“Había una vez tres muchachitas que fueron a la academia de policía. Les asignaron misiones muy peligrosas. Pero yo las aparté de todo aquello y ahora trabajan para mí. Yo me llamo Charlie.” Da igual que no te hayas criado a la luz del tubo de una televisión de los setenta o que jamás hayas visto un capítulo de Los ángeles de Charlie, escuchar esa voz en off sobre la icónica pieza músical de Allyn Ferguson y Jack Elliottprovoca el deseo inmediato de imitar esa postura de los tres ángeles en formación que ya es un símbolo a la altura de la silueta de James Bond.
Cuando en los patios de colegio de los setenta se repartían los papeles,decenas de niñas suplicaban ser Jill Munroe o Kelly Garret, la mujer que mejor ha movido una melena, mientras Sabrina Duncan era sólo la mejor alternativa a ser Bosley o el asesino de turno. Tal vez habría sido distinto si aquellas niñas hubieran sabido que Kate Jackson era la artífice del éxito de Los Ángeles de Charlie, es más, era la responsable de que existan Los Ángeles de Charlie.
A principios de la década, Kate Jackson había cambiado su Alabama natal por Nueva York con el sueño de triunfar en el mundo del espectáculo. Sus primeros pasos dentro de la televisión fueron literalmente dentro de una cadena de televisión, se dedicaba a enseñar las instalaciones de la NBC a los grupos de visitantes, pero no tardó en lograr colarse en una de esas series cuyos estudios enseñaba, aunque en la cadena rival, la ABC. Durante cinco semanas fue una vampira silente en el culebrón Sombras tenebrosas, pero en cuanto tuvo diálogo se hizo con un papel fijo y hasta con un hueco en su adaptación cinematográfica. No tuvo que esperar mucho para conseguir su siguiente papel, sería la enfermera Jill en Los patrulleros, una de las series con más audiencia. Cuando llegó el final, su productor, el legendario Aaron Spelling, no quiso perderla de vista. Jackson representaba un tipo de mujer que encajaba con los nuevos tiempos que habían llegado a las calles y a las pantallas. Era guapa, había sido la típica chica de hermandad, pero también tenía un aire despierto e inteligente y una clase que recordaba a Katharine Hepburn.
La televisión norteamericana, y por ende la televisión mundial, llevaba años dominada por series eminentemente masculinas como Los hombres de Harrelson, Hawaii Five-O, Colombo, Kojack o Starsky y Hutch, pero un sesenta por ciento de los espectadores eran mujeres, ¿por qué no hacer que se viesen en pantalla? Las comedias como Embrujada y I love Lucy habían sido un éxito incontestable, La chica de la tele había dejado claro que había un nicho para las historias de mujeres urbanas, Wonder Woman que había un público para las justicieras y los nuevos shows como La mujer biónica y La mujer policía habían tenido un arranque que parecía indicar que por ahí estaba el futuro. Entonces ¿por qué no dedicar una serie a contar los avatares de no una sino tres mujeres contra el crimen? Ese sería el vehículo perfecto para Kate Jackson, pensó Spelling.
Lo primero que se puso sobre la mesa fue la historia tres mujeresexpertas en artes marciales vestidas de cuero, se llamaría Alley Cats, algo así como gatas callejeras, un juego de palabras fruto de los nombres de sus protagonistas Allison, Lee y Catherine. Cuando Aaron Spelling y su socio Leonard Goldberg se lo contaron a Bary Diller y Michael Eisner de ABC la respuesta no fue la que esperaban: "Esa es la peor idea que he escuchado", les dijeron según contó Spelling en sus memorias Aaron Spelling: A Prime-Time Life . Pero como una mala idea es mejor que ninguna idea la serie se acabó desarrollando. Las habilidades de las gatas iban fluctuando, pero lo que permanecía en el centro era Kate Jackson, ella sería la líder del grupo y en torno a ella se crearía la historia.“Un día Len y yo hicimos una lluvia de ideas en mi despacho y Kate se nos unió. Ella vio una pintura que yo tenía en la pared con tres ángeles –probablemente de Frank Sinatra que había sido el anterior inquilino– y dijo: Tal vez podrías llamarlosÁngeles". Originalmente, se convertiría en Los Ángeles de Harry, pero la ABC tenía otro espectáculo llamado Harry O. Entonces se convirtieron en Los Ángeles de Charlie. Después miró el interfono del despacho y sugirió que esa sería la manera en la que el misterioso Charlie –cuya voz pertenecía a John Forsythe, el Blake Carrington de Dinastía, otro de los éxitos de Spelling– se comunicaría con ellas. Acababa de ahorrar un sueldo a la cadena. Le ofrecieron el papel de Kelly Garret, el angel "callejero", pero ella eligió a Sabrina, el ángel "inteligente".
