Para muchas personas la pintura ha sido desde siempre una pulsión irrefrenable, pero a otras el confinamiento les ha descubierto el poder sanador de los pinceles. Recluidos en casa más que nunca, las redes sociales y las plataformas digitales de ocio a la carta se han impuesto como vía de escape, pero un competidor analógico empieza a abrir brecha: el lienzo en blanco.
¿La razón? Más allá de un simple pasatiempo con el que ocuparlas muchas horas a solas impuestas por la distancia social y el toque de queda, esta actividad ofrece múltiples beneficios, como explicaRaquel Marín (raquelmarin.net), neurocientífica y autora de Pon en forma tu cerebro (Roca Editorial). «El arte pictórico es un producto de la creatividad humana. Cuando lo desarrollamos sacamos ‘músculo cerebral’ a muchos niveles: coordinación motora, atención mental, memoria, aprendizaje, autopercepción… De hecho, en las personas que pintan con frecuencia se observa que tienen los hemisferios más armónicos, fruto de haber utilizado muchas herramientas neuronales distintas, lo que contribuye a rejuvenecer el cerebro, ya que estese deteriora cuando hay soledad y estrés: pierde memoria, capacidad cognitiva, aumentan los desequilibrios emocionales, etc.», revela.
Lo bueno es que no importa si el nivel de arte figurativo del que se parte no pasa de los pictogramas, como señala Desi Civera, pintora y profesora de Espositivo Academia (espositivo.es): «Nuestro programa sigue un aprendizaje personalizado. Si comienzas de cero, dedicamos las dos primeras clases a practicar dibujo y a medida que vas avanzando, óleo o acrílico».
Los alumnos, según esta especialista, pronto experimentan sensaciones de felicidad, desahogo y relajación. «Durante las clases consiguen abstraerse de sus problemas, es un momento para reencontrarse con uno mismo y con los demás. Se aprende a mirar al trabajar la importancia del color, la perspectiva y las formas. Su percepción de la realidad cambia y se torna más amable, más generosa y más sensible», afirma.
Y por si esto fuera poco, hay otra razón de peso para iniciarse en esta disciplina: la posibilidad de socializar. Sí, porque estos talleres, aun manteniendo la distancia de seguridad, son lugares de encuentro. «Si pintas en compañía te sientes más vital y aumenta tu capacidad de atención. Pero, además, hay estudios que demuestran que estar con amigos al menos un par de veces por semana reduce el riesgo de padecer alzhéimer y depresión en un 17 %, e incrementa la longevidad», concluye Marín.
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