No, no es cierto. Los vestidos icónicos no solo marcan un antes y un después en la historia de la moda,ni están reservados a las famosas como elemento de venganza. Jane Fonda ya nos enseñó el poder de un abrigo rojo y ahora es Nancy Pelosi la que otorga un simbolismo especial a una prenda con “el traje de la acusación”.
18 de diciembre de 2019. Fecha del primer impeachment a Trump. Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara de Representantes, aparece en el Congreso luciendo un vestido de cuello alto negro. No fue la única en apostar por ese color. Muchos de sus colegas lo hicieron para evidenciar con su atuendo que ese día el país estaba sumido en la tristeza por la actuación de su presidente (acusado en esa ocasión de conspirar con el gobierno de Ucrania para obtener beneficio electoral y de obstrucción a la justicia).
Pelosi tenía esperanza y confiaba en que el sistema persiguiera un comportamiento reprochable. De hecho, además del collar de oro que rodeaba su cuello, pudimos ver cómo llevaba un broche que es la versión diminuta de la maza de la Cámara de Representantes, un símbolo de orden y autoridad.
En aquella ocasión, los cargos fueron descartados en el Senado (de mayoría republicana). Pero ahora, 13 meses después -y haciendo historia-, Trump vuelve a ser sometido a un juicio político (esta vez por “incitación a la insurrección”). A las puertas de la votación del juicio contra el presidente de Estados Unidos, Nancy Pelosi apareció con el mismo atuendo, con una única diferencia -mascarillas aparte-.
El broche. Ya no lucía la maza, ese elemento simbólico con el que parecía lanzar un claro mensaje mientras presidía el primer juicio político del presidente. Pero seguía vistiendo de negro. Un color que reitera la tristeza que se desprendía de sus palabras cuando la escuchamos decir: “Sabemos que el presidente de Estados Unidos incitó esta insurrección, esta rebelión armada contra nuestro país. Debe irse. Es un peligro claro y presente para la nación que todos amamos”.
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