos que fue ocupando en Madrid –incluyendo vicepresidente del Congreso– no hacía prever que Rajoy le pusiese al frente de interior. Pablo Casado no le purgó en su aterrizaje en la dirección del PP (de hecho, le nombró secretario de la Ejecutiva en 2018), aunque le apeó de las listas electorales al Congreso en 2019. A él por Barcelona, y a Martínez por Madrid.

José Manuel Villarejo:

Villarejo no necesita presentación: cualquier escándalo de espionaje en España desde hace cinco años lleva su nombre en algún que otro lugar. Sirvió a 11 ministros de Interior distintos. Forjó una agencia de espionaje paralela a los servicios estatales, con la que trabajaba para políticos y empresarios mientras aún era miembro de las fuerzas de seguridad del Estado. Aunque siempre ha defendido haber actuado por mandato ministerial. Afirmó que sus grabaciones a Corinna zu Sayn-Wittgenstein de 2015, por ejemplo, se hicieron como servicio al Estado y a la Casa Real.

Lleva en prisión provisional desde 2017 y se enfrenta a acusaciones de hasta un siglo de cárcel. Aunque el caso Kitchen deriva de una de sus otras cuatro causas abiertas, y aunque la Fiscalía le señala como el hombre que captó al chófer de Bárcenas (el “cocinero” que daría nombre a la operación: kitchen es “cocina” en inglés) para poder espiarle en condiciones, no es el protagonista de esta parte del caso. En la trama armada por la Fiscalía también figura como el paciente consejero de García Castaño, el hombre que le indica cómo operar para no verse afectado por las consecuencias de la operación. En las conversaciones presentadas por la Fiscalía, Villarejo afirma haber hablado con María Dolores de Cospedal, que le habría transmitido que todo ya estaba hablado con el presidente (Rajoy), aunque le confiesa a García Castaño que cree que en la cúpula “se están poniendo de perfil” frente a los manejos de Interior.

María Dolores de Cospedal e Ignacio López del Hierro:

La secretaria general del PP durante una década (2008-2018) también aparece en el caso. Su responsable de seguridad durante años, el policía Andrés Gómez Gordo, conocido durante años como “el policía de la Cospe”, por las sospechas de actuar directamente a las órdenes de la ex presidenta de Castilla-La Mancha y ex ministra de Defensa, fue el que se habría reunido con Villarejo para poner en marcha la captación del chófer de Bárcenas. Según narran parte de las 56 páginas del informe de la Fiscalía, el responsable de que esa reunión se produjese habría sido el marido de Cospedal, Ignacio López del Hierro.

El último movimiento político de Cospedal fue permitir a Pablo Casado hacerse con el liderazgo del PP en detrimento de Soraya Sáenz de Santamaría, aunque no llegó a formar parte de la dirección de Casado, y renunció a su escaño y a la política en activo en noviembre de 2018… Poco después de la publicación de otras grabaciones comprometedoras de Villarejo, al que habría encargado también el espionaje de rivales políticos, como Javier Arenas.

En su despedida de la política, tuvo palabras para su marido: "Me equivoqué al pedirle que ayudara al PP. Ahora él está pagando por haberme ayudado a tratar de tener una visión más clara de lo que estaba ocurriendo". Ahora, Anticorrupción pide que ambos sean declarados investigados en el marco de la Operación Kitchen.

Sergio Ríos:

El chófer de Bárcenas. De él se dice que se le pagó con fondos reservados, se le pidió información sobre los movimientos de la familia y se le prometió una salida en el Cuerpo Nacional de Policía. Lo que él no sabía es que todos esos movimientos pudieron realizarse sin autorización judicial y a espaldas de la legalidad vigente. Su nombre aparece directamente en los SMS de Jorge Fernández Díaz a Francisco Martínez que han hecho estallar esta nueva parte del caso: “Chófer B: Sergio Ríos. Es importante”.

Luis Bárcenas:

El extesorero del PP fue sentenciado en 2018 a 33 años de cárcel por su implicación en la trama Gürtel. Siempre defendió que había una contabilidad paralela en el PP, de la que él era responsable, y de la que la cúpula no sólo estaba enterada, sino que se llevaba generosos sobresueldos en dinero negro. La operación Kitchen consiguió al menos uno de sus objetivos contra él, según la instrucción de la Audiencia Nacional: sustraerle documentación y archivos sobre ese andamio de corrupción, que habrían sido destruidos. Siete años y dos meses después de la publicación del SMS de Rajoy a Bárcenas (“Luis, sé fuerte”), el extesorero podría encontrarse ahora con que el expresidente podría ser llamado a declarar, si Anticorrupción consigue la imputación de Fernández Díaz y Cospedal.

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