A su lado estarían Jill Munroe, el ángel "atlético", una Farrah Fawcett-Majors, más famosa en aquel momento por ser la mujer de Lee Majors, una estrella gracias a El hombre de los seis millones de dólares que por su incipiente carrera de actriz, y Kelly Garret que acabaría siendo interpretada por la actriz que iba a ser originalmente Sabrina,Jacklyn Smith, una modelo sin demasiada experiencia ante las cámaras. Pero la química entre ellas hizo más que ninguna escuela de interpretación. El primer sueldo negociado dejó claro en qué puesto del escalafón estaba cada una de ellas, a Smith y a Fawcett les ofrecieron 5.000 dólares por episodio, Kate Jackson cobraría el doble.
La cadena no tenía ninguna fe en el proyecto. Los tests previos con público habían sido los peores de la historia de la cadena y la estrenaron sin demasiada fanfarria, pero cuando el 26 de septiembre de 1976 se emtió el primer capítulo todo cambió. La audiencia rozó datos sólo al alcance de la Superbowl y no tenía un perfil eminentemente femenino o masculino, todos se volvieron locos con ella. Los resultados fueron tan buenos que ABC no se los creyó y a la semana siguiente volvieron a emitir el piloto a la misma hora. No había sido un sueño, había nacido la serie que marcaría una época.
El público la adoró, pero la crítica la machacó, y sus rivales trataron de humillarla acuñando el término "Jiggle TV", algo así como "cine de tetas”. "Vendíamos la posibilidad de ver tetas, culos y violencia”, aseguró Larry Sullivan uno de los responsables de promocionar la serie, aunque años después Cheryl Ladd, uno de los seis ángeles que pasaron por la serie, se lo rebatiría: “Nunca me quedé sin sostén, y estaba casada y era madre de un niño de 2 años. Los Ángeles eran Girl Scouts adultas. Nunca nos acostamos con nadie; mi momento más "Aaron Spelling" fue luchar con un cocodrilo”.
Si Spelling había planteado la serie como un vehículo para Kate Jackson eso fue lo único que no salió según sus planes, desde el primer capítulo Farrah Fawcett-Majors concitó todas las miradas y un póster para el que había posado antes de la serie acabó vendiendo más de 12 millones de unidades. Aquella imagen en la que sonreía con un bañador rojo estaba en casa de todos los adolescentes estadounidenses, hasta en la del Tony Manero de Fiebre del sábado noche.
Las caras de Sabrina Duncan, Kelly Garret y Jill Munroe se multiplicaron por portadas, camisetas, muñecas, fiambreras…se había desatado la angelmanía. Cabría esperar que, en honor al cliché, hubiese celos entre ellas, después de todo Kate era la protagonista y la mejor pagada de una serie que se había concebido para retenerla, pero no fue así, adoró a Farrah desde el primer día. La había conocido en la primera fiesta a la que había asistido en Hollywood y lo primero que pensó de ella es lo que después pensaron millones de espectadores. “Casi me cegó, era la chica más hermosa, magnífica y gloriosa de la fiesta, simplemente me congelé y me quedé mirando, y pensé para mí misma: "Oh, Dios, la competencia es realmente mala por aquí". Cuando finalmente nos conocimos en Los Ángeles de Charlie le dije que tenía mucha suerte de que todavía estuviera aquí para hacer este espectáculo porque casi me fui a casa por ella; cuando la vi pensé: ‘Oh Dios, mejor me voy a casa a ser maestra".
Sin embargo la relación con los ejecutivos de la cadena no fue tan amable. El angel "inteligente" tenía ideas propias como había dejado claro durante aquella jornada de trabajo en casa de Spelling. Jackson se negó a aparecer en bikini y también se negó a las jornadas extenuantes a las que eran sometidas –un coche las recogía a las cinco y media de la mañana y trabajaban durante catorce horas al día siete días a la semana–. El día que uno de los productores de la cadena les exigió que renunciasen a su hora de la comida para participar en un acto promocional, se encerró con Farrah y Jacklyn en su trailer y las convenció para que se negasen a participar. La cadena tuvo que ceder.
Precisamente esas jornadas extenuantes se convirtieron en uno de los motivos por los que Farrah Fawcett-Majors anunció su despedida. La serie sufrió un golpe durísimo, pero su reemplazo, Cheryl Ladd, conquistó a la audiencia. Consciente de que estaba reemoplazando a un tótem, se presentó el primer día con una camiseta que decía "Farrah Fawcett Minor" para romper el hielo. Kate no fue tan benévola como la audiencia, consideraba que los guiones no tenían suficiente fuerza y que Cheryl Ladd no tenía talento para estar en el show; el único comentario de Ladd al respecto fue que sus relación con Jackson fue "profesional".
