Cuando la irlandesa Sally Rooney escribió Gente normal (Literatura Random House), no sabía el fenómeno que estaba creando. La serie basada en su novela -que se estrenó esta primavera en el mundo anglosajón y que acaba de llegar a España vía Starzplay– ha despertado pasiones. La historia del complicado amor entre Connell (Paul Mescal) y Marianne (Daisy Edgar-Jones), el chico popular de clase obrera y la solitaria chica rica del instituto, tiene todos los ingredientes para fascinarnos: desigualdad social, amores imposibles, sentimientos intensos y juveniles, joyería masculina… y unas escenas de sexo apasionadas, espectaculares y delicadas que se han convertido ya en las favoritas de los espectadores, por encima de otros títulos como Outlander, The Affair o Élite. Te contamos todos los secretos.
Puede que el tamaño no importe, pero la duración es fundamental. Esas escenas de sexo en las que los protagonistas se acercan lentamente para un primer beso, se arrancan la ropa y llegan al orgasmo en 30 segundos no dan para disfrutar. Outlander consagró todo un capítulo a la noche nupcial de sus protagonistas, Jamie y Claire, y Normal people, sin llegar a tanto, también se recrea en los avances de Marianne y Connell. En el segundo episodio hay una escena de cama que dura, exactamente, nueve minutos y 24 segundos: la tercera parte de todo el capítulo.
Otro factor fundamental del sexo en Normal people son los preliminares… o, en términos televisivos, la construcción de la tensión. Cuando tiene lugar el primer encuentro sexual entre los protagonistas, ya se han confesado su mutua atracción, y hemos asistido a los preparativos de Marianne (ropa, maquillaje, nada me sienta bien) antes de ir a casa de él y tener una conversación incómoda que ambos saben a dónde conduce.
Y luego está la gestión del consentimiento, algo que nos permite disfrutar plenamente de cualquier escena de cama. Si hace unos años, un beso robado o un forcejeo seguido de una rendición sin condiciones parecían obligatorios en cualquier encuentro sexual en pantalla, ahora lo que necesitamos es estar seguras de que ambos protagonistas desean ese acercamiento. “¿Nos quitamos la ropa?”, “¿No vas a volver a besarme?”, pregunta Marianne en diferentes momentos, “¿Te gusta esto?”, “¿Te parece bien?”, preguntan ambos en distintos momentos sensuales. Al saber que es la primera vez de ella, Connell añade: “Si quieres que paremos, no es nada raro. Dilo sin más”. Y nuestra libido se lanza sin red.
También juega un papel importante el nivel de realismo: resulta difícil encontrar el punto justo entre lo que resulta creíble y lo que es, sencillamente, demasiada información gráfica. El sexo en Normal people es explícito sin caer en lo pornográfico, realista sin llegar al punto feísta de Girls y, sobre todo, enormemente erótico y sexy: una fantasía que podría ser verdad.
Gran parte de esto debemos agradecérselo a Ita O’Brien, la coordinadora de intimidad de la serie, que se encargó de crear un entorno donde los protagonistas pudieran sentirse cómodos y explorar la química que había entre ellos (tenían incluso palabras de seguridad, para detener el rodaje si dejaban de sentirse cómodos: Wakanda and Guinness).
Pero también hay que aplaudir a los guionistas, porque parte del atractivo de estas escenas está en que el sexo se encuentra siempre al servicio de la trama: cada encuentro sexual corresponde a un avance en la evolución de los personajes, algo especialmente importante en una historia de maduración como esta, que sigue a los protagonistas durante cuatro años que los convierten de adolescentes en adultos . Esperamos esas escenas por su magnetismo sexual, sí, pero también porque cuando Connell y Marianne salen de la cama ya no son los mismos que se metieron en ella.
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