Quién es Pablo Balbín, el hombre a quien confiaron su imagen Casado, Ayuso y Levy… y está ahora imputado en la Púnica

En 2018, Pablo Casado decidió dar el salto a la cúpula del Partido Popular (PP). Antes, debía ganar las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal y para conseguirlo llamó a un hombre de su confianza, Teodoro García Egea, que a su vez llamó a Pablo Balbín Seco. Juntos diseñaron una estrategia que tenía por objetivo presentar a Casado como un hombre de consenso que uniera a aznaristas y marianistas. A la vez, había que explotar su juventud y su "limpieza" para que los votantes dejaran de vincular al PP con un pasado marcado por varios casos de corrupción.

Entre esos casos, la Operación Punica, a la que acaba de añadirse el nombre de Balbín Seco como imputado. Concretamente en la pieza 10, la que el juez Manuel García Castellón abrió para investigar el desvío de fondos de varios ayuntamientos madrileños y valencianos gobernados por populares dedicados a pagar servicios para mejorar la imagen de algunos políticos en Internet.

Aquella idea de regeneración que dominó la campaña de Casado no afectaba a los asesores, como confirma el caso de Balbín Seco, que ha trabajado para líderes populares "tocados" por la corrupción casi toda su carrera. Esa trayectoria con los azules empezó hace 20 años cuando consiguió su primer empleo en un gobierno. Fue en el Ministerio de Justicia, como Director de Comunicación de la titular,Margarita Mariscal de Gante. Siguió en el mismo cargo cuando el ministro fue Ángel Acebes. En paralelo,mientras desempeñaba ese puesto público, fue nombrado redactor jefe de la revista La Clave, un spin off en papel de periodicidad semanal del mítico programa de tertulia que dirigió en TVE José Luis Balbín. Aunque director y redactor jefe comparten apellido, esta revista no ha podido aclarar si son familia.

Con Aznar y con Rajoy

El recorrido de Balbín Seco, que se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid en 1995 –mismo centro y mismos estudios que una de sus jefas, Isabel Díaz Ayuso– acabó sus servicios con Acebes en 2002 y hasta 2008 no volvió a tener un puesto en un organismo público. En ese tiempo, además de trabajar en La Clave, consta en su curriculum un curso para corresponsales de guerra que ofrece gratuitamente el Ejército de Tierra. Dicho curso, que suele durar tres días, incluye formación en primeros auxilios, conducción en zonas de conflicto, instrucciones para actuar ante un secuestro en suelo extranjero y charlas, por ejemplo, sobre yihadismo. No consta que como periodista haya cubierto ninguna guerra.

Eso fue en 2006. En 2008, cerró La Clave y él volvió al servicio público al convertirse en Delegado de Medios del Gobierno de Esperanza Aguirre, puesto que desempeñó hasta 2015. Aunque Aguirre está imputada en Púnica, el nombre de Balbín Seco no aparece explícitamente en esa operación hasta que no entra a trabajar para la Consejería de Educación de la Comunidad, con Lucía Figar al frente. A la consejera, la acusa el juez de haber contratado los servicios de Eico y Madiva, propiedad de Alejandro de Pedro, para mejorar su imagen perjudicando la de la Marea Verde, grupo de docentes que protestaban por los recortes en educación. Lo hacían, como consta en el auto, creando noticias falsas o exageradas en medios ‘zombies’, es decir, creados a propósito por las empresas de Alejandro de Pedro con ese fin.

Balbín era jefe de prensa de Figar, es decir, la persona que decide qué entrevistas da y a quién, le ayuda a prepararlas y también cuida de su imagen en los medios. ¿Estaba al corriente de esos tejemanejes para intentar incidir en la opinión pública aunque fuera con informaciones fabricadas? Según la Unidad Central de Operaciones (UCO) de la Guardia Civil, sí. Así consta en el informe que enviaron al juez Eloy Velasco y que incluía el nombre del periodista como la persona que recibía los informes elaborados sobre la imagen pública de Figar: "Eran entregados directamente por empleados de EICO a Pablo Balbín". La aparición de su nombre en un caso que investiga la Audiencia Nacional vino a confirmar algo que dijo Cospedal en aquellas primarias que Balbín le diseñó a Casado elogiando su poca edad:"Juventud no siempre es regeneración".

Escalando puestos

Esa "mancha" no impidió que Balbín Seco siguiera encadenando empleos en el PP. De la Comunidad de Madrid volvió al Gobierno central. Esta vez el de Mariano Rajoy y a las órdenes del ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo. Allí estuvo hasta 2018, cuando lo llama García Egea para ayudar a Casado. Una de las primeras aportaciones del nuevo líder popular fue crear la Fundación Concordia y Libertad. Al frente puso a Adolfo Suárez Illana, pero en la sombra y como Director de Comunicación, colocaron a Balbín. "Fue un premio por el éxito de las primarias, pero estaba claro que era un puesto de transición, esperaban a ofrecerle algo mejor", cuenta a Vanity Fair una persna que colaboró con él ese año y prefiere no dar su nombre.

Ese día llegó, pues cuando Díaz Ayuso, aupada por Casado, se convirtió en presidenta de los madrileños, eligió a Balbín como Director de Medios de la Comunidad de Madrid. Según explican varias personas que formaron parte de ese entorno, a Balbín pronto empezó a incomodarle el poco peso que la presidenta le daba a sus consejos sobre cuestiones para las que lo había contratado. Y es que un paso más atrás en la sombra estaba otro viejo conocido experto en comunicación de los populares: Miguel Ángel Rodríguez. Quien fuera portavoz del Gobierno de José María Aznar había asesorado a Ayuso en su campaña electoral y aunque en una entrevista concedida a El Español llegó a jurar que no aceptaría nunca un cargo público, pronto dio el paso al frente como jefe de gabinete de la presidenta. Ese nombramiento y la salida de Balbín ocurrieron en el mismo intervalo de tiempo.

Pero el asesor no se quedó sin trabajo. Su siguiente parada fue el Ayuntamiento de Madrid, donde según cuentan las mismas fuentes "lo rescató el alcalde", José Luis Martínez Almeida. Formaría parte del equipo de otra de las caras que el PP vendió como las de la renovación: Andrea Levy, delegada de Cultura. La catalana también fue una de las personas que más empeño puso en que su partido llevara a cabo una regeneración, pero aún no ha anunciado si mantendrá en su equipo a una persona imputada en un caso de corrupción.

En un momento en el que la política se ha centrado en la imagen y lo que llaman "el relato", los asesores como Rodríguez o Balbín han acumulado un poder que no lleva asignada una responsabilidad equivalente. El ejemplo más claro está en el partido rival, el PSOE, donde Iván Redondo ejerce como asesor de Pedro Sánchez y a quien se llegó a llamar "el ministro 23" por el peso que tiene en Moncloa. La diferencia con los otros 22 ministros es que él ejerce ese poder en la sombra y sin las consecuencias que tienen para sus señorías las decisiones que toman. Es, por tanto, un poder sin control. Pero la pieza 10 de la Operación Pública podría ser un aviso a navegantes para todos ellos, pues entre los 17 imputados nuevos de la Púnica hayalcaldes y concejales, pero también sus asesores.

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