Javier Cámara no solo es el protagonista de Vamos Juan. También ha dirigido uno los episodios en lo que ha supuesto su debut detrás de las cámaras. El actor se suma así como realizador al equipo de dirección formado por Víctor García León, que ya había dirigido algunos episodios de Vota Juan, y Borja Cobeaga. Han pasado dos años desde que este ministro de agricultura tocara las más altas cimas del poder. Ahora, alejado de la actividad política, lleva una vida sencilla trabajando como profesor de biología en un instituto de Logroño. Sin embargo, ni su ambición política ni su vocación de servicio público se han apagado. Consciente de lo mucho que aún le queda por aportar, Juan Carrasco decide dar un paso adelante: reunir a su equipo de confianza, volver a Madrid y fundar un nuevo partido.
Este domingo se estrena en formato maratón en TNT.
¿Vamos Juan tiene vida propia? ¿Cuál es el espíritu de esta continuación?
Ya me ha pasado con otras series, como The Young Pope, The New Pope… Yo creo que es una estrategia para que la gente no se vea obligada a ver la anterior temporada. Es también una llamada de atención. Tiene muchas diferencias con la primera porque esta gana en profundidad, oscuridad y motivaciones. Si antes a Juan Carrasco le movía la ambición desmedida, ahora son el rencor y la venganza. Y la historia se oscurece al ver cómo el resto de personajes aún así le siguen hasta el fin del mundo o al desastre absoluto, es su motivación, y se lanzaran al acantilado si su líder lo hace. Ya se ve en el primer capítulo. Si antes la situación de Juan Carrasco era nefasta, ahora será un desastre. Es como ese personaje que persigue su único destino, aún sabiendo que es trágico, como el protagonista de una película de terror que va hacia una luz sabiendo que se encontrará con el mal.
El creador de la serie, Diego San José, insiste que no se puede basar en la realidad, porque todo sucede muy rápido y la historia podría quedar obsoleta. ¿Aún así hay referentes de la actualidad?
Sí, sobre todo en esa especie de desmotivación del personaje. Se mueve por venganza y la serie más que una comedia parece una película de espías. Es otra vuelta al género de comedia negra.
Otro punto es que si pensábamos que detrás de las personas que dirigen hay formación o conciencia, te das cuenta de que no tienen ni idea. Y ahora se demuestra más que nunca en esta etapa de horror, algo que creíamos que nunca nos iba a tocar, y somos el centro neurálgico de la pandemia. Y todavía hay países que están empezando a reaccionar y te llevas las manos a la cabeza. Los líderes políticos van por detrás.
También descubrimos que la realidad no supera a la ficción, sino que va más lenta. A veces estamos abocados a ser liderados por gente que no tiene dos dedos de frente ni piedad con los demás. Yo creo que la actuación de Juan Carrasco tiene que ver con esa hibris (desmesura, transgresión) o pathos griego (argumento emocional) que definen un camino abocado al fracaso o al desastre absoluto. Por eso entiendo que la gente empatice con el personaje y le sigan. Los demás no tienen nada a que aferrarse y esperan que al menos a él las cosas le salgan bien. Aunque si eso ocurre se morirán de envidia.
¿Qué mueve a los políticos para desprestigiar al contrario incluso en momentos tan duros como el que vivimos?
El desconocimiento absoluto. Ya lo decía Hannah Arendt en su teoría sobre la banalidad del mal (filósofa judía del siglo XX). Detrás de todo esto hay una ignorancia absoluta. Yo me he criado en una familia de agricultores, pero mi padre era también saxofonista, y ambos escenarios han formado parte indisoluble de mi formación. La gente insulta a la cultura desde el desconocimiento y para provocar, y hasta hace en un momento en el que tenemos que estar todos unidos frente al enemigo común, que es el virus. El enfrentamiento nos hace perder fuerzas y energías, por eso no hay que responder a insultos o bravuconadas.
¿Por qué se ha normalizado la maldad como parte del perfil político?
Si nos referimos a la ficción se han introducido personajes con una maldad sin justificar: el asesino en serie con una psicología terrorífica, zombies, carnívoros… Lo inexplicable parece llegar al final o comienzo de una época, y es un caldo de cultivo bruta. En el caso de Juan Carrasco, un tipo no malo pero sí mediocre, hacemos que empatice con la audiencia desde el dolor, la fragilidad o la envidia que muestra hacia los otros. En la primera temporada tenía los focos más encima de él, su perfil estaba más institucionalizado. Esta vez le hemos despojado de todo, le hemos desnudado y se ha vuelto más oscuro. Hasta introducimos en la trama temas poco comunes en una comedia como el Opus Dei.
Ahora monta su propio partido. ¿Es complicado hacer eso? ¿Solo se necesita dinero?
Yo creo que él tiene las armas adecuadas, pero se necesita un buen empujón económico, y ya lo hemos visto en la realidad, aunque su procedencia sea oscura. Él se pasa toda la temporada veremos tratando de convencer a un miembro del Opus para que le ponga el dinero en la cuenta.
¿Algún día Javier Cámara podría entrara formar parte de un partido?
