Cuando hablamos de bótox, o de tratamientos estéticos, rellenos, implantes o ácido hialurónico, inmediatamente pensamos en mujeres. De hecho, muchas veces se nos achaca una obsesión por la perfección y la juventud que puede servir hasta para ridiculizarnos. El motivo tiene su lógica: hemos sido las depositarias de la obligación de la belleza desde tiempo inmemorial. Sin embargo, el nuevo siglo ha cambiado muchísimo la norma social al respecto de la estética y los hombres, sobre todo los que deben aparecer en público o están en el ejercicio del poder, utilizan las técnicas de rejuvenecimiento tanto como nosotras. Y, de hecho, son más que evidentes los tratamientos de bótox de presidentes de gobierno (el más obvio, Vladimir Putin) y candidatos en la oposición, empresarios de primera línea (por ejemplo, Jeff Bezos) y ejecutivos, famosos de la televisión y hombres con influencia (el último, la mano derecha de Donald Tump Jared Kushner). ¿No es hora de que salgan del armario?
A pesar de la normalidad con la que ellos acuden al bótox, aludir a este tipo de vanidades se contempla aún como una incorrección política si los protagonistas son hombres. De hecho, algunos analistas ya comparan el tratamiento mediático que recibió la mutación estética de Renée Zellweger o la inexpresión de Nicole Kidman, con el silencio que se cierne sobre la ostensible metamorfosis del rostro de Jared Kushner, esposo de Ivanka Trump y mano derecha de Donald Trump. Los comentarios se dispararon tras una entrevista reciente en el canal HBO en la que su gestualización apenas dejó rastro en alguna arruga de expresión.
La evidencia es ya abrumadora: la juventud y la belleza no solo son requerimientos para el éxito en las mujeres, sino que se han convertido también en una preocupación para los hombres que son figuras públicas. Todos los hombres que salen en televisión acuden a los tratamientos estéticos, bótox incluido. Lo mismo sucede con los famosos, actores y modelos: los tratamientos naturales que vayan atenuando las arrugas de expresión están generalizados. En los hombres de la política son obligados: cuanto más se acercan al ‘prime time’, más recurren a rellenos, tensores, bótox e implantes capilares. El caso de Vladimir Putin, presidente ruso, es paradigmático y ejemplo de cómo no acudir a estas técnicas. Sí ha acertado Joe Biden, candidato a la presidencia estadounidense por el partido demócrata en las elecciones que se celebrarán este año, con una piel increíblemente tersa para sus 77 años.
A partir de los 50 (a partir de los 30 en el caso de las mujeres), los hombres con poder dedican tanto tiempo a los tratamientos como las mujeres. El caso de Jeff Bezos es ejemplificador: el trabajo de gimnasio, dieta y estética que requiere mantener su cuerpo de héroe de acción puede compararse al de cualquiera de las Kardashian. De hecho, las clínicas estéticas especializadas en hombre realizan tratamientos específicos para esculpir el cuerpo y subrayar la musculación, además de recurrir a fórmulas antiedad de última generación. Se trata de una generación que aún no habla de estas vanidades, por considerarlas poco masculinas. Sin embargo, muchos millennial sí que admiten recurrir a los ‘fillers’ o los implantes, desde Kannye West a Diego Matamoros. Es la hora de cambiar el chip en la estética: tarde o temprano abandonará el sesgo de género.
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