Incluso con esos guiones al servicio de un momento de bikini por capítulo, Kate Jackson consiguió tres nominaciones al Globo de oro y dos a los Emmy, un botín que no pasó desapercibido en Hollywood. En 1979 Robert Benton la llamó para interpretar a Joanna Kramer en Kramer contra Kramer, pero Aaron Spelling no quiso cederla, trastocaría los planes de producción de la serie. La película se convertió en un éxito de taquilla y en un fenómeno social que ponía sobre la mesa un tipo de mujer que no se había visto hasta entonces, aquella capaz de renunciar a su hijo para cumplir sus metas. Meryl Streep ganó un Oscar por ella y Kate nunca pudo superarlo. Tras el final de la tercera temporada desapareció de la serie.
La versión oficial habló de un acuerdo entre todos, los mentideros de Hollywood de un despido provocado por el carácter "difícil" de ella. Ya sabemos lo que pasa cuando las mujeres "inteligentes" se desprenden de las comillas.
Tuvo otras oportunidades cinematográficas, pero ninguna de tanto vuelo como la que había tenido que dejar pasar. Protagonizó Su otro amor junto a Michael Ontkean –el sheriff Harry S. Truman de Twin Peaks– y Harry Hamlin –marido de Ursula Andress y futuro abogado de La ley de Los Ángeles–, una de las primeras películas que trataron la homosexualidad masculina, pero a pesar de estar destinada a llamar la atención pasó bastante desapercibida.
La televisión sin embargo la acogió nuevamente con los brazos abiertos. Conscientes de que la popularidad de Jackson no había decaído le ofrecieron protagonizar un *El espantapájaros y la sra King*, la historia de un ama de casa convencional que tras un encuentro fortuito con un agente secreto apodado El espantapájaros acaba convertida en una heroína de acción*. Jackson exigió el control total de la serie y ser coproductora. No se equivocó, como había pasado con Los Ángeles de Charlie* la crítica la vapuleó, pero el público la adoró.
Su carrera se había recuperado, pero su vida emocional no, el inició de su nueva serie coincidió con su separación de Andrew Stevens, hijo de Stella Stevens (en Érase una vez en Hollyood el personaje que le explica a Steve McQueen la extraña relación entre Polanski, Jay Sebring y Sharon Tate) tras un matrimonio que apenas había durado tres años. Y el final de la cuarta temporada con la detección de un tumor malingo durante una mamografía rutinaria.
Una mañana en la que su compañero de serie, Bruce Boxleitner, no pudo asistir a la grabación por un resfriado Jackson recordó las palabras de su médico sobre la importancia de las mamografías a partir de los 35 años y le llamó para una revisión.Esa mamografía detectó un crecimiento sospechoso en su pecho izquierdo. "No fue un bulto", dijo a People en 1992, "ni siquiera era algo que pudiera sentir. Era microscópico". Cuatro días después ingresó en el hospital con un nombre falso, sólo su productor sabía lo que había pasado, y una semana después volvió al trabajo. Pero durante una revisión seis años después se le detectaron células cancerosas en su pecho izquierdo. De nuevo ingresó en el hospital, esta vez para realizarse una mastectomía parcial y cirugía plástica reconstructiva. En la sala de espera estaba su amiga Jacklyn Smith: "Había estado llorando antes de llegar, entonces vi a Kate y ella tenía una sonrisa en su rostro. Hemos superado otras cosas, como nuestros divorcios y superaremos esto, dijo’. Y lo hicimos." Cuando se despertó de la anestesia Smith la esperaba con un gorila gigante de peluche adornado con zapatillas, lápiz de labios y pestañas postizas. "En ese momento pensaba que mi vida era muy seria, pero luego miraba a este mono y me reía".
Ese golpe le hizo reconducir su carrera, bajar el ritmo y centrarse en sí misma. Se acabaron las series largas, sólo haría pequeñas apariciones hasta que a mediados de los 2.000 se retiró, se compró una casa en el campo al lado de la de su mejor amiga de la infancia y se dedicó a cuidarse. El amor no la acompañó, tras el divorcio de Stevens llegaron otros dos, ninguno de sus matrimonios superó los dos años. En 2006 los tres ángeles originales hicieron una intervención sorpresa como homenaje póstumo a Aaron Spelling. Fue la última vez que las pudimos ver juntas y felices, tres años después Farrah Fawcett falleció tras sufrir un cáncer de colon. “Prefiero compartir la gloria de un éxito a protagonizar un fracaso", fue uno de los mantras de Kate durante su carrera y esas tres mujeres que aquella noche recibieron un aplauso que la crítica les habían negado en su momento habían vivido juntas el mayor éxito de sus vidas. Ninguna de ellas pudo repetirlo por separado, ni siquiera el ángel "inteligente".
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