Se acumulan los días metidos en casa, las jornadas de teletrabajo y las horas que pasamos en redes sociales y en la cocina amasando pan. Y entre unas cosas y otras no nos damos cuenta de que tanto nuestro ocio como la información que recibimos del mundo llega a nosotros gracias a nuestros ojos. Es hora de hacerles caso o vamos a acabar como Joaquin Phoenix, llevando gafas de sol hasta en interiores. Con estos consejos lograrás que tus ojos no sean los grandes damnificados de nuestro encierro por el coronavirus.
¿Tenemos que protegerlos de la luz azul?
Lo confesamos, hemos incrementado nuestras horas delante del móvil y el resto de dispositivos electrónicos de una manera alarmante. Y al mismo tiempo no paran de llegarte consejos sobre la buena idea que sería que usaras lentes para filtrar la luz azul o protectores de pantalla para evitar un daño en los ojos. ¿Pero son realmente necesarios estos gadgets?
“Sabemos que a largo plazo la luz azul puede ser perjudicial para la rutina y afecta al cristalino que acaba tomando un color amarillento precisamente para protegerse de ella. Pero lo que no está demostrado es que el uso de las pantallas produzca ningún tipo de deterioro. Y teniendo en cuenta que hay miles de millones de personas usando las pantallas todos los días, si una de cada 100.000 o cada 10.000 personas hubiera sufrido daños, pues ya lo habríamos detectado”, asegura el Dr. José Luis Ramos, oftalmólogo y Director Médico de Clínica Baviera Málaga.
En conclusión: en principio no es necesario que pongas un protector de pantalla de luz azul en tu tablet ni en tu móvil. De hecho, el mayor peligro de las pantallas y el consumo desaforado que estamos haciendo de ellas durante el confinamiento no es ese. Sigue leyendo.
Hora de echarle un ojo a las horas que pasas ante el móvil
Pasamos del ordenador al móvil, del móvil a la tele, de la tele a la tablet… y este es el fatigoso circuito de ejercicio que están haciendo los músculos de nuestros ojos durante el encierro por el coronavirus. Aunque no te des cuenta, es como si durante todo el día estuvieras levantando la misma mancuerna con el brazo una y otra y otra vez… Antes, por lo menos, mirabas a lo lejos al conducir o caminabas por la calle, lo que relaja a los músculos oculares, pero ahora te pasas todo el día mirando de cerca.
Focalizar nuestra atención en las pantallas durante ocho o nueve horas diarias provoca una serie de síntomas asociados a la fatiga ocular debido a dos motivos: sequedad producida por la reducción de parpadeo y el esfuerzo muscular constante que obligamos a hacer a los músculos del ojo para enfocar.
El primer problema puede ser molesto, pero no produce daños a largo plazo y se combate fácilmente con lágrimas artificiales que se compran en cualquier farmacia. “Estos productos llevan componentes que se asemejan a las lágrimas naturales y un componente más que ayuda a que la lágrima permanezca pegada a la superficie del ojo para hidratarlo. Lo que no sirve de nada es echarse suero porque el suero solo moja, no hidrata”, explica el experto.
Toca hacer un poco de ejercicio visual
El otro problema exige que te aficiones a mirar por la ventana. “Al mirar siempre de cerca los músculos oculares deben lograr la acomodación y la convergencia y ese esfuerzo muscular de fijar la vista a distancias menores de 50 cm se traduce en fatiga”, explica el dr. José Luis Ramos. Para solucionarlo tienes que seguir estas recomendaciones:
Cada media hora o 20 minutos de esfuerzo tienes que relajar la vista mirando de lejos, preferentemente por una ventana fijando la vista a la lejanía, al cielo, a las nubes. Mirar a distancias por encima de seis metros relaja a acomodación.
Si estás en pleno maratón de Elite o La casa de papel, cambia de posición en el sofá y mira de vez en cuando al pasillo, cambiar el punto de enfoque de la visión también ayuda.
Cuando mires el móvil o la tablet colócala, como muy cerca, a 40-50 cm de los ojos y mantén una iluminación adecuada de la habitación. E intenta no consultar estos dispositivos con la habitación en penumbra (y mucho menos a oscuras) “porque obligamos a los ojos a adaptar al mismo tiempo la iluminación brillante del móvil y la oscura del ambiente y ahí el ojo no sabe exactamente qué luz adaptar y le puede resultar muy fatigoso. Hay que adaptar la luz ambiente de la pantalla o activar el modo automático de iluminación de la pantalla”, concluye el dr. Ramos.
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