[Sin nombre, email]
«Hola. Pepa. No te digo mi nombre, pero me puedes llamar como quieras.
Te escribo no para pedirte consejo, sino para contar algo de lo que me he dado cuenta hace poco, y que si lo cuento a lo mejor alguna otra o algún otro también se espabila.
Tengo 37 años. He estudiado, me he sacado la carrera gracias al esfuerzo de mis padres y al mío propio. Tengo trabajo, aunque me he tenido que ir a otra ciudad. He tenido dos parejas estables, pero ahora no. Esto es para ponerte en antecedentes.
De chavala, mientras estudiaba, cuando tuve mis primeros trabajos, salía de fiesta, como corresponde a la edad. Ya sé que no todo el mundo lo hace, pero sí muchos, no nos engañemos. Salir hasta las tantas, cerrar bares, cerrar afters… lo normal.
En esos años me pasaba que al terminar la noche y llegar a casa acompañada (por quien fuera mi pareja entonces o por algún ligue ocasional), se producía una situación un poco forzada: él (ellos) siempre querían tener sexo. Aunque estuviéramos cansados, borrachos como piojos, casi febriles. Negarse o pretestar un cansancio extremo, prometiendo que al despertar sí pasaría, era segura fuente de conflictos. Si era tu novio ya podías apostar que habría bronca. Si un ligue de una noche, o se iba en ese momento, indignadísimo por ‘hacerle perder el tiempo’, o al levantarse al día siguiente desaparecía y ya no le veías más.
Así que cuántas veces no habré ‘cedido’ temiendo esa reacción. Follar sin ganas. Hacer ‘la estrellita de mar’.
Cuando al cabo de los años te das cuenta de que no, coño, que si no te apetece no te apetece, y que forzar o presionar a alguien para tener sexo es rastrero y egoísta, y no tiene nada que ver ni con la pareja ni con el deseo (eso es desfogar), y luego ves a un señoro declarar que ‘si se tomarán en serio todos los no, muchos no habrían nacido’, pues mira, me hierve la sangre, y me doy cuenta de que es que todavía lo tenemos todo por hacer.
Ayer no fui a la manifestación porque estuve visitando a mi madre, que para mí era prioritario. Pero me parece que es importante que sigamos manifestándonos, porque eso no solo nos espabila a las que vamos con retraso en enterarnos, sino que les abre los ojos a las que vienen detrás.
Niñas: si NO os apetece NO os apetece, y ya está. El sexo no es una moneda de cambio para pagar la atención que os presten. Follar por miedo a que se vaya o por pena es muy triste. No lo hagáis.»
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PREGÚNTALE A PEPA
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