No exagero si digo que he aprendido más sobre las relaciones de pareja en cinco años de divorcio que en 11 de matrimonio. El concepto “cagada” adquiere una nueva dimensión con cada nueva ocurrencia que padezco en carne propia o de la que tengo noticia por amigos o conocidos.
Para exorcizar los demonios y haceros reír un rato, voy a enumerar una serie de cosas que puede hacer un ex para destrozar el precario equilibrio familiar, emocional y económico de su ex pareja e hijos (si los hubiera). Empecemos por el principio:
– Dí no a todo, por definición. Oponte a cualquier cosa que proponga tu ex, aunque lleve razón, aunque sea lo más lógico. Te cae mal, así que todo es un NO con mayúsculas.
– Tarda la vida entera y más allá en llevarte tus bártulos de casa. No le devuelvas las llaves hasta que te aburras de aparecer de repente y sin avisar, a cualquier hora, con la excusa de recoger algo o de ver a los críos. Si estiras la cuerda hasta que tira tus cosas a un contenedor y cambia las cerraduras, mejor que mejor.
– Niégate a ir a conciliación familiar o un abogado. No llegues a ningún tipo de acuerdo legal porque “todo está muy reciente y entre vosotros siempre os habéis entendido de palabra”. Sabes que esto va a ser hasta que uno de los dos encuentre pareja, pero te importa una mierda. Eso sí, a partir de ese momento es LA GUERRA.
– Discute cada puto céntimo de los gastos. Si te toca a ti comprarles las botas de fútbol, que sean las más baratas. Si se rompen a los dos días, mala suerte, ya le tocará al otro. Tú ya has cumplido.
– Racanéale el dinero de la pensión alimenticia o la aportación a los gastos de los niños, que con 150 al mes por crío da de sobras para casa, comida, luz, agua, ropa, extraescolares, ortodoncia, universidad privada y un chalet en Torrevieja, Alicante.
– También puede ser al revés, y le cuelas a tu ex facturas que ni existen, y te niegas a buscar un trabajo para asumir los gastos de los hijos y la hipoteca entre los dos, porque no quieres renunciar ni a tu nivel de vida ni a tu Porsche Panamera.
– No respetes los horarios: entrega y recoge a los críos cuando te salga de las narices. Da igual que las criaturas vivan en un permanente estado de ansiedad. Bonus track si los dejas colgados constantemente y excusas cualquier pretexto en el último minuto. No te sientas culpable: la decepción curte la personalidad.
– Olvida sistemáticamente o excusa tu asistencia a citas médicas, tutorías y todo lo que esté relacionado con colegios y médicos. Jamás organices un cumpleaños, porque aunque estés en el mismo puto chat de padres del cole “no distingues a una madre de otra”. Eso sí, el día de su graduación siéntate en primera fila con el pecho henchido de orgullo como un palomo, y no te olvides de comentar al resto de padres que “todos los sacrificios que has hecho han valido la pena”.
– En los días de vacaciones que los tengas contigo, encasquétaselos a los abuelos, aunque apenas salgan de casa porque tienen 10.000 años y están más para sopita y buen vino que para llevarlos al parque. Por supuesto, tú a un hotel con piscina, que lo has pasado fatal.
– Preséntales a todos y cada uno de tus ligues como “el amor de tu vida”. Da igual si lleváis sólo una semana chuscando. Exige que los niños sean simpatiquísimos y encantadores SIEMPRE, y castígales si no lo son. Niñatos malcriados…
– Tus hijos no son la prioridad. Tu prioridad es “rehacer tu vida”, que has sufrido mogollón.
– Invita a tu nueva pareja a vivir con vosotros sin consultarles a ellos. Mete en tu casa a quien conoces hace un mes (como mucho). ¿Aquí quién manda? Tú, ¿no? Pues eso. Cuando cumplan 18 que se vayan a tomar por culo de tu casa.
– El nuevo novio o la nueva novia dictan a partir de ahora las normas del hogar. Esto incluye horarios de televisión, cuándo y dónde hacer los deberes y hasta las comidas. Todos os adaptaréis a sus gustos. Si el nuevo o la nueva son amantes del tofu, comeréis tofu. Hombreyá.
– Y, lo más importante: consiente que insulte o menosprecie a la madre o al padre de tus hijos, a ser posible delante de ellos. Únete con entusiasmo a la retahíla de críticas que tu nueva pareja hará de tu ex, que es que es verdad que todo lo hacía mal y es de puro milagro que los niños estén tan centraditos, porque es que ni puta idea de criar a un hijo. Tu Pichurri sí que sabe de qué habla. No tiene hijos, pero tiene perros, y los perros son como los niños, lo sabe todo el mundo. Mira, mira cómo obedecen los jodíos.
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