Nunca, jamás me pondría al servicio de un partido. No estoy formado para eso y después, me parece una sobreexposición y tengo pudor. A veces ya opino sobre un montón de cosas de las que no tengo formación, y luego acabo tirándome de los pelos por haberlo hecho.
Juan Carrrasco ha sido tachado de izquierdas, de derechas… ¿Se posiciona en esta temporada al crear su propio partido?
Yo creo que muestra tener cierto colmillo al decir que no hay que tener una ideología, ya que te hace perder clientela. Cuanto más te defines, más gente pierdes. Y ahora más que nunca sabe que es nefasto hacerlo. Sabemos que muchos analistas políticos analizaron la serie. Un exministro del PP dijo que Vota Juan más que una serie era un documental, que quién nos había contado esos secretos. La serie habla mucho de la parte oculta del poder, nos llamaba la atención pero nos daba mucho miedo narrarlo.
En ficción siempre hay dos temas tabúes, el sexo y la política. Pero los asesores políticos nos han apoyado muchísimo; el que teníamos en la serie os aseguro que nos quedábamos cortos en algunos casos. Nos gusto mucho cuando Jiménez Losantos calificó a Carrasco de “sociata insoportable”, y los de izquierda opinaban que era “un neoliberal”. Es mejor que en esas aguas se muevan los demás.
Esty Quesada, su hija, se convierte en su comunnity manager. ¿Era importante abordar la comunicación?
Era inevitable y necesario que el personaje de Esty tomará más protagonismo. Pero se trataba también de destacar la faceta personal del personaje. Ahora la familia forma parte del núcleo de venganza y encima van por su cuenta. También ellas se dan cuenta de que además de ser un rastrero, puede ser vulnerable a través de las redes que hablan de su infancia de maltrato en el colegio.
Has debutado como director de un capítulo. ¿Como ha sido la experiencia?
Tengo ganas de repetir. El productor de Mediapro, Javier Méndez, que ya me conocía de otros trabajos, siempre me decía que debía probar esa parte, porque tengo perfil dl productor ejecutivo que siempre hace apuntes y participa mucho en todo el proceso creativo. Pero se lo tomé a broma, nunca me lo había planteado. Y ahora volvería a repetir sin perder esa parte inconsciente. Se trata de un capítulo burbuja que se desarrolla en un hotel de Estambul (Turquía) con otro tipo de narración y aprendí mucho. Todos los actores deberíamos pasar por producción, montaje, guion, localización…, para ser un poco más permisivos y humildes. Bajarnos de esa punta de la pirámide que construyen los demás. Sin duda, esta experiencia maravillosa me ha ayudado a ser mejor actor, que no director. Ha sido un placer pensar que tienes ideas y que hay un equipo dispuesto a llevarlas a cabo. El actor solo escucha al director, y su trabajo es más dictatorial. Solo fueron cuatro días de rodaje.
Eres de los pocos actores que continúa haciendo comedia, mientras los papeles dramáticos siguen siendo más reconocidos.
Pero estoy feliz porque hemos estado nominados a los últimos premios: Unión de actores, MIM, Fotogramas, y hasta los Platino! Tengo que decir que yo peleo por hacer comedia por egoísmo. A lo largo de mi carrera, he hecho mucho humor disparatado cuando me pedían que aunara a públicos muy distintos para luego poder apostar por aquella que me gutara a mí como espectador. Y eso llego con Vota Juan. Tienes que estar atento para no perder el hilo argumental. Ahora me interesan los personajes con aristas, nada facilones sino frágiles desde la emoción y cambiantes. Que amen a su familia pero sean capaces de destrozarle la vida a otras personas. Habíamos denostado el género haciéndolo más generalista, y necesitábamos comedia internacional y nos ha llegado el momento. Y yo como actor lo necesitaba. Durante el rodaje hubo momentos de auténtico drama. Antes, leyendo el guion os habíamos reído pero luego en el set llorábamos. Por fin me siento libre. Antes estaba demasiado pendiente de si me veían patético, si el plano estaba bien, y ahora confió en el guion y quien está detrás.
Jesús Vidal (Campeones) es una de las incorporaciones.
Sí, su personaje, un jefe de campaña, es el tipo más listo y calculador de todos. Está prácticamente toda la temporada. Anna Castillo y Alberto Sanjuán aparecen en un capitulo cada uno. Habrá que verlos en este esfuerzo que se ha hecho por estrenar la serie al completo en un día. Es gratificante ver que estamos por la labor de llevarle humor y ánimo a la gente en estos momentos. Para mí no hay mejor guinda a este pastel que ha sido la serie y en un momento en el que tenemos motivos para estar tristes. Esperamos esta comedia pueda no haga olvidar este horror.
¿Se cierra así el recorrido del personaje?
Yo quiero hacer una tercera temporada pero habrá que esperar… Quiero que sea autoconclusiva y que podamos cerrar la carrera política de Juan Carrasco de una forma todavía más trágica, poniendo toda la carne en el asador. Ha derivado hacia esa comedia negra y oscura, patética y desesperada, y esté antihéroe debe tener un final como se merece, y yo deseo que sea terrorífico.
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