Perros, gallinas y un teléfono con el tono de El rock de la cárcel: en casa con la duquesa de Devonshire

Según su hermana mayor Jessica –Decca en la intimidad de la casa familiar de los Redesdale en los Costwolds, donde se mudaron en 1926–, Deborah Mitford (Asthall Manor, Asthall, 1920-Chatsworth House, 2014) podía pasar "silenciosas horas" en el gallinero "aprendiendo a imitar con exactitud la expresión de dolorosa concentración en la cara de una gallina cuando pone un huevo".

Debo, la menor de las hermanas Mitford, mostró desde su infancia una inclinación natural hacia la vida campestre en general y las gallinas en particular. Nada extraño, si tenemos en cuenta que Redesdale House, que Decca describe en Nobles y rebeldes (Libros del asteroide) como "una gran estructura rectangular y gris de tres plantas (…) que podría tratarse de unos barracones, un internado para niñas, un manicomio privado o, en América, un club de campo", está –sigue en pie– en Swinbrook, un pueblo típico de la campiña inglesa tal y como lo imagina gracias al cine y a la literatura: con su Iglesia, su escuela, sus casitas de piedra, sus ovejas y su oficina de correos que dispensa toffees y otros dulces locales. Por eso cuando tuvo oportunidad de decorar su hogar –el último, Old Vic, donde se instaló en 2004 cuando murió su esposo, Andrew Cavendish, duque de Devonshire– lo hizo a la manera de una granja inglesa: telas y papeles pintados con motivos florales, cuadros blancos y azules, libros y flores por todas partes… En una palabra, acogedor. Si Chatsworth, el palacio de los duques de Devonshire, es, con sus 297 estancias, Downton Abbey –o Regreso a Brideshead de Evelyn Waugh, a quien por cierto Debo toleraba lo justo. "Cuando bebe se pone imposible", decía– Old Vic es un simpático cottage como el de Miss Marple.

En los almuerzos de la duquesa de Cavendish no faltaban el pudin, los quesos y el tradicional kedgeree con huevos frescos de sus gallinas, que ella misma recogía. De hecho, hay tantas fotos de Debo Mitford saliendo de un granero o con una cesta de huevos en la mano –o ambas– como vestida de gala. De postre, una tarta casera y nata. "Como decía mi madre, los ingleses tienen dos maneras de pasárselo bien: encender el fuego y echarle nata a todo". El periodista James Reginato tuvo la suerte de almorzar con ella en Chatsworth y cuenta cómo mientras su fiel mayordomo Henry servía la comida ella no oparaba de echarle pedazos a sus perros, tan importante para ella como sus gallinas, de las que estaba especialmente orgullosa. De hecho, había varios sacos de pienso apoyados en un valioso aparador.

A Debo no le importó dejar Chatsworth y sus 17 cuartos de baño –tantos que su hermana Nancy preguntó, no sin malicia, qué pensaba lavar Debo allí cuando se instaló, a finales de los años 50–. “Es un lujo tenerlo todo a mano", decía sobre Old Viccarage y sus ocho habitaciones. Su estancia favorita era el tocador, que decoró con su colección de recuerdos de Elvis Presley, de quien era una ferviente admiradora. Un retrato de El Rey presidía el loo, por utilizar el lenguaje U de los libros de Nancy. Y el teléfono de la casa sonaba como El rock de la cárcel, para desesperación de su hijo Stoker, actual duque de Devonshire. "Tiene gracia una vez, pero todo el rato…", decía.

Si le apetece saber más sobre la duquesa de Devonshire, que escribió por cierto varios libros –uno de ellos sobre cocina arrancaba con una advertencia: "No cocino desde la guerra"–, pruebe con Nobles y rebeldes o con las Cartas entre hermanas que recoge parte de la correspondencia que las Mitford se enviaron durante toda su vida. Podrá repasar la historia del siglo XX –entre las Mitford hay, por resumirlo, una escritora de éxito –Nancy– una activista, periodista y comunista –Decca–, una fascista –Diana–, o una fan de Hitler –Unity, que se pegó un tiro en la cabeza cuando Reino Unido declaró la guerre a Alemania. Sobrevivió con la bala en la cabeza y una edad mental de 12 años–, sin perder el interés por un momento. Prepare el té y los scones.

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