La fascinante vida de Fiona Campbell-Walter, tercera esposa de Heini Thyssen y madre de ‘la favorita’ del barón

Alta, esbelta y con la cintura de avispa y la mirada altiva y sofisticada que causaban furor en la época, Fiona Campbell-Walter (Takapuna, Nueva Zelanda, 1932) protagonizó varias portadas de la revista Vogue en la década de los cuarenta y cincuenta fotografiada por Cecil Beaton –era su musa– o por Henry Clarke luciendo las elegantes creaciones de Jacques Fath, Hubert de Givenchy o Christian Dior. Maniquí de éxito, una profesión a la que llegó de forma natural como muchas de las jóvenes de buena familia de la época –su padre era el contraalmirante Keith Campbell-Walter; su madre, Frances, era hija del parlamentario conservador Sir Edward Taswell Campbell. Fiona frecuentaba entonces los ambientes de la alta sociedad a los que los grandes modistas y sus clientas eran asiduos. Pero no fue la moda la que determinó su destino.

Su exitosa carrera como maniquí se truncó en 1955. El motivo no fue otro que su noviazgo con el barón Hans-Heinrich Thyssen-Bornemisza, a quien Fiona empezó a frecuentar en Saint Moritz, donde eran vecinos de chalé. Ella tenía 24 años y él 35, y se estaba separando de su segunda mujer, la también modelo Nina Dyer. Nada más obtener los papeles del divorcio, la pareja contrajo matrimonio en una sencilla ceremonia en Castagnola que celebraron en Villa Favorita, la célebre propiedad de los Thyssen a orillas del Lago Lugano que albergaba sucolección de arte, la más importante del mundo solo por detrás de la de la reina Isabel II. La obra favorita de la flamante baronesa, que pasó algunos de los momentos más felices de su vida allí, en Lugano, es el retrato de Giovanna Tornabuoni de Ghirlandaio.

En Villa Favorita nació la primera hija del matrimonio, Francesca, con quien Fiona mantiene hoy una relación muy estrecha –de hecho, antes de la pandemia solía acompañarla con frecuencia a sus expediciones por los Mares del Sur, ya que Francesca es, además de coleccionista y filántropa, una firme defensora de los océanos–. Lorne lo haría en 1963, cuando el matrimonio hacía aguas. La separación llegaría apenas dos años después. Fiona conservó el apellido Thyssen-Bornemisza y el título de baronesa, así como la nacionalidad suiza, país en el que continuó residienco. En St. Moritz siguió frecuentando a la jet set internacional, a los Niarchos o los Agnelli. De hecho, trabó especial amistad con Marella, la esposa del célebre L’ Avvocato, el magnate de la Fiat y el hombre más poderoso de Italia: Gianni Agnelli.

Ya en los setenta Fiona regresó en cierta manera de la mano de su amiga Diana Vreeland, la entonces todopoderosa editora de Vogue, que relanzó su carrera. Pero aquella etapa quedó marcada por la tragedia cuando su novio Alexander Onassis, vástago del armador –quien, por cierto, se oponía con fiereza a la relación– falleció en un accidente aéreo. Un golpe del que Fiona se repuso en la más absoluta intimidad. Desde aquel día aciago de 1973 sus apariciones en prensa, hasta entonces habituales, cesaron por completo. Salvo alguna fotografía con su hija Francesca y sus nietos Leonor, Gloria y Ferdinand de Habsurgo, que suelen compartir en las redes sociales, poco se sabe de la baronesa Thyssen que, cuentan, más disfrutó de su vida en Villa Favorita. Decían que estaba escribiendo sus memorias. Sin duda, debería.

Nuestros periodistas recomiendan de manera independiente productos y servicios que puedes comprar o adquirir en Internet. Cada vez que compras a través de algunos enlaces añadidos en nuestros textos, Condenet Iberica S.L. puede recibir una comisión. Lee aquí nuestra política de afiliación.

Fuente: Leer Artículo Completo